En el corazón de uno de los barrios más antiguos de la ciudad de Buenos Aires, un impresionante caserón restaurado y ambientado con una espectacularidad que atraviesa todos los tiempos
Fue uno de los primeros territorios en habitarse luego de las dos fundaciones de la ciudad, y sin embargo, pocos barrios han sufrido cambios tan drásticos a lo largo de su historia. Hacia finales del siglo XIX, Barracas era muy distinta. Suele decirse que ahí se concentraban las residencias de las familias más acomodadas, aunque más bien proliferaban quintas de veraneo caracterizadas por grandes jardines. Pero llegó la epidemia de fiebre amarilla, y los lujos de la vida aristocrática se trasladaron al norte de la ciudad. Entonces, el abandono. Y el tiempo.
Cuando Gérard y Matías vieron esta propiedad, automáticamente pensaron en esas viejas construcciones del Trastevere romano. “Se respiraba el encanto del decadentismo, de la bohemia”, dice hoy Matías. Y esa fue la inspiración para convertirla en lo que es hoy, casi un homenaje.
Parte de una importante colección de antigüedades y obras de arte llegó desde Francia para mezclarse con las de los anticuarios locales, no tan distintas, paradójicamente. Porque la historia es la reina de los caprichos y esta casa parece ser su mejor representante.
Los mosaicos de 1897 signaron la frescura del patio de entrada, pintado con los tonos de tantas casas de la Toscana. Una doble guarda en dorado encargada a un artista es el sutil vínculo con la opulencia de los interiores. Las galerías, con bovedilla de ladrillos, se ambientaron con cortinas traslúcidas, faroles de barco, un tradicional juego de sillones de mimbre y otros de hierro. El mueble vintage está a tono con los postigos verde agua, en infalible combinación con el rosado.
Alargada, neta, bien iluminada, la biblioteca color malva es un golpe de modernidad en medio de la calidez fastuosa de muebles y géneros de distintas épocas.
Con paredes de ladrillo visto, este amplio salón resultó de la unión de cuatro ambientes. Aquí hay reunidos muebles de anticuarios de Buenos Aires y del resto del mundo, así como piezas de la colección personal del dueño, en París. Con la lámpara ‘Skygarden’, de Marcel Wanders, dice presente el diseño contemporáneo.
El tratamiento laqueado brillante del piso de pino tea duplica el verde de la pared entelada y lo hace protagonista de un espacio de exacerbado estilo inglés. Diversión y coqueteo con el kitsch. Ni un metro libre en uno de los ambientes más impactantes. Entelado con patrón escocés, tiene una imponente chimenea de mármol y un amplio Chesterfield color ciruela. Encima, en un espectacular guiño de humor, un retrato naif de la decoración inglesa ideal: un biombo comprado en el anticuario Gabriel del Campo. Sobre estas líneas, sillón y una butaca de estilo barroco.