Hello Wood, el campamento de la arquitectura y el diseño
ENTRE RÍOS.- El sol se esconde entre los pastizales y las sombras de las estructuras de madera cobran vida. Hay olor a madera recién cortada. A barniz. "Dale que se termina", grita un chico alto, de barba, tornillos en mano. Todos corren contra el reloj. A lo lejos, se escuchan los acordes de la banda que tocará esta noche. La prueba de sonido se mezcla con el aullido de una cierra circular que hace los últimos cortes antes de que desaparezca el sol y termine el tiempo del concurso: después del toque de queda las estructuras que levantaron se quedarán tal como están. Las reglas son las reglas. Estamos en Hello Wood, el campamento de arquitectura, con formato de festival de rock que nació en Hungría hace ocho años y que este año tuvo su segunda edición argentina, en la estancia La Azotea, en Ceibas, Entre Ríos, a dos horas de la Capital. Los integrantes de los diez equipos que llegaron a la final, corren a toda velocidad para ganarle al sol. Hace una semana que están instalados, acampando en esta estancia.
Duermen en carpas, se bañan en duchas compartidas, comen todos juntos. Nada se parece a la prolijidad que manda en los estudios de arquitectura donde trabaja la mayoría. Hay arquitectos, artistas, diseñadores y estudiantes de todas partes del país. Unos 150 en total. De día, trabajan en el proyecto de cada equipo. Por la noche, hay food trucks, cerveza tirada y festival de bandas en "la arena" de la estancia. Están cansados, muy bronceados, algunos con los dedos magullados por culpa del martillo. Pero la noche nunca se apaga hasta pasadas las 3 de la mañana. Son jóvenes y después de trabajar duro todo el día cortando, midiendo y clavando todavía queda cuerda para festejar.
Los organizadores explican que Hello Wood es un campamento de arquitectura y diseño que combina el concepto y el formato de un festival de música. La innovadora propuesta comenzó en Hungría en 2010 y con el correr de los años mutó hasta convertirse en una plataforma social y educativa de referencia a nivel internacional. LA NACION llegó para participar de los últimos acordes de esta verdadera fiesta de la arquitectura.
"Enseñar a pensar con las manos y a aprender mediante la experiencia", describen los organizadores. De eso se trata. Una cosa es estudiar arquitectura, saber hacer un plano y mandar a construirlo. Y otra cosa es convertirse en el hacedor y constructor que tiene que hacer realidad un proyecto. "Muchos de nosotros somos arquitectos y nunca clavamos ni un clavo. O no tenemos el conocimiento práctico de cómo se hace eso que proyectamos. La madera no se comporta como lo pensaste. Por eso me pareció una gran oportunidad participar de este campamento, que tiene renombre internacional", apunta Diego Pérez, del estudio de arquitectura Fábrica de Paisajes, de Uruguay, que participó del concurso y fue elegido entre los diez finalistas con su proyecto Chimeneas. "Pensamos cómo podríamos 'extrañar' el uso de la madera: una forma fue usarla como si fuera otro material, ladrillos. Si hay algo que sería utópico sería una chimenea de madera", agrega.
Tres torres se levantan en mitad del campo, cerca de la entrada. Parecen jengas gigantes. El sol les proyecta sombras infinitas. Las hiladas de ladrillos de madera apilados forman chimeneas de tres metros de alto, y rinden tributo al legado del arquitecto Eladio Dieste, en Montevideo. "Esta tiene 1500 cortes de madera. ¡Mil quinientos cortecitos! Y esta otra, llevó más de 600 tornillos, nos llevó toda una semana. Nada tiene un alarde estructural. Pero implantarlo llevó un gran despliegue, mucho trabajo en equipo. Pensábamos que terminábamos mucho antes, pero al final terminamos corriendo contra el reloj", cuenta Diego, mientras arma a último momento la iluminación interna de la estructura.
Ya hay más de 150 estructuras nacidas de estos festivales en todo el mundo, de Francia a Finlandia. Las condiciones establecen que cada proyecto debe utilizar hasta tres kilómetros de listones de madera. Además, debe ser desmontable en bloques, para poderse transportar. Varias de las estructuras fueron llevadas, por ejemplo al Lollapalooza, el fin de semana pasado. Otra de las estructuras, que se llamó "Poesía", y que representa en madera las seis letras de esa palabra y crea en su interior, pequeños espacios de lectura, tiene todas las chances de mudarse a la plaza de la Biblioteca Nacional. Aunque todavía no está confirmado.
Al atardecer del último día, las estructuras se integran al paisaje de la estancia, como si siempre hubieran estado ahí. Aunque todavía falten detalles, la sensación que flota es de aventura, de trabajo en equipo, de prueba superada. Hay poca señal de celular, el wifi va y viene y el microclima que se instaló entre los participantes es de summer camp. Hay mucho arquitecto barbudo, muchas chicas con buzos de chicos.
El festival contó con el apoyo de la Facultad de Arquitectura y Diseño y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires y contó con la curadoría del arquitecto Jaime Grinberg. "Se propone el acercamiento de los estudiantes a la construcción, fomentando la interacción entre estudiantes y profesionales creando un vínculo de comunidad y compromiso social. Hello Wood integra diversos campos de la arquitectura, el diseño y la ciencia; construye comunidad y fomenta talento. Todos los proyectos son compartidos, desarrollados y construidos en un proceso de colaboración", explica Bea Palacio, diseñadora industrial y una de las organizadoras de la versión local del festival, junto a los arquitectos Mercedes Palacio y Jerónimo Fanelli, del colectivo creativo Tacadi, y Marcos Llerena, de la agencia Mandarina.
Santiago Passalacqua y Martín Padula, arquitectos, ambos de 30 años, le dan los últimos retoques a Campero, una estructura que según de dónde se mire es cuadrada o triangular. "Empieza como cuadrado y termina siendo triangular", explica Martín. "Yo soy de Rojas, provincia de Buenos Aires. Y campero se le dice a la persona que anda mucho en el campo. Que casi se la devora el paisaje. Estamos sorprendidos porque eso es justamente lo que pasó con nuestro proyecto. Se lo fagocitó el entorno", cuenta Santiago. También ellos corrieron contra el sol. "El primer día, pensamos que era algo muy sencillo nuestro proyecto. Tranquilos, les dijimos a nuestro equipo. El día cuatro ya terminamos y nos tiramos a tomar sol. Estamos a día siete y estamos con los últimos detalles", contó.
En el transcurso de los siete días, 150 personas, entre líderes profesionales y alumnos, construyeron en madera los proyectos desarrollados por cada uno de los equipos bajo una temática común. El tema elegido fue construir el propio Con-Texto. Esa temática funcionó como hilo conductor de los proyectos, las charlas y todas las actividades del programa. "Durante el día, diseñamos, construimos, pensamos con nuestras manos. Desarrollamos nuestras ideas y nos enfrentamos a todo tipo de factores, ya fueran climáticos, de tiempo, materiales o conceptuales. Por la noche, nos escuchamos, discutimos, reflexionamos, tomamos, bailamos y creamos nuestro propio contexto", explica Palacio. La clave del campamento es el intercambio creativo entre profesionales de gran experiencia y estudiantes de arquitectura y diseño. Todo en un clima colaborativo donde lo importante es aprender desde la experiencia.
Son las 19.30 y el sol se inserta como un cospel en la tierra. Todos miran la última línea de fulgor en el horizonte y cuando desaparece aplauden. Fin del juego. Desde la arena suena la banda, que invita al baile. Se acabó la faena. Ahora es tiempo de festejar.
Para interesadosHello Wood propone el acercamiento de los estudiantes a la construcción, fomentando la interacción entre estudiantes y profesionales creando un vínculo de comunidad y compromiso social. Más información: hellowood.com.ar
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