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 • HISTORICO

Egipto: guía para visitar un país mágico

Conocer las pirámides es el sueño de muchos. En lo que pocos reparan es en que, cuando se pisa tierra egipcia, su cultura, su ruido y sus aromas también son atrapantes.




“Egipto es áspero. En El Cairo, las bocinas suenan a toda hora, no hay sémaforo, se olvidaron de ir a buscarnos al aeropuerto, poco podemos leer y es obligatorio regatear. Pero a las poquitas horas, nos acomodamos, los egipcios nos hablan con una sonrisa y, en nuestro cuarto día en esta ciudad, nos da pena partir”.
ARENAS. Tierras arenosas con la gran urbe detrás. Este fue mi primer posteo en redes sociales cuando inicié un viaje por Egipto. El olvido en el aeropuerto fue igualmente bien resuelto: con acercarse a una mesa de información turística, podés conseguir que te pidan un taxi y llegar a destino.
Mi viaje fue con una amiga. Es completamente falso -y un concepto que atrasa décadas- que las mujeres no pueden adentrarse solas en la aventura de recorrer estas increíbles tierras (o arenas). Si llegase a haber algún traspié o inconveniente, podría ser el mismo que surgiese en otro destino.

Enamorarse de El Cairo

Caótica y mágica, hay muchos lugares para visitar y tendrás que elegir según tu interés. Las inevitables son las pirámides de Giza: Keops, Kefrén y Micerino. Una de las maravillas del mundo y un lugar hipnótico. Para ir de una a otra, lo ideal es que vayas con un guía a caballo. Otras pirámides son Saqqara y Dahshur, por nombrar solo un par.
PIRÁMIDES. Con las pirámides de Giza como escenario, una de las postales más buscada. Dentro de El Cairo, la Ciudadela de Salatino alberga las mezquitas más visitadas. La de Muhammad Alí o Mezquita de Alabastro para empezar. Además de maravillarte con su arquitectura, tenés una vista de la ciudad inigualable: innumerables edificios, uno pegado al otro, solo un par imponentes que se mezclan como intrusos entre una muchedumbre de sencillez. Otras mezquitas cercanas para no perderse: Al-Hakim y la de Ibn Tulun. Continuando por el centro histórico está el Barrio Copto, donde se asentó la primera comunidad cristiana. Las callecitas angostas, por las que no circulan autos, son de película. Ahí está también la sinagoga Ben Ezra, que aseguran que es la más antigua de Egipto.
MEZQUITA DE ALABASTRO. En la Ciudadela de Salatino, la mezquita de Muhammad Alí es la más visitada. Cerca del centro neurálgico se encuentra el Museo Egipcio, con miles de piezas arqueológicas y todo un sector dedicado al famoso Tutankamón. También exponen un buen número de momias, muestra del esmero y el conocimiento con que los egipcios realizaban esta técnica mortuoria. Dato: el museo será trasladado, a mediados de este año, a dos kilómetros de las antiguas pirámides. La arquitectura será completamente diferente y habrá mucho más espacio para objetos milenarios que jamás fueron exhibidos.
Por la noche, recorré el Nilo bajo la mirada atenta de la ciudad iluminada. Tenés yates o pequeños cruceros en los que se organizan cenas, shows y bailes, especialmente pensados para viajeros. Pero si querés saborear una cultura no prefabricada, acercate a Kas Al Nil (algo así como “palacio del Nilo”) y subite a los catamaranes que hacen paseos de 30 minutos y que son el disfrute de los cairotas. De un lado se sientan las mujeres y del otro, los hombres y las parejas. Las chicas salen a bailar al medio de la embarcación, moviendo las caderas de una manera en extremo habilidosa y, si te animás, podés sumarte a su danza. No tendrán problema en enseñarte algunos pasos.

Siguiendo la ruta egipcia

Si bien los guías te explican cómo fueron construidas las pirámides o los grandes templos que recorren todo el país, lo increíble de estas construcciones no deja de sorprenderte (más aún si te animás a ingresar). Y así como se mantiene la inmensidad de estos monumentos, también está intacta la amabilidad de los lugareños que siempre están dispuestos a darte una mano. Claro que hay que estar atenta porque también pueden hacerte el viejo “cuento del tío”. Cuando preguntás por alguna dirección, te dicen que el lugar está cerrado -por alguna festividad u otra excusa- pero que podés aprovechar y visitar otro sitio muy recomendado. Así terminan mostrándote el camino a alguna tienda poco concurrida que se alimenta de estos pequeños engaños para subsistir.

Próximas paradas

  • Luxor: los iconos son el Valle de los Reyes y el Templo de Karnak. Es además una ciudad pintoresca, lejos del ruido de El Cairo. Te deleitás con las costumbres mínimas de sus pobladores: nosotras observamos como un vendedor ambulante dejaba el pan en un canasto que una mujer subía hasta su balcón con una soga.
  • Asuán: otra ciudad para salir a recorrer y parada obligada para llegar a Abu Simbel (salvo que vayas a Abu Simbel vía aérea desde la capital). Para llegar a estos templos, salís desde Asuán a las 4 de la mañana y atravesás el desierto con un convoy. Estos impresionantes monumentos son de los mejores mantenidos en todo el país. Como consecuencia de la construcción de la represa de Asuán, habían quedado casi sumergidos en el agua pero pudieron ser trasladados por partes y emplazados muy cerca de donde estaban.
  • Abu Simbel: Salís a la madrugada desde Asuán y atravesás el desierto para viistar estos tomplos imponentes.
  • Hurgada: visitar las costas del Mar Rojo es imperdible para hacer un stop entre tanta recorrida histórica. Preparate para bucear en aguas cálidas y descansar bajo una gran sombrilla de hojas de palmera. Sharm El-Sheij es otra ciudad costera que vale la pena.
  • Mar Rojo: Una excursión al Mar Rojo: sol, aguas cálidas y buceo.
  • Alejandría: fundada por Alejandro Magno es la ciudad más “occidentalizada” de Egipto en comparación con otras regiones del país. Sus sitios insignia son el Palacio de Montaza, la Ciudadela de Qaitbay y su famosa biblioteca.

De bazares y mercados

Jan el-Jalili es el más conocido. Ubicado en El Cairo, tomate una mañana o una tarde para recorrerlo. Encontrás de todo: desde las pirámides de Giza en miniatura hasta alfombras coloridas. Si te copás recorriéndolo, tomate un rato para sentarte en el café El-Fishawi. Tiene más de 200 años (el mercado tiene seis siglos) y su belleza y paredes espejadas acompañan la mística del lugar. En este gran bazar de El Cairo, encontrás cualquier cosa que estés buscando en Egipto. No te olvides de regatear: podés bajar los precios hasta más de un 50 por ciento.
Frente a Jan el-Jalili, hay un mercado al que van los cariotas para hacer sus compras habituales, plagado de pasillos aún más angostos que el anterior y sectores diferenciados. Te topás con puestos de telas, cacharros, artículos de belleza, ropa, frutas y hasta jaulas con gallinas.
En cada ciudad, hay un bazar para perderse. En todos vas a encontrar vendedores ávidos de concretar la transacción, no sin antes acceder al regateo que vos tenés que iniciar… ¡y llevar hasta el extremo! Puede ser un poco extenuante pero son las reglas del juego y una posibilidad de descubrir tu don para las negociaciones.

Las delicias árabes

El aroma más pregnante en Egipto es el de las especias y el de los tés que beben a toda hora, y que te ofrecen cuando llegás a un hotel o tienda. También el de las humeantes shishas (conocidas como narguiles en otros países) dispuestas en las veredas de los bares.
EL CENTRO: La comida al paso o “fast food” es exquisita. Un recomendado: el restaurante Gad. Es una cadena que tiene sucursales por todo el país. Te ofrecen menú bilingüe y con fotos. El plato tradicional es el koshary, un guiso a base de arroz, lentejas, garbanzos y fideos, cubierto con salsa especiada, ajos desecados y vinagre. Ponelo en tu lista gourmet junto con el falafel, todas las pastitas y salsas que quieras para acompañar un sandwich de pita (eso que nosotros llamamos pan árabe). Cerrá cada cena con un café egipcio: granos recién molidos combinados con cardamomo.
A las delicias dulces hojaldradas, embebidas en miel y almíbares, tampoco podés decirles que no. Y, desde ya, una bolsita de frutos secos o dátiles son el mejor snack mientras caminás y te encandilás con un país inolvidable.
Así, soñado, misterioso, ruidoso en las urbes y con silencios extremos en el desierto, Egipto te abre la cabeza y te enamora sin que te des cuenta. Aunque es un amor misterioso porque es imposible descubrir todos sus enigmas.

MINIGUÍA

  • Para ingresar a Egipto necesitás una visa que sacás en el aeropuerto de El Cairo y cuesta 25 dólares.
  • En cada mezquita y en algunos museos, te piden que te cubras los hombros, las piernas y ocultes el pelo. Lo más práctico es llevar siempre un pañuelo amplio en la mochila o cartera y usarlo cuando sea necesario.
  • Cambio: un dólar representa casi 18 libras egipcias (fácil calcular cuánto es en pesos) y, como referencia, por ese monto conseguís un buen desayuno.
  • Aéreos: para el mes de septiembre, hay vuelos de Lufthansa por 35 mil pesos. Otras opciones son, por ejemplo, viajar a Turquía vía Turkish Airlines y quedarte algunos días en Estambul. Desde ahí, tomar un vuelo a El Cairo.
  • Hospedaje: hoteles cinco estrellas ofrecen habitaciones por 2 mil pesos la noche en base doble. Hay propuestas más económicas -por 600 pesos la noche- como el Capital Hotel, muy confortable y con buena ubicación.
Más info: booking.com

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