Viajes / Ecología. Esteros del Iberá: un paraíso custodiado
Es lo más parecido al Edén que pueda imaginarse: 1.300.000 hectáreas en el corazón de Corrientes que albergan una diversidad de fauna y flora única. Los humedales más importantes de la Argentina son Reserva Provincial desde 1983
Corrientes.– Objetivo: llegar a ese lugar de ensueño, el Iberá, del que se sabe poco. Apenas unos datos dispersos pueden despertar la curiosidad de los intrépidos: hay yacarés, carpinchos y miles de pájaros; está relativamente cerca de la ciudad de Mercedes, Corrientes; es un ecosistema con una biodiversidad única.
Después de unas horas de viaje en micro hasta Mercedes, cuando apenas despunta el alba, los 120 kilómetros de camino de tierra son la única vía para llegar a verlo. La camioneta y el mate caliente aguardan para emprender la marcha.
Destino: Colonia Carlos Pellegrini, la única población que orilla los esteros con acceso directo a la laguna Iberá.
Los primeros indicios de que se aproxima la laguna son las típicas palmeras que, con sus troncos enhiestos, empiezan a proliferar.
Pájaros, algún carpincho al borde del camino y los sonidos de la naturaleza son señales claras de la cercanía del agua.
Y de pronto, el paisaje se abre a ambos lados y estalla un horizonte redondo, acuoso y verde. Indescriptible.
Marcelo Noailles, conductor de la camioneta, dueño de la Hostería Ñandé Retá y anfitrión, se ríe con ganas ante las exclamaciones de los visitantes. Para él, como para tantos otros que pasean su osamenta sobre ese paraje, la exuberancia es cosa de todos los días. Cuando se cruza el puente Bayley, que une la laguna con Colonia Carlos Pellegrini, declarada Villa Ecológica, el esplendor es absoluto.
Pellegrini es una población chica: 600 habitantes dicen unos, 400 dicen otros. Cifras más, cifras menos, el caserío de barro, construido con antiquísimas técnicas locales, da la bienvenida con sus calles que evocan en guaraní la fauna y flora de la región: Yacaré, Ñangapiry, Guasuvirá, Aguará, Yaguareté… No hay otra música que pueda sentarle al paisaje que no sea el chamamé.
Los hombres del lugar, de estricta bombacha y sombrero, caminan descalzos o en alpargatas por las calles de tierra, y dialogan entre ellos en su idioma.
Muchos foráneos se enamoraron de la zona y de su gente, concretaron iniciativas de ecoturismo y se quedaron a vivir. Es el caso de Estrella, sanjuanina, licenciada en Turismo por la Universidad de El Salvador, que de tanto llevar turistas terminó por caer rendida a los pies del Iberá. O el de la suiza Regula Lacona, que dejó Zurich junto a su marido argentino y se radicó al borde del agua en su Irupé Lodge. O el de Elsa Güiraldes, que cambió el ruido y el caos de Buenos Aires por su Posada de la Laguna, con una vista directa a los embalsados y un jardín frecuentado por carpinchos –"son grandes máquinas de cortar el pasto", bromea– y yacarés.
La vida en Pellegrini es sencilla. El ritmo lo pone el entorno. Mañanas de termo y mate, tardes de navegación por los esteros o salidas al campo a cuidar animales, atardeceres de chamamé y charlas en guaraní.
Por el río Miriñay
Para los turistas la rutina está vedada. Las salidas en lancha para avistar fauna por los canales del humedal son siempre diferentes, de acuerdo con los caprichos animales.
Cuentan los libros de historia que, desde la llegada de los conquistadores españoles, a finales del siglo XVI, "la región siempre estuvo cubierta por un halo de misterio que acuñó mitos y leyendas abonados por la fértil imaginación de los guaraníes".
Parte de ese acerbo cultural es transmitido a los visitantes durante los paseos en lancha por los bañados.
"En una época –cuenta Pedro mientras señala los esteros, de pie sobre su embarcación, botador en mano– estaba lleno de cazadores furtivos. Hay partes de los esteros donde nadie ha podido entrar. Pero los cazadores sí: se pasaban meses sin salir de los embalsados. Por eso, si uno se adentra, se va a encontrar con muchos naranjos. Porque los cazadores llevaban naranjas y dejaban caer las semillas para que germinaran. Así, con el tiempo, podían alimentarse de las frutas sin necesidad de cargar víveres."
Muchos de esos cazadores, con la creación de la reserva, fueron convertidos en guardafauna: nadie conoce los secretos del lugar como ellos. Y es a ellos a quienes, de acuerdo con la reglamentación vigente, hay que rendirles cuenta cuando se sale en bote. El paso por el Centro de Interpretación, al borde de la laguna, donde los guardafaunas toman nota de quiénes y cuántos son los que se adentran en los bañados, es obligado.
Pedro Noailles, capitán del navío y propietario de la posada Ypa Sapukai, es, además, un experto en la fauna y flora del Iberá. Con el motor en marcha se puede bordear el embalsado, pero una vez en los canales hay que apagar motores, moverse sólo con un botador y hablar en voz baja para no molestar.
En medio de trinos y aleteos, hay que estar atento al agua, pues los yacarés de todos los tamaños salen a tomar sol. Se mueven tan sutilmente que apenas se divisan unas líneas que van dejando sobre la superficie cuando nadan. Hay cientos. Y la pregunta de los citadinos se impone: si uno se mete en el agua, ¿atacan? Pedro Noailles sonríe y responde, respetuoso de la ignorancia ajena: "Si no se los molesta, no. Además, ningún yacaré va a atacar a una presa que lo supere en tamaño."
Una familia de carpinchos mastica plantas allí; otra de chajaes alimenta a su cría más allá; una bandada de mariposas multicolor se posa con suavidad sobre un camalotal hecho de amapolas del agua, rabiosamente amarillas. En medio de los bañados el tiempo parece detenerse. La geografía es lo más parecido al Edén: cielo abierto y azul, aguas verdes y calmas, horizonte infinito, los trinos de las aves en concierto y el respeto profundo que guarda el hombre hacia el lugar producen en el ánimo un estado casi meditativo. Nada perturba. Nada desentona. Y los animales se pasean sin ninguna aprensión por el ser humano.
"Son así de mansos porque están acostumbrados a que los tratemos bien –explica Pedro–. Nadie los molesta y ellos no desconfían porque no tienen recuerdos de maltratos. Por eso es tan importante ser respetuosos. Si empezamos a perturbarlos se van a ir esteros adentro y nunca más vamos a ver un bicho."
Por el pantano
El estado ideal para quedarse en Pellegrini es la contemplación. No hace falta trasladarse mucho ni emprender grandes aventuras porque la naturaleza está al alcance de la mano.
Aunque es recomendable irse con José Martín a caballo por los pantanos, bordeando la laguna, mientras este colosal lugareño cuenta historias de duendes y va diciendo los nombres de las plantas y de los pájaros. José tiene la alegría a flor de piel y es un gran animador de jornadas. Sus lecciones de botánica son un lujo para cualquiera. Es, además, capaz de algunos comentarios cargados de poesía. "Cuando yo era chico tenía que ir a la escuela en canoa, porque esto era todo agua –dice con el brazo estirado, mientras su dedo índice va recorriendo la geografía–. Y es muy duro. Todo lo que aprendía se me iba yendo por el río mientras remaba de vuelta a mi casa."
Hoy a esa misma escuelita van 29 chicos. José acota: "Algunos tienen que viajar dos horas y media para venir a estudiar. Yo digo: si tenés que andar tanto tiempo, las letras que aprendiste se te han de ir yendo arriba del caballo, ¿no?"
Pero lo que nunca se les borra, ni a los chicos ni a los adultos de Pellegrini, pese a la adversidad, es la sonrisa. Entre tanto lobito de río, ciervo de los pantanos, yacarés, carpinchos, garzas blancas, chajaes, mariposas, hongos, monos, boas, lo mejor que tiene Pellegrini es su gente. Sin sus caras abiertas al sol, sus sonrisas radiantes, sus cientos de hijos correteando por el camino y sus dulces melodías en guaraní, no habría fauna, ni flora, ni biodiversidad, ni ecosistema.
Por eso, el mayor recuerdo que guardará el viajero cuando parta será el calor de una mano amiga apretando la suya.
Y anhelará volver.
Para saber más
wwww.vidasilvestre.org.ar/aguadulce/foro_ibera_eby.asp
wwww.ruta0.com/circuits/c31.asp
Cómo llegar
En micro: hay que ir hasta la terminal de Mercedes, Corrientes, y arreglar previamente con algún hotelero de Pellegrini para que vaya en su camioneta. Todas las hosterías y posadas brindan estos servicios de transfer.
En auto: hasta Mercedes (1000 km desde Buenos Aires). Desde allí, el camino de tierra tiene unos 120 km. Si no ha llovido, es perfectamente transitable.
En números
- La Reserva Natural del Iberá fue creada como tal por la provincia de Corrientes el 15 de abril de 1983.
- Ocupa una superficie aproximada de 13 mil kilómetros cuadrados, el 14 por ciento del territorio provincial.
- Alrededor del 30 por ciento de su superficie está conformada por lagunas. La del Iberá es una de las más grandes, con 53 km cuadrados
Datos útiles
Dónde hospedarse
Hostería Ñandé Retá. Tel. 03773-499411. E-mail: nandereta@nandereta.com Web: www.nandereta.com
Posada Aguapé. Tel: 03773-499412. E-mail: aguape@interserver.com.ar Web: www.iberaesteros.com.ar
Posada de la Laguna. Tel: 03773-499413. E-mail: posadadelalaguna@ibera.netWeb: www.posadadelalaguna.com
Estancia El Socorro. Tel: 03782-497183. E-mail: valeria@elsocorro.com Web: www.rincondelsocorro.com
Posada Ypa Sapukai. Tel: 03773-420155. E-mail: info@ypasapukai.com.arWeb: www.ypasapukai.com.ar
Irupé Lodge. Tel: 03773-15 4 00661. E-mail: info@irupelodge.com.ar Web: www.irupelodge.com.ar
Rancho de los Esteros. Tel: 03773-15 4 93041.
Rancho Iberá. 03773- 15 6 28823. E-mail: ranchoibera@yahoo.com.ar
Hospedaje Los Amigos. Tel: 03773-15 4 03879.
Hospedaje San Cayetano. Tel. 03773- 15 4 00929.
Hospedaje Ramón Gamboa. Tel: 03773-15 6 28189.
Cabalgatas y trekking: José Martín. Tel. 03773-15 4 01405.
Carros: Ramón Gómez: Tel. 03773-15 4 03922.
(Los precios van desde $ 210, aproximadamente, en el caso de hosterías y posadas, hasta $ 20, aproximadamente, en el caso de los hospedajes. Se incluye desayuno.)
Activismo ecológico
El proyecto Manejo y Conservación de la Biodiversidad en la Reserva del Iberá, ejecutado por Fundación Ecos Corrientes, se ha puesto en marcha en los esteros con el firme objetivo de proteger la biodiversidad de esta reserva para su futuro uso sustentable. La propuesta es impulsada desde Ecos por su director, el licenciado Miguel Reynal, fundador y presidente, durante 12 años, de la Fundación Vida Silvestre Argentina, y está financiada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en la Argentina, con recursos del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF). El proyecto, del que participa activamente la comunidad de Colonia Carlos Pellegrini, está estructurado en torno a ejes temáticos bien definidos: plan de manejo y conservación, marco legal institucional, protección y recuperación de especies nativas en peligro, población ambientalmente educada, alerta y responsable de la conservación; construcción de capacidades y entrenamiento de los grupos sociales locales para asegurar una defensa efectiva y continuada para la zona, actividades productivas sustentables y estrategias de ecoturismo.
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