Lucía González, de 34 años, jamás disfrutó de hacer ejercicio. Nunca tuvo constancia, ni tampoco tiempo para ir al gimnasio. Pero el estrés de su trabajo como diseñadora de indumentaria y el encierro le despertaron las ganas de empezar a hacer algo. "Hace 20 días dejé de buscar excusas y me anoté en Bernal Entrena, un grupo para entrenar cerca de casa, tres veces por semana. Tengo mucha presión por el trabajo, empecé a tener problemas y necesité hacer actividad física fuera de casa. Después de estar tanto tiempo adentro quería hacer algo por mí. Me siento mejor. Me desconecta. El entrenamiento es salud".
Volver. Después de meses de encierro, comenzó el lento retorno a una rutina fitness outdoors y atípica, donde los meses de cuarentena pasan factura en muchos, y la salud asoma más que nunca como la principal causa para entrenar a diferencia de años anteriores cuando la estética era la gran motivación en esta época del año.
Pero ahora, con la incertidumbre de la temporada veraniega, en la que muchos ni siquiera se irán o a lo sumo alquilarán alguna casa con pileta, esa presión social de estar bien para los demás se desvanece. "Hoy la gente busca estar físicamente bien más allá de la playa. Hay gente que descubrió el entrenamiento durante la cuarentena, necesitó empezar a moverse porque no podía salir. Tengo muchos alumnos que no hicieron nada en 40 años y empezaron con los Zoom mientras estaban aislados en su casa y ahora continúan con clases al aire libre porque se engancharon", sostiene la profesora de educación física Gabriela Castillo.
Cultora del fitness outdoors, nunca le gustó encerrarse en un gimnasio, ni siquiera cuando vivió en San Martín de Los Andes y debía soportar temperaturas bajo cero en invierno. Hasta hace poco, juntaba 500 personas en Alvear y el Río. Esas clases multitudinarias hoy parecen una utopía, pero de alguna manera buscó la forma de seguir vinculada al río. Hace unas semanas alquiló un espacio verde en Águila Club, una tradicional guardería náutica en Acassuso con parque y un domo, para continuar con sus rutinas de HIT y functional para no más de 6 personas.
El entrenamiento al aire libre, además de ser el único autorizado –a excepción de algunos gimnasios con amplias instalaciones y superficies externas– es el más recomendado para evitar contagios. "Yo también doy clases por Zoom pero el aire libre no tiene rival –asegura Castillo–En este contexto por el coronavirus, resulta ideal. Tenés conexión con la naturaleza, podés estar al sol, que hoy es importante por el tema de la vitamina D... Lo que veo a diferencia de otros años son los parques llenos de personas pedaleando, caminando, corriendo... Después de tanto encierro la gente redescubrió la vida al aire libre", sostiene Gabriela, que en noviembre, siguiendo con la tendencia de dar clases outdoors, empezará con dos gym trucks equipados con todo lo que se puede encontrar en un gimnasio, en Palermo y Vicente López.
Según cuenta la profesora de educación física, al regreso de las clases presenciales notó dos tipos de alumnos: los que no hicieron absolutamente nada durante la cuarentena y ganaron peso, y los que entrenaron todos los días y están mejor que antes. "Según la nutricionista con la que trabajo, la mayoría de los que aumentó de peso ganó unos 5 kilos. Eso es mucho en siete meses. Pero están los que se entusiasmaron y encontraron más tiempo para entrenar, se equiparon con algunos elementos e incluso bajaron de peso. De lo que no hay mucho es del intermedio, no es tan habitual el que se mantuvo".
Diana Díaz, profesora de educación física y entrenadora personal a cargo del grupo Bernal Entrena, asegura que la cuarentena trajo varios cambios: "Desde el principio del aislamiento di clases por Zoom de preparación física. Los primeros meses la gente se enganchó un montón, era adrenalina pura, no querían perder el ritmo que venían teniendo –recuerda–. Pero después ese interés se pinchó hasta que en septiembre autorizaron los entrenamientos personales al aire libre y en octubre en grupos y estalló otra vez. Este aislamiento le explotó la cabeza a muchos, hay una marcada necesidad de movimiento, de hacer algo fuera de casa. El otro día suspendí por lluvia una clase y la gente quería ir igual. Muchos esperan el momento para salir a entrenar. Antes llegabas cansado del trabajo y te daba fiaca cambiarte. Hoy como muchos trabajan desde su casa, eso no pasa. Hay más motivación", describe Diana, que da sus clases en las plazas y parques de Bernal.
Otra diferencia que percibió es la necesidad de socializar: "Cuando publiqué que habíamos vuelto con el grupo al aire libre me escribió un montón de gente, incluso muchos que solían entrenar solos. Lo que más se necesita es la parte social, conectarse con otros. Pero también sucede que se recurre a un grupo porque solo no es posible sostener el entrenamiento y se necesita del los demás para continuar", destaca y también habla de las marcas físicas que trajo la cuarentena: "Noté mucha gente con problemas cervicales y con sobrepeso, por el tema de estar encerrados".
Una de las tendencias que dejó la cuarentena y que muchos auguran que permanecerá más allá de la pandemia fueron las clases por Zoom y demás redes sociales. Sucede que a pesar de la vuelta a los entrenamientos outdoors, muchos profesores los mantienen. "Muchos alumnos todavía no están preparados para volver por miedo al contagio y deciden seguir con sus rutinas desde la seguridad de su casa. Entrenar por Zoom o por redes se va a mantener en el tiempo", asegura Castillo.
En el caso de María Aguirre, contadora de 51 años y corredora –participa de maratones y carreras de montaña–, se mantuvo activa durante toda la cuarentena mediante clases por Zoom. Antes de la pandemia iba al gimnasio y entrenaba con un grupo de runners 3 o 4 veces por semana. Pero todo eso se cortó. Sin embargo, no significó dejar de entrenar: se equipó con algunos elementos como pesas y colchonetas y hasta se alquiló un bici fija. Y se sumó a los Zoom de Mariana Lanza, su entrenadora del grupo de runners. Ahora, la idea es mantener esos entrenamientos virtuales, a los que les sumó los presenciales. "Acostumbrarse al Zoom al principio fue muy difícil, me costó mucho. Con la cuarentena me di cuenta que la actividad física es una cuestión social, no solo un entrenamiento. Como vivo sola, necesito de esa sociabilidad –plantea–. Pero con el correr de los días comprendí que el Zoom, además de mantenerme en movimiento, me ayudaba a tener contacto aunque sea vía pantalla con el resto del grupo. Por lo menos así los veía. Al final, el Zoom me benefició en la interacción con Mariana, mi entrenadora, y con mis compañeros. Y aunque costó, siempre le vi el lado positivo", asegura.
Gimnasios: ¿volver o no?
Desde hace unas semana María le sumóa su rutina fit el entrenamiento al aire libre. "En general voy con un amigo y un solo día a la semana somos 5 o 6. Es decir, es un grupo reducido porque un poco de temor al contagio hay –reconoce–. Cuando empecé a salir a correr me costó volver a agarrar el ritmo, pero las clases por Zoom me ayudaron un montón. Pensé que la vuelta iba a ser peor. ¿Si voy a volver al gimnasio? No. Hoy por hoy prefiero una clase personalizada por Zoom con mi entrenadora y mis compañeros. Además ya invertí en los elementos para trabajar fuerza, no tiene sentido volver", asegura.
Sin embargo, hay quienes sin dudas prefieren ir al gimnasio. Como Gabriela Bernazzani, que ni bien le llegó la noticia de la reapertura de la sede Al Río de la cadena Sport Club –una de las primeras y pocas en abrir– sacó turno para volver a entrenar ahí. Los amplios ventanales que miran a un enorme parque con el río detrás son una invitación para volver sin sentirse encerrado. Y seguro, porque además de reunir todos los protocolos (sacar turno previamente, tomarse la temperatura al ingresar, no superar un determinado número de personas entrenando al mismo tiempo, desinfectar las máquinas y elementos después de utilizarlos no hacer uso de los vestuarios para ducharse) la ventilación natural, aún adentro, está más que garantizada. Además de algunas reaperturas, la cadena empezó hace poco con sus entrenamientos outdoor para sus socios (previa inscripción) en plazas y parques en general cercanos a cada una de las sedes.
Gabriela, de 52 años, es fanática del fitness y de la vida sana. Tanto, que cuando cerraron los gimnasios se armó un rincón en su casa para seguir con su rutina fit. "Con la edad que tengo no podía darme el lujo de dejar de entrenar. Compré bidones de agua de 5 litros y armé barras con distinto peso y hasta me traje una bolsa de box. Y también corría 45 minutos por el fondo de casa, hasta que pude salir a correr por la calle y daba dos vueltas al Hipódromo de San Isidro –cuenta–. Pero ahora por suerte pude volver al gimnasio y estoy feliz: es mucho mejor entrenar ahí que en casa porque tenés las máquinas para trabajar todos los grupos musculares y además estás en un lugar donde todos están en la misma que vos y eso sin dudas te motiva. Al principio mi marido y mis hijos me acompañaron con los entrenamientos en casa, pero después me abandonaron", cuanta Gabriela entre risas.
A pesar de los temores que todavía persisten, ella asegura no sentir temor de pisar el gimnasio: "Hay un protocolo estricto, hay que sacar turno previo por internet, entrás y te toman temperatura y tenés que tener el barbijo todo el tiempo puesto salvo cuando corrés en la cinta o hacés esfuerzo físico que te demanda mucha fuerza. Ahí a los sumo te lo podés bajar. No me dio miedo volver, es un lugar muy abierto, casi como un parque, es como entrenar al aire libre. Sinceramente me daba más miedo no entrenar", confiesa. Sin clases grupales por el momento, el entrenamiento se basa más que nada en fuerza o cinta y escaladores para cardio. "Podés pedirle como siempre a un instructor que te haga rutinas o podés entrenar por tu cuenta".
Gabriela, que además hacía las clases por Zoom e IG durante el aislamiento, seguirá con su rutina ciento por ciento presencial: "Voy todos los días, de lunes a sábados. Va más allá de lo físico, para mí es una forma de vida que me despeja la cabeza. Si no hiciera actividad física me volvería loca –asegura–. Yo soy fanática del gimnasio, pero mucha gente se dio cuenta de que podía entrenar en su casa. Se hizo un rinconcito, se equipó con algunas cosas y no sé si va a volver. Creo que lo harán los muy fanáticos como yo, pero no sé si el que iba por el hecho de hacer algo lo hará. Me parece que todo esto cambió muchas cosas. Y la manera de entrenar sin duda es una de ellas."
Producción de Marysol Antón
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