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“Yo supe la respuesta, pero no me animé a decirla porque el resto decía otra cosa”, compartía con timidez Paula durante las conclusiones del workshop #somosjefas, que organizamos en junio. Andrea Churba, nuestra coach laboral, había propuesto una consigna y, mientras la mayoría respondíamos parecido, Paula tenía otra certeza, pero la mantenía en silencio. “¿Te suele pasar?”, le repreguntó Andrea. Y, claro, la respuesta fue “sí” (en general, cuando identificamos un patrón ves cómo se repite también en otros ámbitos de tu vida).
En ese momento, yo sentí que la pregunta era para mí. ¿Te suele pasar que a veces te cuesta sacar tu poder?, ¿que no terminás de brillar al 100%?, ¿que dudás de tu fuerza?, ¿que te quedás callada cuando creés en algo? Cada mujer especial en algún momento luchó por ser normal: para que nos quieran, para pertenecer, para que no nos envidien, para no tener tanto trabajo, para no correr riesgos, para no ir en contra de la corriente. Muchas veces quise disfrazarme de Clark Kent y archivar la superhéroe, porque cualquier habilidad especial me distinguía. Parecía mejor pasar desapercibida entre la masa y así ser simplemente feliz. Entonces, decidí correrme de varios roles de liderazgo, suavizar mi contundencia, trabajar home office, tener tiempo, dedicarme a las plantas de mi terraza (ponele). ¿Lo logré? Sí, un tiempo, y fue muy sanador, pero después de dos años algo dentro de mí quería romper todo y echarse a volar. ¿Cuánto tiempo podés contener a quien verdaderamente sos?
Todavía era editora de OHLALÁ! cuando organicé ese taller que llamamos “Liderá tu cambio”, y hacía mucho que sabía que estaba para más, que ya me resultaba incómoda la comodidad. Pero nunca imaginé la exposición que nos esperaba.
Este mes, OHLALÁ! lanza su primer programa de televisión, Charla de chicas, en la nueva señal LN+ (podés leer más en la pág. 36). Por primera vez en tantos años de revista, siento vértigo. No solo por lo que implica saltar del papel a la pantalla chica y seguir siendo fieles a nosotras mismas, sino porque este nuevo desafío nos tiene frente a cámara junto con Agus Vissani y Euge Castagnino. Se convirtió en la metáfora del momento que estamos viviendo: dale, nena, que te vean. Para las tres implica más laburo, vernos feas a veces, tener miedo al qué dirán, aprender algo nuevo, equivocarnos, ¿y qué? Igual lo hacemos. Evitamos sacar el “autolátigo” y nos reímos de nuestros errores. No esperamos hacerlo perfecto, pero sabemos que somos perfectas tal cual somos.
Cuando sentís que la realidad te palmea con énfasis la espalda, tenés dos caminos: te resistís o avanzás. Es hora de que cada una encuentre su verdad, de confiar en quienes somos, de reconocer nuestro don, porque, en la medida en que más mujeres honremos nuestra naturaleza, lo excepcional se convertirá –al fin– en lo normal.
Abrazo fuerte.

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