El loco de Flaubert
Los grandes de la literatura francesa, en una sensacional novela gráfica
¡Al diablo el romanticismo!” Harto de sus angustias, Gustave Flaubert toma su remedio para los nervios y se concentra en la escritura de manera maníaca, al punto de convencerse de que él y Madame Bovary, su más famosa criatura literaria, son la misma persona. El escritor (de quien su discípulo Guy de Maupassant dirá que “lo vio todo, lo comprendió todo, lo sintió todo, lo sufrió todo, de una manera exagerada, desgarrada y deliciosa”) tiene una contextura oval y con su bigotito se parece al inspector Clouseau. No digas sí, di oui: la sensacional novela gráfica La comedia literaria, recién publicada en la Argentina, se presenta como “un cómic muy cómico sobre escritores franceses” y, si en la tapa puede verse a Racine, Moliére, Proust y Flaubert cruzando una senda peatonal como los fab four de la literatura gala, en sus interiores se dibujan con trazo grueso los anhelos y los traumas del genio creador, como Flaubert, el eterno hipocondríaco que no encuentra consuelo en el diagnóstico: “Para ser un auténtico romántico tendría que haber sido sifilítico de nacimiento y, en vez de eso, soy epiléptico”.
De Roldán a Boris Vian, La comedia literaria se propone como una delicia para los amantes de las letras y un desafío para los alérgicos a los libros: “¿Amás la literatura francesa? ¿Sabés la fecha exacta del nacimiento de Rabelais y cuál era la comida favorita de Proust? ¿Odiás la literatura francesa? ¿Tendés a confundir a Flaubert con Voltaire? ¿La palabra romance sólo te recuerda al día de San Valentín?”. Con preguntas retóricas y caricaturas sarcásticas, la dibujante Catherine Meurisse se burla con altura de la flema literaria de su país y, en la rebelión, inscribe su obra en una tradición satírica de esta época: humorista de la revista Charlie Hebdo, ella demuestra que no existen los monstruos sagrados aunque hayan sido algunos de los artistas más importantes de la historia. Ebrio de café, Honoré de Balzac literalmente se mata trabajando y, embadurnada de rouge, Colette aparece como la primera mujer que tiene un funeral de Estado aunque al paso del cortejo un remilgado se escandalice: “¡Qué vulgar!”.
Nacida en 1980, Meurisse publica sus piezas de humor en los diarios y las revistas más importantes de Francia y en la novela gráfica encontró el medio para expresar lo indecible: en La Légèreté vuelve, con densa ligereza, al 7 de enero del 2015 para contar cómo los terroristas destrozaron la vida de sus amigos de la redacción de Charlie Hebdo y cuál fue el vía crucis personal que transitó para retomar su carrera (en la tapa, se la puede ver a ella misma dibujada de espaldas cruzando un desierto de sal). En La comedia literaria el pulso es cómico pero aun así, cruel (es probable que no exista el humor sin crueldad) porque los maestros se convierten en caricaturas y ella los lleva hasta el ridículo, obsesionados por el estilo o desvelados por las críticas que puedan recibir aunque el canon literario haya reservado para ellos un lugar entre los mármoles.
Acaso convencida de que me hacía un favor, mi profesora de Literatura en la secundaria me obligaba a aprender de memoria los textos que se leían en clase (todavía recuerdo los primeros versos de La vida es sueño, ¡ay, mísero de mí!) y aunque soy un lector infatigable ahora pienso que una novela gráfica como ésta me habría despertado un amor todavía mayor por los grandes libros: la letra con risa entra. “Catherine Meurisse despoja la erudición de seriedad y se ríe de ella con una alegría muy comunicativa, todo para llegar a lo esencial de su propósito”, escribió Doris Lessing, ganadora del Nobel de Literatura: “Demostrar que el arte es un combate que se renueva sin cesar”.
Cinco reflexiones sobre el poder de la escritura
Pureza
En Carta sobre el poder de la escritura, un librito recién publicado, Claude-Edmonde Magny dice a Jorge Semprún que “nadie puede escribir si no tiene el corazón puro”.
Objetivo
En 1943, la filósofa francesa escribe al autor español que lo importante no es lograr el libro sino “consolidar la experiencia interior que lo engendró”.
Desapego
Para Magny, Balzac es un autor más valioso que Flaubert porque éste produjo un arte estrecho que “proviene de la ansiedad de ese apego hacia sí mismo”.
Humildad
“Al igual que no pueden ser buenas, las personas demasiado pagadas de sí mismas no pueden ser lúcidas. Narciso no puede verse tal como es ni conocer a los demás.”
Silencio
En una época plagada de discurso, Magny concluye que las palabras escasas son más valiosas: “Los mejores escritores son quienes callan”.