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 • Historias

Es monja, vivió 12 años en una cueva en los Himalayas y ahora está revolucionando el mundo budista

Diane Perry dejó todo, se consagró como monja y cambió su nombre por Tenzin Palmo. En una entrevista exclusiva nos cuenta la historia de cómo y para qué sobrevivió 12 años en una cueva mientras nos da sus mejores consejos para deshacernos del odio y el dolor.




Diane Perry, ahora Tenzin Palmo, tenía 18 años cuando un libro de budismo cayó en sus manos. Siempre le habían interesado las religiones y ya había leído de todo en su corta vida, pero hubo algo de esa publicación que la impresionó más que el resto: no hablaba de un dios creador, sino de un camino de iluminación personal que cada uno debía transitar. Dos años más tarde y con 20 años, decidió dejar un trabajo de bibliotecaria en su Inglaterra natal para viajar a la India, donde conoció a su maestro, Khamtrul Rinpoché, y donde cuatro años más tarde se consagró como monja dentro de la disciplina del budismo tibetano.

Tuvo un camino de aprendizaje difícil: era la única occidental y la única mujer en el monasterio, pero logró instruirse como una más e incluso destacarse. Hasta que un buen día, aconsejada por su maestro y ya con 33 años, decidió partir a las alturas de una cueva en los Himalayas para dedicarse a meditar en soledad. Ahí vivió durante 12 años, soportando temperaturas de 35° bajo cero, sobreviviendo a avalanchas, cultivando sus propios alimentos y solo bajando al monasterio en los veranos, para instruirse y buscar víveres. Los últimos tres años, de hecho, estuvo totalmente aislada, hasta que un buen día llegó a la puerta de su cueva un oficial de migraciones, quien le anunció que su visa había expirado. Fue una señal.

Decidió entonces abandonar su retiro para dedicarse a la misión de ayudar a otros en el camino de la iluminación y para abocarse a la creación de un verdadero hito dentro del budismo: un convento especialmente pensado para mujeres que tuvieran la voluntad de instruirse en la disciplina budista. Hoy su convento alberga a alrededor de 100 monjas, a las que, con la ayuda de varios monjes, les transmite su sabiduría y les allana el camino que a ella tanto le costó transitar. En una tarde, aprovechamos para charlar con ella y le hicimos algunas de las preguntas que nos surgen en el día a día.

¿Cómo podemos evitar preocuparnos?

Shantideva, quien fue un erudito budista indio del siglo VII, dijo: "Si podemos cambiar las cosas, ¿para qué preocuparnos? Y si no podemos cambiarlas, ¿para qué preocuparnos?". Creo que el problema es que las personas hacen de la ansiedad un hábito, cuando lo importante es desarrollar la habilidad de lidiar con todo lo que nos pase.

¿Cómo podemos deshacernos del enojo y el rencor?

Muchas personas, cuando empiezan a meditar, creen que van a estar más tranquilas y en paz. Sin embargo, cuando la mente empieza a tranquilizarse, empiezan a despertarse antiguas heridas y recuerdos, que no tenemos que reprimir, sino reconocerlos y aceptarlos. Si podemos enfrentarnos a estos sentimientos con amor y compasión, van ir disminuyendo gradualmente, hasta finalmente desaparecer. Para eso tenemos que darnos amor a nosotros mismos, algo muy importante. Las personas siempre hablan de dar amor a los demás, pero el budismo se trata, en realidad, de darnos amor y hacernos amigos de nosotros mismos. Si fuésemos tan perfectos, no necesitaríamos una vida espiritual.

¿Cuál es el obstáculo más grande que tenemos que atravesar en nuestro camino espiritual?

Creo que el problema más grande es que muchas personas no creen ni confían en sí mismas. Estamos constantemente dándonos mensajes negativos y criticándonos, en especial los occidentales. Es irónico, porque ellos se muestran con mucha confianza, pero cuando uno indaga, se puede ver su falta de fe en sus habilidades para superar los obstáculos. La seguridad en uno mismo es muy importante, porque si no creyéramos que podemos hacerlo, no haríamos nada.

¿Qué podemos aprender de las personas que nos generan rechazo?

Deberíamos ver a esas personas como una gran ayuda en nuestro camino espiritual, porque la paciencia y la tolerancia son dos de las cualidades necesarias para realmente florecer en nuestra práctica. Cuando nos encontramos con una persona que es difícil, en vez de enojarnos y ponernos a la defensiva, podemos aprovechar para apreciar que es alguien que nos está ayudando. Incluso, a la larga, hasta puede resultarnos un desafío divertido: cuanto más malos sean con nosotros, mejores podremos ser. Obviamente, con esto no quiero decir que tengamos que soportar casos de abuso ni que debamos permitir que las personas se aprovechen de nosotros. En casos extremos, si es necesario, debemos defendernos y desarrollar la valentía, pero siempre con cierta compasión, porque tenemos que entender que las personas que actúan así claramente no son felices. Sin embargo, en el día a día, por ejemplo, en la oficina, podemos aplicar la paciencia y la tolerancia con las personas con las que no sentimos mucha empatía.

¿Cómo deberíamos tratar con las personas abusivas?

Todo depende de si nuestras respuestas se basan en el enojo o en la amabilidad y la compasión. Lo importante es entender a estas personas, porque ellas están atrapadas en un mundo negativo que es muy triste. Eso no significa que debamos dejar pasar el maltrato, pero al mismo tiempo tenemos que saber que si respondemos con ira, estamos agregando más leña al fuego.

¿Cómo podemos lidiar con el miedo?

El miedo es el arma del ego, porque soy yo quien quiere que las cosas salgan bien. Tenemos que trabajar con el ego para balancearlo y ser más sanos psicológicamente. El gran problema es tener miedo a que las cosas no sucedan como nosotros queremos. No hay nada de qué preocuparse, está todo bien, porque vas a poder solucionarlo. La cuestión es enfrentar los miedos, escucharlos y darnos cuenta de que son solo juegos de nuestro ego.

¿Tenés algún consejo para concentrarnos mejor durante la meditación?

Creo que lo importante es relajar totalmente la mente. Muchas personas creen que la meditación sirve para obtener algo, pero, en realidad, es más sobre soltar y desechar cosas. Hay que relajar la mente lo más que se pueda, pero, al mismo tiempo, intentando estar lo más presentes posible. La meditación se trata de abrirse y estar más concentrados.

Hoy en día eso es muy difícil porque tenemos que ser muy productivos todo el tiempo...

Los sociólogos, neurocientíficos y psiquiatras descubrieron que realizar muchas tareas al mismo tiempo es malo para la salud, porque nuestro cerebro no está hecho para eso, nos deja agotados. Además, es ineficiente, porque las personas cometen errores, se manejan superficialmente y no dejan lugar a la creatividad. Tenemos que intentar prestarle toda la atención que podamos a lo que estamos haciendo, para que la mente pueda sobrellevarlo. Debemos ser más amables con nuestro cerebro.

¿Cuál creés que es nuestro rol como mujeres?

Creo que es muy importante que las mujeres se apoyen y respeten mutuamente, y que lo hagan sin querer parecerse a los hombres. Tenemos que valorar todas las cualidades especiales que tenemos y contribuir a través de eso, porque ya hay demasiada energía masculina en el mundo, que necesita ser balanceada con energía femenina genuina. También es necesario que las mujeres no se identifiquen tanto con la belleza de su imagen, porque es muy triste que solo la apariencia física represente lo que sos.

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