Entrenamiento. Coacheá tu vida
Los que me conocen sabe que soy un estudioso y un lector ávido de todo lo que sea superación, desarrollo personal, liderazgo. Cuanto más invierto en mi formación, más me beneficio no solo yo, sino los que me rodean, desde mi familia y amigos hasta mis alumnos. En ese camino, esta semana cerré un ciclo comenzado el 2020: me certifiqué como coach en la Escuela Líder Coach Profesional, con un programa de estudios con el aval más alto que otorga la International Coaching Federation. Siempre sostengo que el músculo más difícil de trabajar es el de la voluntad. En mi caso, sostuve mi decisión y compromiso acomodando horarios, salidas y restando horas de descanso. El resultado valió el esfuerzo.
Si se están preguntando qué tiene que ver el coaching con el ejercicio, puedo decirles que mucho. La cantidad y calidad de herramientas que me dio la carrera es algo extraordinario, y muchas pueden aplicarse tanto al entrenamiento como a la vida. Por eso quisiera compartirles algunas en esta columna.
En principio, con el coaching no resolvemos situaciones, sino que trabajamos con la persona para que pueda distinguir su mapa mental, la manera de percibir y de interpretar el mundo. A partir de entonces se hacen los cambios necesarios. Como sostiene Samuel Stamateas, director de la escuela, las cosas no son como son, sino como las vemos y nos sentimos en ese momento. Cada uno es un observador diferente, esto permite aceptar que no es tanto “tengo razón” como “este es mi punto de vista”. Al aceptarlo, podemos escuchar al otro y enriquecernos con su visión. Otro aprendizaje es que nos construimos en el lenguaje. Lo que no existe en nuestro lenguaje, no existirá en nuestro mundo. Nuestras palabras determinan la calidad de nuestra vida. No podemos pretender sentirnos plenos y felices si hablamos de desánimo, enfermedad o preocupación. O si jamás le damos espacio a la posibilidad de empezar a movernos y encontrar un ejercicio a nuestra medida.
Aprendí que el significado no está en los acontecimientos que nos pasan, sino en la narración que hacemos de eso que nos pasa. Somos nosotros los que, a través de lo que nos contamos, le damos significado. Y así como hay gente que lo único que hace es hablar de lo mal que está y de un futuro incierto, quienes pueden visualizar uno más esperanzador, con versiones de sí mismos motivadas y encaminadas a sus proyectos, están más cerca de la meta. Según Stamateas, la conversación es como sostener un vaso: el peso siempre es el mismo, pero cambia por el tiempo que lo sostengamos en la mano. Tenemos el poder de resignificar lo que nos pasa, de modo de extraer aprendizajes positivos aun en momentos negativos. Estamos a una conversación de nuestro futuro. Entonces, ¿qué conversación nos está faltando tener con nosotros mismos?
Libros
Para mantener la mente en forma
- El hombre que amaba las gaviotas. Osho
- Del buen uso de la compasión. Jacques Ricot
- Open, Memorias. Andre Agassi
- Los cuentos que yo me cuento. Alejandra Daguerre