La poeta Flavia Calise considera que la Coca Sarli, David Bowie, Alejandra Pizarnik y Adrián Dárgelos son creadores de arte con un mismo nivel de complejidad y deben ser tomados como objetos culturales sofisticados en un territorio común que los reúna sin ninguna distinción jerárquica. Y amplía el concepto: "Me resultan figuras igual de poéticas. Estas bellezas icónicas crearon personajes que funcionan por lo que representan: porque movilizan y tienen fondo. Nada logra instalarse y permanecer en el imaginario popular si no dice algo más que lo que muestra".
De concepciones así –sumar el lenguaje inclusivo y el respeto por las disidencias sexuales– está hecha la poética de las nuevas generaciones. Flavia Calise está ahí: resignificando, como corresponde a la poesía, el pasado y el presente.
Pero, antes de que estos días resonaran, pasaron algunas cosas. Con una madre estudiante de danza clásica que escuchaba Bach, Vivaldi, Wagner, Dyango, Pimpinela, Sandro y Valeria Lynch, y un padre también melómano, Calise eligió escuchar a Charly García, Virus, Los Redondos, Soda Stereo, Vox Dei, David Bowie, Frank Zappa, The Doors y Janis Joplin. La tensión de ese linaje sonoro académico y el rock hormonal dejaron una huella que derivó hacia la literatura. "Empecé a leer desde chica: Agatha Christie o El principito. Recuerdo Mi planta de naranja lima, de José Mauro de Vasconcelos. En ese momento, se me arruinó la cabeza".
Comenzó a escribir poemas en la adolescencia. Hacían referencia a lo que creía que era el amor: un chico, idealización y un corazón roto. Pero más que nada escribía sobre la muerte: "Había comenzado leyendo a Baudelaire. Por suerte, después leí a Girondo y me sentí un poco más estimulada a abrirme a las formas", cuenta. No decidió ser poeta, fue algo que sucedió: "Creo que la decisión que sí se toma es la de estudiar, perfeccionarse, crear contenidos, salir a escuchar a otra gente, aguantar las malas críticas, hacer talleres, leer en público".
Tres libros después (Diario en carmesí, Las canciones que les gustan a los muertos y El incendio que hicimos en tu casa), Flavia organiza ciclos de poesía por toda Capital Federal, lleva adelante una performance (¡Perdóname Señor! He sido mala, de todo me arrepiento) y prepara la salida de su cuarto libro por Concreto Editorial. Un texto que refleja muy bien el punto máximo de las sensaciones consideradas durante mucho tiempo como placenteras y como una caída hacia la nada: "Es salir de la idealización, de la evasión y tocar el suelo para quedarse ahí caminando como se puede, bardeando, volviendo a intentar, subiendo un poco y volviéndose a arruinar para después volver a casa estando muy triste, pero más cerca aún del deseo". Favia Calise escribe sobre la muerte de las cosas y el desgaste. Tal vez, la obsesione el fin como punto de partida de lo nuevo que comienza: "Es el cambio de piel y lo que queda anclado bajo otra perspectiva. El primer movimiento después del golpe", concluye.
Más notas de Poesía
Más leídas de Lifestyle
Paradisíacos, pero inseguros. El ranking de los países más peligrosos del mundo, según un estudio de la ONU
Su legado oculto. Iba a ser una casa y terminó creándose un pueblo estilo europeo: La Cumbrecita, el sitio ideal para relajar en Córdoba
Volvió a batir un récord. Fue elegida en 2007 como “la niña más linda del mundo” y hoy es toda una empresaria
Misterio. Hallazgo histórico: encontraron un capítulo de la Biblia escondido desde hace 1500 años