Es de Brasil y eligió vivir en Bs. As.: “Atrae el acceso a la educación y salud de calidad”
Sus amigos le dijeron que estaba loco, que irse a vivir a Buenos Aires no tenía el menor sentido. “¿Qué vas a hacer en Argentina?”, lo indagaban. “No hay nada bueno allá”, “Te vas a arrepentir”, “Pronto volverás a Río de Janeiro”, “A los argentinos no les gustan los brasileños”, le aseguraban. Pero lo cierto era que a Leonardo Azevedo Failde le quedaba poco que perder.
Cuatro años atrás había fallecido su padre y hacía uno que su madre había dejado este mundo. Su hermano, encadenado a una adicción, estaba alejado de su vida. Por lo demás, trabajaba en una empresa distribuidora de bananas, era soltero, ya estaba en sus treinta y sentía que nada pasaba, que estaba estancado. Su fe y su iglesia eran lo único que lo mantenían en pie y, sin embargo, sus amigos le cuestionaban si estaba yendo en la dirección de Dios: “Pero yo me sentía en paz con mi decisión. No tenía absolutamente nada que me atara a Río. Había mucha violencia, poco empleo que pagase bien, y un costo de vida alto”.
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Leonardo ya conocía Buenos Aires. Desde 2008 que viajaba a la ciudad por temas comerciales, pero nunca antes había pensado en dejar Brasil. Todo cambió en 2013, cuando una amiga le pidió que le contara acerca de la Argentina, ya que se iría allí a estudiar arquitectura: “Me despertó la curiosidad. No sabía acerca de la posibilidad para los extranjeros de estudiar en la Universidad de Buenos Aires. Sentí que se había presentado una oportunidad de cambiar mi rumbo. Así que le dije a mi amiga, Brenda, que iría con ella, y pagué una asesoría estudiantil que realizaba todos los trámites”.
En febrero de 2014, Leonardo llegó a Buenos Aires ya no como turista, sino como inmigrante con un sueño más complejo por cumplir: cambiar su vida por completo.
Buenos Aires: Una llegada fallida y una nueva vida que no podía comenzar
Arribó colmado de dudas y miedos. Sabía que se había animado a dar un gran salto de fe que muchos anhelan, pero pocos tienen el coraje de concretar. Los temores eran inevitables; con el alquiler del departamento heredado de sus padres tendría lo justo para vivir, y rezaba porque no surgieran problemas con los inquilinos.
Las complicaciones no tardaron en llegar. Junto a su amiga se alojaron en un hostel en plena calle Florida con la esperanza de que en diez días pudieran alquilar un departamento. Pero cuando el dinero que Leonardo esperaba recibir finalmente ingresó, se encontró con su tarjeta de débito bloqueada, sin motivo aparente.
“Los días pagos del hostel se estaban agotando y con el poco dinero de mi amiga no alcanzaba para seguir allí y menos para alquilar; apenas comíamos, no teníamos empleo, era difícil concentrarse en los estudios y no veíamos la forma de poder comenzar una vida en Argentina”, revela Leonardo. “Por suerte un amigo en Río me prestó un importe hasta que pudiera resolver el problema con mi banco, un proceso que tardó años en los que tuve mi cuenta bloqueada para movimientos en Buenos Aires, lo que derivó en varios procesos judiciales”.
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Mientras intentaban encontrar empleo, estudiar y sobrevivir, Leonardo descubrió que en la capital argentina también se hallaba la iglesia para la que congregaba en Río, aunque solo asistió una vez, ya que estaba enfocado en resolver su vida: “Pero los problemas solo aumentaban y en septiembre le propuse a mi amiga volver a Río”.
Brasil: una sensación de fracaso y una revelación
Brasil lo vio regresar cabizbajo a su antigua vida e incluso a su antiguo trabajo. Leonardo llegó a Río de Janeiro con una inmensa sensación de fracaso y vacío. Dos meses pasaron y la tristeza no menguaba. Algo no estaba bien, sentía que se había dejado vencer por la presión de los problemas demasiado pronto. Una mañana lo comprendió con claridad: dejar Argentina había sido la peor decisión de su vida.
“Brasil ya no era mi lugar, no me sentía feliz. Me encontré escuchando las radios online de Argentina, miraba mi DNI y algunos billetes de pesos argentinos y me daban ganas de llorar y volver volando”, confiesa. “Sumido en ese sentimiento, me puse en contacto con la iglesia en Buenos Aires y, luego de varias charlas y su pleno apoyo, decidí volver definitivamente. Desde entonces todo fue para mejor y encontré mi lugar en Argentina”.
Argentina por segunda vez: Diversidad, seguridad y manifestaciones
Buenos Aires le dio la bienvenida a Leonardo por segunda vez con los brazos abiertos. Con una idea más clara acerca de sus pasiones y objetivos, de a poco su rutina se acomodó y fue capaz de observar con nuevos ojos a una ciudad que siempre había amado.
“¡Es tan diferente a Río! En Buenos Aires existe una diversidad de culturas que percibo muy superior: hay una gran comunidad de brasileros, venezolanos, colombianos, paraguayos, bolivianos, peruanos, chilenos, chinos y tanto más...”, observa con una sonrisa.
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“Después, y a pesar de las dificultades evidentes, no existe la violencia que hay en Brasil, en especial en Río. La policía en Argentina tiene mayor expectativa de vida, ya que no hay conflicto armado contra el crimen organizado a los niveles de Brasil. Allá, en Río, si un policía pasa los 50 años es un vencedor, pues varios pierden la vida antes de esa edad por la magnitud de la violencia”, continúa. “Imaginemos las avenidas más concurridas de allí, como Av. Brasil, Linha Vermelha, Linha Amarela (equivalentes a Av. 9 de julio, Av. Pueyrredón o Av. Córdoba) completamente paralizadas, la gente saliendo de sus autos, protegiéndose de los tiros de los policías contra los narcotraficantes... Así de impresionante es en ocasiones y me parece impensable en Argentina, donde por supuesto hay inseguridad, pero está relacionada al crimen aislado”.
“Y me llamaron mucho la atención las protestas en Buenos Aires. Siempre hay un sindicato de alguna categoría para reclamar alguna cosa. En Brasil rara vez vemos algo así. En Argentina, a veces, veo protestas de apenas treinta personas que paralizan todo el centro y pareciera que está todo bien, porque es un derecho”.
Trabajar en la Argentina: La importancia de estar calificado
Con su espíritu positivo, poco a poco Leonardo halló su camino entre las costumbres argentinas, algunas una tanto llamativas, como el beso en la mejilla entre hombres. Con una nueva y sólida red de amigos, la gran ciudad emergió bella, cosmopolita, accesible y cercana: “Río tiene tres líneas de subte, Buenos Aires, seis. Aquí el transporte público funciona mucho mejor que en Brasil y no vale casi nada en comparación. ¡Me impactó al principio!”
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En relación a lo laboral, por otro lado, el carioca pronto comprendió la importancia de calificarse para ampliar sus posibilidades: “En Buenos Aires siento que se puede acceder con mayor facilidad a trabajos mejor pagos que en Río y a una buena calidad de vida, pero hay que tener formación académica, experiencia laboral en empresas reconocidas y, por supuesto, saber inglés”.
“Para los extranjeros hay muchas oportunidades. En mi caso, trabajo en una empresa brasileña de asesoría estudiantil para dar soporte a los miles de brasileros que llegan todos los años. Hay muchos factores que atraen al extranjero a vivir aquí, como el acceso a la educación y salud pública de altísima calidad, e incluso a instituciones privadas como Barceló, que para nosotros es un regalo. En Brasil, para estudiar en una pública, el proceso es muy difícil y con un límite de vacantes para las principales carreras. Entonces, un brasileño, con un monto relativamente bajo de reales mensuales, puede estudiar, pagar alquiler, alimentarse y realizar su sueño”.
“Pero hay realidades que nos golpean igual. Estoy terminando mis estudios en Administración Hotelera Internacional en una escuela francesa privada que hay en el edificio de la Alianza Francesa. Trabajé dos temporadas de verano en hoteles 5 estrellas en Punta del Este e hice dos experiencias en hoteles 4 estrellas, aquí en Buenos Aires. Pero, debido a la pandemia, mi sector -el turismo- fue el más afectado”.
El honor de vivir en Argentina
Siete años han pasado desde el día en que Leonardo llegó a la Argentina para transitar lo que él considera su renacimiento. Su camino fue duro: tropezó, cayó y por un momento se declaró vencido. Volver a su vieja vida sirvió para revelarle que él ya no era el mismo y que su tierra de origen pertenecía a un pasado ajeno a su deseo de reinvención.
“Siento que Argentina me enseña y nos enseña cada día a todos los habitantes de este suelo, que, a pesar de las penas, a pesar de los problemas - que no son pocos-, a pesar de la corrupción, las fallas políticas, la economía y tanto más, este es un país que incluso en las adversidades logra superarse, dar batalla y conquistar derechos”.
“Es un honor para mí residir en una Argentina mundialmente reconocida por considerarse que tiene la mejor carne, el mejor vino, el mejor jugador de fútbol de la actualidad, universidades de altísima calidad que han brindado premios Nobel y tanto más. Es una nación que, desde su creación, les da la bienvenida a los extranjeros con deseos de trabajar y desarrollarse para construir un mejor lugar, y que nos da una esperanza de que, en algún momento, vamos a salir de toda esta crisis y juntos transformar este país y habitar en un presente mucho mejor al que vivimos hoy. Y creo que ese tiempo llegará pronto. Somos capaces si nos unimos. Siento que veremos una Argentina como nunca antes fue vista en la historia de esta nación”.
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Argentina Inesperada es una sección que propone ahondar en los motivos y sentimientos de aquellos extranjeros que eligieron suelo argentino para vivir. Si querés compartir tu experiencia podés escribir a argentinainesperada@gmail.com . Este correo NO brinda información turística, laboral, ni consular; lo recibe la autora de la nota, no los protagonistas. Los testimonios narrados para esta sección son crónicas de vida que reflejan percepciones personales.