Documento / Inmigrantes ilegales. Donde mueren los sueños
Los recientes intentos de miles de africanos de ingresar en Ceuta y Melilla sacudieron al mundo. Pero el fenómeno no es nuevo. Aquí, el rostro humano de una corriente inmigratoria dramática y desesperada, en imágenes de un premiado fotógrafo argentino
Desde 1994, llegan barquillas con inmigrantes a la isla de Fuerteventura, que integra el archipiélago de las Canarias, donde vivo y trabajo.En principio eran saharauis que huían de la ocupación de su territorio por parte del gobierno marroquí. Luego, miles de personas originarias del Africa subsahariana en busca de un futuro mejor comenzaron a emprender un largo camino desde sus pueblos natales: Guinea, Senegal, Nigeria, Costa de Marfil o Malí. Recorren miles de kilómetros cruzando desiertos, expuestos a la explotación y el abuso, para después llegar a la costa del Sahara y subir a una barquilla de poco más de cinco metros de eslora. Hasta 45 personas han llegado a viajar hacinadas en ellas. Cientos han perdido la vida. Muchos de sus cuerpos aparecieron flotando en la costa de Fuerteventura. En otros casos, el mar se los tragó. Esta es la historia de una Europa opulenta que festejó el derribo del Muro de Berlín y que, desde ese momento, no hizo más que construir otros muros o usar las barreras naturales, como el "invisible muro del Atlántico", a modo de filtro de uno de los movimientos migratorios más importantes de las últimas décadas.
Vidas desperdiciadas
Por Zygmunt Bauman
La producción de "residuos humanos" o, para ser más exactos, seres humanos residuales (los "excedentes" y "superfluos", es decir, aquellos que o bien no querían ser reconocidos o bien no se deseaba que lo fuesen o que se les permitiese la permanencia), es una consecuencia inevitable de la modernización y una compañera inseparable de la modernidad. Es un ineludible efecto secundario de la "construcción del orden" (cada orden asigna a ciertas partes de la población existente el papel de "fuera de lugar", "no aptas" o "indeseables") y del "progreso económico" (incapaz de proceder sin degradar y devaluar los modos de "ganarse la vida" antaño efectivos y que, por consiguiente, no puede sino privar de su sustento a quienes ejercen dichas ocupaciones) (…).
Al viejo Gran Hermano le preocupaba la "inclusión", la integración, disciplinar a las personas y mantenerlas ahí. La preocupación del nuevo Gran Hermano es la "exclusión": detectar a las personas que no encajan en el lugar en el que están, desterrarlas de ese lugar y deportarlas (...). La gran pregunta a la que tendremos que encontrar respuesta es si la única elección (…) es la disyuntiva entre la primera versión del Gran Hermano o la segunda: si el juego de inclusión/exclusión es la única manera posible de conducir la vida humana en común y, por consiguiente, la única forma concebible (…) de la que podemos dotar a nuestro mundo compartido."
Extracto de Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (Ed. Paidós). El autor es catedrático emérito de Sociología de las universidades de Leeds y Varsovia.
Perfil
Juan Medina
Nació en Buenos Aires en 1963. Colabora con la agencia Reuters con base en la isla canaria de Fuerteventura y se especializa en movimientos migratorios humanos. Su trabajo ha sido publicado en medios de todo el mundo y ha recibido numerosos premios.
12 de noviembre de 2004: cerca de la isla de Fuerteventura, Canarias, 40 personas intentan salvar su vida aferrándose a lo que pueden tras volcar la barquilla en la que navegaban desde Africa. Con esta foto, Juan Medina obtuvo el tercer premio del último World Press
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