Evaluá las opciones que tenés para tus planes findeañeros. Cualquier parecido con la realidad... ¡no es pura coincidencia!
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Navidad y Año Nuevo son las estrellas de los encuentros familiares de emotividad recargada, ya sea por la expectativa de un cambio rotundo en la energía o por el tornado de reflexión que generan. Este año, diciembre te agarró en pareja, ¡y conviviendo! Esquivaste el tema como una campeona y creíste que él se iba a olvidar y a último momento le ibas a decir: "Uy, gordi, ya le confirmé a mamá y está re ilusionada con que vayamos". Pero él se avivó antes (o tu suegra es más rápida que vos) y puso el tema sobre la mesa. Entonces..., ¿con quién pasamos las fiestas? No te preocupes, hay varios caminos. Que sean perfectos es complicado, pero hacerlos divertidos depende de vos. 3, 2, 1..., ¡a negociar!
Con tu familia
Sabés de memoria todo lo que va a pasar. Tu mamá seguro cocina ese postre de duraznos que te gusta, tu abuela te va a regalar una bombacha rosa y tu tío se va a emborrachar como si fuera la última noche de su vida. Se van a olvidar de correr al arbolito por estar chocando copas, tu papá va a convocar a todos a pararse arriba de la silla a las 12 porque "trae buena suerte" y tu hermano va a reprochar que no haya pirotecnia. Ahí tus abuelas van a aprovechar para hablar de su tema estrella: los accidentes durante las fiestas. Es siempre lo mismo, pero te gusta, y pensás: "Pobre Juan, bancarse esta depresión". Pero cada familia tiene su gracia, y la tuya seguramente también . Confiá en que tu novio va a sobrevivir (o, al menos, se va a reír como loco).
Con su familia
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Él vino (¡chocho!) con la noticia de que este año su mamá organizó una megafiesta familiar. Además, justo vinieron sus primos de los Estados Unidos (¡qué lindo, vas a tener que hablar toda la cena en inglés!) y en la mesa te va a tocar sentarte cerca de las cotorras de sus primas, ¡que encima no te van a regalar nada! Intentás convencerlo de cambiar el plan, pero no hay caso. ¡Como si nunca hubiera pasado la Navidad con su familia! ¿Qué le molesta cambiar una vez? ¡Stop! Frená tu cabeza y callá esos pensamientos que te agobian. Esta vez, lo podés acompañar sabiendo que el próximo año te toca a vos. Eso sí, si se entusiasma y quiere ir a ayudar con el asado desde temprano, explicale que tanta intensidad navideña te parece demasiado.
Con ambas familias
Tu mamá te dio el consejo maestro: "Sé anfitriona, así todos conocen el departamento y, de paso, no tenés que elegir entre las familias ni separarte de Juan". En un impulso de buena onda, decís que sí y mandás un mail a todos. Hay más de quince personas en la cadena, y apenas apretás send, te arrepentís. Ya conocés a las dos familias, pero no sabés con qué te vas a encontrar si los reunís a todos. Te imaginás a los hermanos de tu novio incómodos porque no tenés la PlayStation 3, a tu mamá intensa con los preparativos, a tu suegra corrigiendo cada cubierto que pusiste en la mesa y a tu papá observando todo en silencio. Pará, relajate, no es tan grave. Tratá de disfrutar y divertirte vos, vas a ver que la fiesta fluye. En definitiva, es tan solo una noche más.
Con amigos
Después de atravesar una discusión de tres horas con portazos y unas efectivas lagrimitas, llega el premio consuelo: ni con una familia ni con la otra. Digamos que es un empate técnico; un amigo de él organiza una fiesta en el campo, bajo las estrellas. Con música y gente divertida, podrías pensar que la noche está casi garantizada, pero hay personas que no conocés y tenés miedo de extrañar a tu familia. Esta vez, apoyate en la tecnología. Te pasás el año mandando mensajes y fotos por Whatsapp: asegurate de hacerlo a las 12 con un abrazo grande a tus papás, y vas a estar presente casi de la misma forma. Y pensá en lo positivo: perderte el Amigo Invisible que estaba organizando tu cuñada es lo mejor que te pudo haber pasado.
Cada uno por su lado
Tuvieron charlas filosas y un poco border –él te dijo que se aburre con tu familia y vos le dijiste que su mamá no te quiere–, y decidieron pasarla separados. Te cansaste de discutir sobre las fiestas y creés que lo mejor es relajarte: lo que sucede conviene. Para los dos, la Navidad en familia es importante, tanto que están dispuestos a separarse esa noche, ¡y listo! La negociación esta vez no funcionó, o sí, porque cada uno va a hacer lo que le dan ganas. El acuerdo está buenísimo, pero tenés que saber que no va a durar para siempre. El día que la cosa se vuelva más formal o sean padres, alguno va a tener que ceder. Mientras tanto, podés ir a su casa después de las 12 y ver cómo su tío compite por ser el rey del barrio con un arsenal de pirotecnia. Planazo.
¡Lo más lejos posible!
Irse de viaje y esquivar TODA la temática findeañera es una idea imbatible. Podés arrancar el año en otro lado e impregnarte de la energía de la naturaleza. Ahí no tenés conflicto que resolver, así que te vas a ahorrar varias peleas con tu novio y las explicaciones a toda la familia. Reservá con tiempo un hotel, hostel o cabaña porque, para las fiestas, está todo repleto. Podés optar por una playa en la costa o por el sur del país, que en diciembre es divino. Elegí un lugar en el que te sientas cómoda y conectada, no sigas a la manada. Si tu chico accede, ¡es un programón! Pensá que las fiestas son, además de un balance, un adelanto de lo más esperado: las vacaciones. Aprovechá la fecha para conectarte con tu pareja y proyectar juntos un nuevo año.
¡A negociar!
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Poné el tema sobre la mesa lo antes posible. Dejar pasar el tiempo no acumula posibilidades de ganar, sino más estrés y tensión.
Respetá sus razones. Si él te dice que necesita pasar las fiestas con su familia, no te encapriches, tratá de entender el motivo de su apego.
Cedé lo que menos te cueste. Pensá en lo que no querés perder. ¿Qué fiesta no querés dejar de pasar con tu familia? Decidí a partir de eso.
Elegí qué batallas pelear. No amplifiques la discusión, evitá el efecto "bola de nieve".
Y a vos, ¿con quién te toca pasar las fiestas este año?