El chip sexual ¿la solución a la falta de deseo?
Por fin se develó el secreto de una de las parejas más fogosas y duraderas del ambiente: la actriz Catherine Fulop (hoy más conocida por ser la madre de la ídola teen Oriana Sabatini o la suegra de la estrella del fútbol mundial Paulo Dybala) lo dijo: tiene puesto un chip sexual que la permite mantener la llama encendida después de más de dos décadas al lado de Osvaldo Sabatini (más conocido como Ova y por ser el hermano de la mejor tenista argentina de todos los tiempos).
Así como en su momento la vedette Carmen Barbieri también había confesado que había recurrido al chip para seguir teniendo "las mismas ganas que a los veinte", son varias las mujeres que orillan los 50 y ven en este dispositivo que libera testosterona y se aplica de forma subcutánea, generalmente en el glúteo, la solución a varios de los problemas que aparecen con la menopausia. La falta de deseo (o su disminución) es uno de ellos.
¿Pero es realmente efectivo? ¿En qué se diferencia del Viagra femenino? ¿Cuáles son los riesgos? ¿Las mujeres de ahora sienten presión social por mantenerse sexualmente activas el mayor tiempo posible? La realidad es que el chip sexual aún no está aprobado en la Argentina por la Anmat. Las que lo tienen puesto se lo implantaron en el exterior: Miami es una de las ciudades más elegidas para ponerse el famoso dispositivo, que se parece a un grano de arroz.
"Hay diferentes teorías acerca del chip sexual –dice la sexóloga Viviana Wapñarsky–. Tanto el chip sexual como el Viagra femenino son productos que funcionan más como placebo que por su composición farmacológica. Hoy en día hay una presión social por ser sexualmente activas durante toda la vida. Es un mito que el deseo decrece después de los 50; si bien es cierto que hay cambios corporales y hormonales, no necesariamente influyen negativamente. Y después de los 50 comienza una etapa hermosa, en la que la mujer, que ya no se preocupa por la posibilidad del embarazo, disfruta mucho. Pero tiene que ver con cómo cada mujer conceptualice el paso del tiempo y qué creencias tenga acerca de la menopausia. Cuanto más negativas sean estas creencias, más pobremente vivirá esta etapa".
En cambio, el médico psiquiatra y sexólogo Walter Ghedin reconoce que sí existe una disminución del deseo femenino: "La mujer lo sufre más que el hombre, sobre todo entrada la menopausia. Sin embargo, no solo se debe a factores biológicos: también se suman causas emocionales, sociales... Pero esto puede mejorarse. Lo importante es saber que el deseo sexual no es mensurable; es variable a lo largo la vida; es lábil (sujeto a edad, cultura, problemas personales, estrés, enfermedades, fármacos), y está influido por las fantasías, las emociones, los estímulos externos. También reafirma al sujeto en su estima y confianza personal por eso, cuando falta, provoca preocupación y problemas de pareja".
Según Ghedin, los pellets de testosterona han mejorado el deseo sexual en mujeres menopáusicas, así como los sofocos, la piel, la estructura de los huesos y el tono muscular. "La flibanserina (o Viagra femenino), en cambio, es un antidepresivo que actúa mejorando los niveles del neurotransmisor dopamina y reduce la serotonina, provocando un incremento del deseo sexual. No actúa elevando los niveles hormonales ni es un vasodilatador como el Sildenafil (el Viagra masculino). Al ser un antidepresivo con acción sobre el deseo, requiere que se tome diariamente", dice el especialista.
"En todo caso –sostiene Wapñarsky–, vale aclarar que el chip sexual o el Viagra femenino apuntan a aumentar el deseo en la mujer. Pero las fantasías y la posibilidad de desear no tienen que ver con un químico, sino con la capacidad personal, la relación con uno mismo, con el placer, la autoestima".
"Cada etapa vital requiere flexibilidad para adaptarse a los cambios –señala Ghedin–. Más allá de la pastillita rosa o el uso de chips u otros métodos para mejorar la biología corporal, las modificaciones subjetivas son siempre las más importantes"