Dijeron que iba a ser un vegetal: hoy es contador, profesor y motiva con charlas
"Los médicos les dijeron a mis padres (Juan Carlos y Adriana) que iba a ser un vegetal, pero ellos no se quedaron quietos y buscaron la palabra de diferentes médicos. Recorrían 180 kilómetros tres veces a la semana para llevarme a rehabilitación. Ellos siempre le dieron para adelante".
Así arranca a contar su historia Luciano Palazesi (33) que a raíz de una mala praxis médica nació con una secuela de parálisis cerebral.
A la distancia confiesa que aquellas palabras apocalípticas de esos profesionales de la salud ayudaron a que pudiera revertir esos pronósticos con fortaleza, perseverancia, dedicación, sacrificios y, por sobre todo, mucho amor.
"Las dos palabras que más me marcaron en mi vida son ´no puedo´ ya que a partir de ello pude sacar pecho, atravesar la puerta y lograr ser lo que soy hoy. En la vida tenía dos opciones: la primera, creo que es la más fácil para todo, quedarme en mi casa lamentándome todos los días lo que me había pasado. Y la segunda, la que elegí y la que elijo siempre, salir con mi condición de discapacidad a demostrar lo que podía dar a la sociedad. Y, sobre todo, cambia un paradigma que una persona con discapacidad puede y tiene derecho a ser como cualquier otra persona sin la condición de discapacidad".
Una Infancia "muy feliz"
Luciano cuenta que las secuelas que le dejaron la parálisis cerebral se centran en la dificultad para hablar y en su forma de caminar. De hecho, recién a los seis años pudo dar sus primeros pasos. Sin embargo, dice que su infancia fue muy feliz en Ucacha, un pueblo ubicado en el centro de la provincia de Córdoba. Al poco tiempo se mudaron a Rosario y a medida que fue creciendo se fue encontrando con algunas dificultades.
"La escuela primaria fue un poco complicada, me acuerdo en un boletín de Cuarto Grado que decía que si no aprendía a leer y a escribir iba a tener que concurrir a una escuela especial". Él mismo reconoce que eran otros tiempos y que la mayoría de las escuelas no estaban preparadas para poder realizar una verdadera inclusión.
Retroceder nunca, rendirse jamás
En el secundario Luciano fue a la escuela EEM 438 de San Lorenzo, con adaptaciones incluidas, establecimiento que organizó varios eventos para juntar dinero para que se pudiera comprar su primera computadora para cursar a la par que sus compañeros. "Por el dado personal, tuve que hacer un quiebre para aceptarme como era, fue duro, pero fue un buen comienzo que me dio valor para enfrentarme a los desafíos que venían en el camino de mi vida", confiesa.
Luciano jamás bajó los brazos. Las palabras abandono, deprimirse y claudicar nunca formaron parte de su vocabulario ni de su manera de pensar, de sentir y de hacer. Jamás se dio por vencido. Y la primera recompensa la obtuvo al destacarse en la escuela con sus notas, lo que lo llevó a ser escolta de la bandera. "Lo viví con un reconocimiento a mi labor de estudiante, pero nunca me la creí porque sabía que habían y hay, en tiempo actual, grandes batallas para dar", reconoce.
Para esos primeros logros, dice, fue fundamental su compromiso constante e inquebrantable, como así también el apoyo de sus compañeros y docentes. Sin embargo, recalca que los pilares más importantes fueron sus padres, sus hermanos (Juan José y Julieta), su cuñado Rodrigo y desde hace seis años el amor de su vida, Luisina, con quien actualmente está casado.
"Ellos aprenden de mí y yo de ellos"
Con mucha pasión y sacrificios, Luciano logró recibirse de contador público en la Universidad Católica Argentina (UCA) de Ciencias Económicas de Rosario. Además, es profesor superior universitario.
Actualmente trabaja en el Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, es profesor y docente en la UCA Rosario y en una escuela secundaria. Cuenta que sus clases son preparadas de antemano ya que utiliza mucho el Power Point con su computadora personal y su cañón. Y se maneja con distintos apuntes de su autoría.
Como si esto fuera poco, este año empezó a estudiar la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de Rosario, lo que seguramente implicará un nuevo desafío. "Yo les enseño contenido y valores. Además, trato de motivar a mis alumnos, está muy bueno el ida y vuelta con ellos, es un aprendizaje compartido. Ellos aprenden de mí y yo de ellos".
Dejar huellas
Luciano es disertante sobre temas de discapacidad e inclusión. "Es lo que más me gusta hacer, no lo hago para que me conozcan a mí, sino para que les llegue una palabra que se transforme en huellas. Y a partir de esas huellas puedan cambiar el paradigma que hay sobre una persona con discapacidad".
En los tiempos que tiene libre (que no son muchos) aprovecha para avanzar en la escritura de un libro, cuyo título será La discapacidad desde la Motivación, que aspira a poder publicarlo durante este año.
Hablando de amor, Luciano confiesa que Luisina es su media naranja, que la apoya en todo, lo acompaña en sus viajes donde brinda los seminarios y juntos sueñan con tener una casa propia.
Por último, Luciano se toma unos segundos para compartir un mensaje para aquellas personas con discapacidad o que se encuentren afrontando un momento adverso. "Las excusas están a la vuelta de la esquina, pero los verdaderos objetivos personales están a kilómetros de distancia, en donde a lo la largo del camino van a existir muchos obstáculos que se van a convertir en aprendizajes nuevos, que se va a dar la voluntad para llegar a tu meta. En mi vida me he caído miles de veces, pero me he levantado ya que no me gusta ir a la vuelta de la esquina donde está lo más fácil. Cada golpe me ha dejado aprendizajes que me han servido mucho".