El picnic desplaza a los restaurantes en los clásicos encuentros de fin de año
En esta época, es uno de los formatos más elegidos para celebrar cumpleaños, despedidas o incluso lanzamientos comerciales
La invitación llega por mail. La firma tecnológica que convoca quiere presentar una nueva línea de productos. Pero el evento dependerá del clima, porque el convite es al aire libre: "Te esperamos a compartir un picnic".
Así eligen muchos por estos días celebrar un cumpleaños de 40, despedir el año con los empleados, dar a conocer un proyecto a sus clientes o lanzar una nueva marca. Los mejores sitios para celebrar y compartir una comida ya no son las mesas de un buen restaurante, un salón o un hotel. A veces, y sobre todo en esta época del año, el césped del jardín de una casa o el de alguna plaza porteña son los elegidos. El picnic, en sus versiones urbanas, campestre, costera y de lujo, revive su época de oro. Más de moda que nunca.
Algunos protestarán y dirán que nunca abandonaron el hábito, otros reconocen que sólo es un buen recuerdo de la infancia y existe un nuevo público que lo convirtió en un recurso alternativo de celebración. Hasta lo presentan como algo original, canchero, bien trendy.
"Hace dos veranos fueron las pool parties. Pero este año el furor está en los picnics. Demostraron tener mucha más aceptación por parte de la gente. Es algo sencillo, práctico, con onda y, sobre todo, muy relajado. Con las pool parties la gente estaba un poco más rígida. Al final, por pudor o vergüenza, nadie terminaba tirándose a la pileta. El concepto podía ser muy aspiracional, pero en la práctica no tenía el mismo efecto. En cambio, no hay nadie que en un picnic no se anime a descalzarse y quedarse en patas", asegura Florencia Rico, de Blum!, una agencia de marketing y comunicación que, para despedir el año, organizó un picnic en la plaza frente a la embajada de los Estados Unidos, en Palermo, muy cerca de sus oficinas. "Está alineado con la tendencia de volver a lo básico, a lo natural -agrega su socia, Luciana Zuvic-. Cuando el año pasado comenzamos con los antidomingos de Campari fue el inicio de la tendencia. Y ahora se convirtieron casi en un caballito de batalla. Un picnic nunca falla. A menos que llueva, porque el clima siempre es un imponderable. Pero, más allá del pronóstico, una de las principales razones para organizarlo es que es un buen plan para todo el mundo. Va bien con distintos perfiles y edades. Lo comprobamos la semana pasada con el que hicimos para despedir el año. Hasta la gente que pasaba caminando por la plaza tenía ganas de sumarse".
Tal fue la demanda que tuvieron en Blum! que decidieron incorporar una nueva unidad de negocios, Catering Sobre Ruedas. "La estética y el servicio tenían que estar acorde, así que ahora todo está resuelto con modernos carros bicicletas que pueden trasladarse por cualquier plaza o jardín."
Algo más que una canasta
Manteles a cuadros, almohadones, canastas, vajilla para la ocasión, velas, globos, guirnaldas, luces y música. El resto de la ambientación está a cargo de los árboles, las flores y las plantas. Naty Vidal cumplió 40 años, y de la idea inicial de hacer una fiesta "a todo trapo" en un salón pasó a un picnic para 50 personas en el jardín de la casa de su hermana. "Al principio tuve la fantasía de hacerlo en los bosques de Palermo, pero después me pareció mejor en un lugar más íntimo. Y fue impresionante. Mis papás, mis amigas, los hijitos de mis amigas y mis primos, todos con distintas edades la pasaron genial. Fue un almuerzo que se extendió casi hasta la noche. Y como no quería improvisar, contraté a una agencia de eventos. Después todos me pedían la data", asegura ella.
No en vano desde el gobierno de la ciudad se desarrolló este año un programa de picnics en el microcentro porteño todos los viernes a partir de las 12 del mediodía. Con la idea de que la gente aproveche los espacios al aire libre, se pusieron mesas y sillas en la plaza San Martín, Roberto Arlt y Retiro. En las primeras ediciones también acompañaba un DJ. Y los restaurantes de la zona, detrás de la tendencia, aggiornaron sus menús ejecutivos en el formato take away. Con packaging acorde y, en algunos casos, hasta un pequeño mantel para que el cliente pueda sacarse los zapatos, aflojarse el nudo de la corbata y disfrutar de un almuerzo distendido, al más puro estilo inglés.
De hecho, según cuenta la historia, el hábito se remonta a principios del siglo XIX, en Francia y luego en Inglaterra. El picnic surge entonces como una costumbre de la aristocracia, que puso de moda las comidas al aire libre. Allí nada era improvisado, y se desplegaban sobre el césped todo tipo de decoración, telas, mobiliario, vajilla y cristalería para degustar las exquisiteces que había dentro de la canasta. Y si de diseños de una cesta se trata, hasta las marcas de lujo también han desarrollado en estos últimos años sus líneas exclusivas para picnic: Chanel, Carolina Herrera, Louis Vuitton o Hermès, por nombrar algunas, aunque es difícil conseguirlas en la Argentina.
Elea Arias Larroudé, que trabaja en el canal web FWTV y hace pocos días asistió a un evento empresarial con formato de picnic, resume su experiencia: "Me pareció superoriginal desde que recibí la invitación. El jardín estaba lleno de colores, los árboles con lucecitas, los manteles enormes -asegura-. Cada vez llegaba más gente, y de a poco todos se iban relajando, estirando las piernas, cruzados como indios o recostados sobre los almohadones. Se hizo de noche y encendieron velitas por todas partes. Y, claro, nadie se quería ir".