Ideas y personas. El fascinante arte de capitalizar belleza
Es razonable medir a las corporaciones por su capital económico. Pero ¿y a las personas? Las medimos por su capital simbólico. Sólo que éste no es cuantificable. Entonces, exactamente, ¿qué parámetros son los que definen ese capital simbólico? Para algunos lo será la descendencia, para otros la trayectoria o incluso la habilidad discursiva. Yo elijo la belleza.
Lo bello indefectiblemente agrada. Poco importa qué entendemos por bello (ése es otro problema, también no cuantificable). El punto es mucho más simple: lo que nos parece bello, nos fascina, o a efectos de mi punto, a la cualidad de bello le otorgamos capital simbólico.
La semana pasada fue la presentación de la película Por el c amino. O un canto a la belleza. Dirigida por el brasileño Charly Brown (ya es indefectiblemente simpático que se llame igual al mítico amigo de Snoopy) e interpretada por una dotación de argentinos, uruguayos, norteamericanos y una actriz suiza, cuenta las travesías mínimas de un viaje en auto por Uruguay de una pareja, "marineros de tierra", según explicó el protagonista, Esteban Feune de Colombi.
El encuentro fue en el Centro Cultural San Martin. La audiencia, una cumbre de mujeres espléndidas: desde Esmeralda Mitre y la excelentísima vestuarista Beatriz Di Benedetto hasta Laura Orcoyen, pasando por Dolores Blaquier, la artista Victoria Aguirre, Teresa Costantini y Concepción Cochrane Blaquier (sorprendente siempre, por su atuendo), entre muchas otras que se mostraron absortas frente a la simpleza de una narración bella.
Dos detalles que llamaron su atención -en palabras de ellas mismas, ya que al final conversaron animosamente con el director-: las apariciones, en una película independiente, del fallecido pintor Hugo Arias (ícono de la costa del Este, y amigo íntimo de casi todas ellas) y de la archiconocida modelo Naomi Campbell. Aunque, y sólo a título personal, sorprendió que el proyecto contara con los derechos de autor de artistas como Radiohead o Sigur Ros.
La escena completa (quiénes miraban y qué miraban) encerraba una mística social de impacto.
Unos días más tarde, precisamente anteanoche, Cinthia Cohen inauguraba su muestra "Deforme", en el Centro Cultural Rojas. Valga la contradicción del título. Si bien la muestra hace alusión a elementos cargados de monstruosidad, lejos de molestar, su obra en realidad mimaba las retinas de los presentes, otro batallón de personalidades encantadoras: los artistas Ignacio Liprandi, Pablo Siquier, Jorge Miño y Eduardo Capilla rebosaban de alegría en un nuevo Rojas, que busca reposicionarse como un punto de encuentro de la ciudad.
El comentario que quizá más llamó la atención fue el de Romana Fabbris, una italiana de alto perfil e hija del célebre corredor de Fórmula 1 Andrea Fabbris, que insistió toda la noche en aplicar el título de la muestra a la vida cotidiana, para llegar a la conclusión de que las deformidades propias de cada uno también son bellas.
Ya se puso en mejores palabras: la belleza está en los ojos de quién la mira. Y esos ojos cobran vida. Son muchos, de hecho, en Buenos Aires.