
Está en un buen momento y se nota. Después de años de esfuerzo, en los que se dedicó a construir un nombre en la moda argentina sin descuidar su primer amor, la medicina, Fabián Zitta se siente pleno. Médico anestesiólogo recibido por la Universidad de Buenos Aires y diseñador desde principios de los 2000, este entrerriano que se instaló en la gran ciudad a los 18 para estudiar lo que indicaba el mandato familiar encontró la manera de cumplir cada uno de sus sueños. "Fui planteándome objetivos y trabajé para lograrlos. Como soy obsesivo, trato de hacer todo lo que encaro de la mejor manera posible. Más allá de los resultados, mi faro, siempre, es la perfección", cuenta Fabián Zitta, que este año reveló una nueva faceta: la de jurado (exigente pero ecuánime) de Corte y confección, el reality de costura que se emite por El Trece.

Nos encanta recibir amigos. Con Charly [Fonseca, su marido y socio] estamos siempre aprovisionados, así una vez que llegamos acá, no tenemos que volver a salir


Anestesiólogo de mañana, figura de la televisión de tarde y diseñador de noche, nos recibe en "La Violeta", la chacra en Lobos que inauguró recientemente y donde planea pasar todos sus fines de semana de aquí en más con Charly Fonseca, su marido desde 2012, y con quien se animó a armar la marca prêt-à-couture que lleva su nombre. "Me siento consolidado en todos los aspectos de la vida y ahora tengo ganas de disfrutar. Mi plan es sentir cada vez menos estrés y seguir rodeado de buenas personas. No tengo grandes ambiciones materiales, pero sí espirituales", confía en un alto de la producción fotográfica, de la que participa con la dedicación de un detallista. "Nunca me interesó tener un Rolex o un superauto. Para mí, lujo es tener una mesa grande para compartir una comida con amigos o una galería donde ver el atardecer. Lo que vine a buscar acá, a Lobos, es tiempo con Charly, que en la ciudad no lográbamos tener porque nos pasábamos los fines de semana trabajando", dice en plena charla con ¡Hola! Argentina.

Los cien kilómetros que nos separan de Buenos Aires son los que necesitamos para hacer un corte con el trabajo. Un lugar así ayuda mucho a recargar baterías



–La casa es soñada. ¿En qué hiciste foco a la hora de diseñarla?
–Este lugar fue concebido como un espacio de descanso y esa fue la premisa desde la que pensamos su arquitectura y la decoración. No quería que fuera una casa de campo literal y trabajé codo a codo con el arquitecto, Alejandro Goldstein, para que tuviera un estilo muy personal.
–Toma elementos de la arquitectura moderna, pero también del clasicismo y del estilo criollo.
–Así es. El bloque de los dormitorios es de inspiración francesa, el bloque social es moderno y los baños y la galería tienen una onda más campestre.
–¿Cómo lograste que los distintos espíritus convivan?
–No sé si lo logré... Lo que quería es que no fuera una casa obvia y, por eso, me propuse mezclar, que además es hacia donde va la decoración en el mundo. Me encanta que el estilo sea ecléctico, que no sea ni de campo ni de ciudad. Es una casa ciento por ciento personal.
–¿Cómo definiste la decoración?
–Lo primero que terminamos fueron los baños y cuando estuvieron listos, la decoración de los dormitorios quedó "servida". Al cuarto principal le dimos una impronta Mid Century, mientras que a los de los invitados, una onda más francesa. En una segunda etapa, me dediqué a las áreas sociales. Los muebles no son caros, pero sí tienen un gran valor afectivo.
–¿Qué significa este refugio para vos?
–Esta casa es sinónimo de tranquilidad. Buenos Aires es muy grande, tiene un ritmo frenético, y los cien kilómetros que nos separan de ella cuando estamos acá son los que necesitamos para hacer un corte. Cuando compramos el lote, buscábamos un cambio de energía y, en ese sentido, ayuda mucho tener un lugar así, un refugio donde recargar baterías.
–Cuentan que sos un gran anfitrión…
–[Se ríe]. Me gusta que mis amigos se sientan cómodos, que su visita sea una experiencia de calma y de amor.
–¿Vivís como un trabajo el tema de recibir en casa?
–No, porque las personas que invitamos son amigos de verdad. No invito a nadie por compromiso. Lo que sí hacemos con Charly es estar siempre aprovisionados, así cuando llegamos no tenemos que salir ni ir al pueblo a hacer compras.
–Pasaron por el registro civil en 2012. ¿Desde hace cuánto están juntos?
–Desde hace dos décadas. Cuando empezamos con la marca en 2002, ya estábamos juntos hacía unos años. La clave, para mí, es conocer los tiempos del otro y que cada uno tenga su espacio. En Charly encontré un compañero de vida. Somos dos personas imperfectas que coinciden en ciertos valores, como el respeto y la valoración del otro. Tenemos nuestros vaivenes, pero nuestra felicidad y bienestar no se negocian.
–Juntos son dueños de la marca Fabián Zitta. ¿Qué aporta cada uno al proyecto?
–Charly [es abogado de profesión] se ocupa de lo estructural, de los aspectos legales y contables de nuestra empresa, como así también de las clientas y el marketing. Yo aporto el diseño y la creatividad.
–¿Cómo es trabajar con tu pareja?
–Lo más importante es tener una división clara de las tareas, pero faltaría a la verdad si no dijera que, a veces, los intereses se cruzan. En esos momentos, donde los criterios de uno y otro son diferentes, nos resulta muy útil poner el foco en lo que es mejor para la empresa.
–¿Les gustaría tener un hijo?
–La paternidad nunca fue un proyecto para nosotros.




DEL AMBO A LA TOILE
Durante años, las jornadas de Fabián, que se reparten entre mundos tan distintos como una sala de operaciones y su atelier de la calle Quintana, transcurrieron como un reloj suizo. Pero ahora, con las grabaciones del reality de costura, asegura que su agenda está complicada. Coordinador del área de Anestesiología de un sanatorio privado, estos últimos meses puso on hold su labor de médico y decidió arrancar con la nueva colección, que presentará en menos de dos semanas, con mayor anticipación que lo habitual.
Recibido a los 23, Zitta empezó a dar clases de Anatomía dos años antes y tras concluir la carrera, fue jefe de trabajos prácticos de esa misma cátedra durante un par de años más. "Siempre me gustó la docencia", cuenta el diseñador, que volvió a sentarse a estudiar en 2002, cuando sus ganas de darle forma a la maison se volvieron patentes. "No hice la carrera de Diseño. Estudié durante tres años con Norma Bertol. Ella es socióloga y fue profesora de Diseño y Sociología en la UBA. Vivió veinte años en París y trabajó quince en Chanel, seleccionando textiles. Norma me recomendó personas con las que aprendí moldería y dibujo", explica Fabián, que se dedica a la semicouture, que mezcla lo artesanal con lo industrial. "Son prendas de lujo, listas para usar, cuya costura es 70 por ciento a máquina y el resto, a mano. Las casas parisinas crearon esta categoría a medio camino entre la alta costura y el prêt-à-porter para no perder mercado porque son muy pocas las personas en el mundo que pueden acceder a un diseño de alta costura".

En Charly encontré un compañero de vida. Tenemos nuestros vaivenes, como todo matrimonio, pero nuestra felicidad y bienestar no se negocian

–Sos metódico. ¿Cómo hacés para mantener la cordura?
–A veces la pierdo. [Se ríe]. Justo ahora me agarrás en un momento álgido, pero la disciplina que adquirí estudiando Medicina me sirvió muchísimo en mi carrera como diseñador. No soy un improvisado, trabajo para evitar riesgos.
–Medicina es una carrera sacrificada. ¿Qué te impulsó a sumar otra actividad?
–No quería quedarme con una sola profesión. Arranqué como un hobby y ahora trabajo más como diseñador que como médico. El diseño es un métier exigente. Además de lograr tu impronta y tu lenguaje como diseñador, cada colección tiene que ser nueva, contemporánea, deseable… ¡Y vendible!
–¿Cómo conciliás los dos mundos?
–Por ahora lo llevo bien, pero está claro que en algún momento me voy a cansar de alguna de las dos. Es sólo una cuestión de tiempo.
–Siempre fuiste bastante reservado y ahora te lanzaste a la televisión. ¿Cómo vivís la experiencia?
–Al ser algo nuevo, estoy en una etapa de exploración, y no lo siento como un peso. De todas maneras, es un gran desafío para mí porque no soy una persona histriónica. Antes de empezar hice un poco de coaching y mi función es muy clara: darles herramientas a los participantes para que descubran su identidad como diseñadores.


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