Los dispositivos instalados en espacios públicos promueven el cuidado de las ciudades y están alineados con diseños sustentables. Mientras que en Amsterdam fueron pensados para un uso exclusivamente masculino, en París y Copenhague, en cambio, contemplan perspectiva de género.
En formato de maceteros y desparramados por toda la ciudad los urinarios públicos ya forman parte del paisaje urbano de la capital de los Países Bajos. Junto a los puentes, en plazas y bicisendas. Cerca de centros comerciales o en callecitas perdidas, estos dispositivos asumen la función de baño público y gratuito cuyo uso fue pensado para varones. Sin embargo, en París y Copenhague otros desarrollos contemplan el uso femenino, desde una perspectiva de género.
Los nuevos urinarios de Amsterdam responden al nombre de GreenPee (la traducción literal es pis verde). Y plantean una vuelta de tuerca ecológica al resto de las piezas ya conocidas en la ciudad de los canales. Los flamantes contenedores recogen la orina en un recipiente relleno de fibras de cáñamo que absorben olores y lo convierten en compost. Luego el fertilizante orgánico se traslada a las huertas urbanas, o bien, se transforma en agua potable a partir de un proceso de purificación. GreenPee además cuenta con un sensor inteligente que mide el nivel de orina y envía alertas sobre el mantenimiento o el recambio del tanque por mensaje de texto. El autor del particular desarrollo es Richard de Vries, diseñador gráfico que luego de cursar la carrera se graduó en la escuela de policía y actualmente investiga soluciones para mejorar la seguridad pública.
En diálogo con LA NACIÓN, Richard comentó que el primer urinario sustentable “se instaló en Mechelen, en el corazón de Amberes (Bélgica) tras un pedido de las autoridades que necesitaban una solución para controlar el impulso de orinar en contextos naturales, lo que aquí llamamos pis salvaje”, explica. Y agrega: “Estudiamos el comportamiento de los vecinos y decidimos promover el sentimiento de apropiación de sus entornos, valorando el paisaje que los rodea y advirtiendo sobre el impacto negativo de orinar en parques y espacios públicos. El desarrollo de este nuevo formato de urinario móvil y portable impulsa a la gente a disfrutar sus espacios verdes a partir del diseño y el paisajismo”, apunta de Vries.
La decisión de incorporar plantas en la base del dispositivo no sólo responde a una estrategia sustentable sino que además suma privacidad para el usuario. Esta problemática fue abordada en el diseño de los primeros dispositivos instalados en la ciudad, que superaban en altura a los usuarios. Para entender esta tradición urbana y gratuita, de Vries apunta a la cantidad de bares abiertos durante toda la noche, además de las multas por orinar en la calle o tirar basura, que ascienden a 130 euros.
“Notamos una reducción del 50% de gente que orinaba en cualquier parte y ya llevamos esta propuesta a 5 ciudades más”, destaca el autor.
Si bien GreenPee y el resto de los urinarios resuelve la problemática de una parte de la población no contempla el uso para mujeres (ni varones trans), un detalle que no es menor. “La estrategia para el próximo año es un desarrollo que diseñamos en co creación con 400 mujeres voluntarias y que esperemos puedan disfrutar todas las personas, sin distinción de género”, promete el autor.
Lisa Zsabo es argentina y vive en La Haya. Para la ingeniera radicada hace años en Holanda esta particularidad no le llama la atención: “Acá el calvinismo es muy machista”, dice terminante. Y destaca que las ciudadanas ya están acostumbradas a pedir permiso en los bares cuando necesitan ir al baño. “Ni lo dudo”, confirma.
Sólo para mujeres
Al tiempo que en Amsterdam GreenPee se sumó a los diseños pensados para resolver el trámite masculino, en Francia surgió madamePee, un urinario ecológico, anti contacto, rápido, seguro y pensado para todas las mujeres. Nathalie des Isnards es CEO y fundadora de la empresa que fabrica urinarios individuales que contemplan cuestiones vinculadas a la ergonomía: Antes de diseñar el prototipo consultó especialistas y psicólogos. El desarrollo surgió a partir de una anécdota personal. Durante un festival de música en París demoró 40 minutos en hacer fila para usar el baño químico, mientras que su marido lo resolvió en apenas 2 minutos. En 2018 nació la start up y el año pasado más de 100 mil usuarias lo avalaron en el marco de la Copa Mundial Femenina. “En eventos al aire libre el promedio de espera para ir al baño es de 30 minutos, terminás perdiéndote todo el recital”, afirma Nathalie y se pregunta: “¿Por qué los urinarios todavía se asocian sistemáticamente con los hombres? ¿Por qué la capacidad de orinar de pie ofrece una opción adicional y más rápida para los hombres pero no para las mujeres? ¿No es hora de ofrecer opciones adecuadas que sean íntimas y seguras?”.
La falta de instalaciones y el tabú con respecto al tema fueron los disparadores. Al éxito que suscitó en Francia, el emprendimiento se lanzó en Bélgica, España, Portugal y Canadá. “Se adapta a todas las mujeres, no solo a las jóvenes abiertas a la innovación. Estamos en el siglo XXI y había que hacer algo al respecto”, advirtió des Isnards, máster en Economía de la Escuela de Negocios IÉSEG.
Con el objetivo de igualar las condiciones de género, los arquitectos Gina Périer (25 años) y Alexander Egebjerg (29 años), lanzaron en 2019 Lapee, un baño para mujeres que consta de tres urinarios moldeados de plástico reciclable de color rosa brillante. Con presencia en 12 países, cosecharon premios y menciones de todo tipo. Entre sus atributos, el diseño evita infecciones urinarias, al promover que las mujeres no retengan orina durante eventos de larga duración. “Es más higiénico, eficiente, genera un entorno seguro y sobre todo, no había absolutamente ninguna razón para que las mujeres no tuvieran urinarios”, afirman. Lapee (pis, en francés) no tiene puertas, pero sus paredes curvas garantizan la privacidad y a la vez apuran el trámite. El dispositivo no cuenta con inodoro ni papel higiénico. “No es un baño tradicional y el papel es un desperdicio innecesario. No está comprobado su impacto en la higiene. Pero quien quiera llevarlo, lo puede depositar en los contenedores para toallitas higiénicas”, señalan los autores.
El equipamiento para optimizar la experiencia de uso de los espacios públicos también contempla la perspectiva de género, al menos en ciertas propuestas.
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