Ejercitarse afuera (y cambiar la cabeza)
Sí, es verano y hace calor. Estar afuera de a ratos se torna insoportable, pero el día tiene momentos gloriosos. Las primeras y últimas horas de luz suelen tener una frescura perfecta, ideal para aprovechar haciendo aquello que nos compete: entrenar. Soy de los que consideran que entrenar al aire libre siempre es mejor. En 1990 empecé con la delivery gym, yendo con una camioneta equipada a dar clases. Los empresarios que se pasaban el día en reuniones, oficinas y espacios cerrados estaban encantados: poder pasar una hora en Palermo, Martínez o al lado del río era un literal y perfecto cambio de aire.
Es que la comparación es casi obvia. Estás cambiando aire acondicionado por frescura, luz artificial por natural, gritos de entrenadores por el canto de los pájaros (o a lo sumo, tu playlist elegida). Además, hacer ejercicio al aire libre favorece la liberación de cortisol, la hormona del estrés. Ejercitarte afuera te va a traer vitalidad; no sólo vas a estar respirando aire puro sino también recibiendo vitamina D y apreciando la naturaleza. Y todo este cambio de paisaje favorece la distracción, y por ende motiva a esforzarse más. No es sólo un cambio de locación, es uno de cabeza.
¿Y qué se puede hacer al aire libre? Caminar, correr, andar en bicicleta o en rollers, nadar, trepar, remar, saltar (si es a la soga, mejor saltos cortitos), bailar, hacer gimnasia localizada o mil variantes más. A mí me gusta mezclar un poco de musculación con algo aeróbico. Cuando salgo con alumnos, suelo utilizar circuitos. Por ejemplo, salimos a andar en bici y a los 20 minutos les hago hacer fuerza de brazos, seguimos y a los 10 paramos a hacer sentadillas, luego abdominales, y así.
Otra forma es sacar a pasear a tu perro. Creo que es la mejor actividad posible, porque no sólo estás haciendo un trabajo cardiovascular y de musculación sino que lo hacés con alguien que querés mucho, y a quien le hacés bien. Finalmente, para quienes quieren empezar a hacer algo de ejercicio pero no les gustan los gimnasios, salir a caminar es la solución. Una caminata intensa, de una hora, de un minuto por cuadra y moviendo con energía los brazos gasta entre 200 y 300 calorías, dependiendo del peso corporal y la velocidad.
Y como no puedo con mi genio, algunas recomendaciones: llevá gorra y protector solar. También, anteojos y agua (no muy fría, y tomala de a sorbitos). Y si salís de noche, llevá prendas reflectantes. Cuidate, y así tu nueva decisión de vida será puro beneficio.