No importa de quién se trate: la gran mayoría de los cerveceros artesanales que hoy venden su producto en los mejores bares (de Berlina a Antares, por mencionar apenas un par muy reconocidos) comenzó de la misma manera: haciendo cerveza en su casa. Sí, casi todos arrancaron siendo homebrewers, con dos ollas hogareñas, un par de herramientas básicas, algún libro, blog o foro cervecero y, principalmente, una enorme pasión por esta bebida milenaria. Sucede que, a diferencia de otras categorías —particularmente el vino—, hacer cerveza en casa es relativamente fácil: así como la uva es delicada y frágil, casi imposible de traer en buen estado desde su lejano terruño, los ingredientes que utiliza una cerveza estándar, como cebada, lúpulo y levadura, se pueden comprar y almacenar sin riesgo por varias semanas. El agua, elemento clave, se trata química y físicamente con filtros y minerales varios. Y a esto se suma que es una producción rápida: en apenas 45 días desde poner manos a la obra es posible estar bebiendo una cerveza hecha por uno mismo, en el balcón de la casa.
El material de estudio
El primer paso para la elaboración hogareña es conocer la teoría básica de cómo un montón de cereales se convierten por arte de magia (más bien, de química) en una bebida alcohólica tan deliciosa. Es importante hacerse amigo de palabras como fermentación, maceración y cocción, reconociendo los ingredientes necesarios, los niveles de tostado de la malta y los diferentes lúpulos, entre más información que, por suerte, está al alcance de la mano. Aquellos pioneros que comenzaron a hacer cerveza hace más de 20 años en Argentina debían bucear en bibliotecas del exterior; hoy, en cambio, hay decenas de cursos (un recomendado: @centrodecata, dirigido por el gran Martín Boan), hay foros online (Somos Cerveceros, Ceresvis, Mujeres Cerveceras, Birreras Argentinas) y hay libros editados en el país, como Cerveza artesanal. Elaboración propia, de editorial Albatros. Una buena investigación antes de ponerse a cocinar (sí, la cerveza se cocina) es clave para lograr el mejor resultado.
Ingredientes y herramientas
Es posible hacer cerveza casi con lo que hay en un hogar, pero saldrá mucho mejor (y más fácil) con el equipamiento adecuado. Por suerte, un kit cervecero —que luego se puede seguir usando para futuras cocciones— es relativamente económico, con un valor que incluso se recupera con el ahorro que significa hacer la propia cerveza en lugar de comprarla.
Es recomendable planificar el tiempo y tener un socio. Elaborar unos 30 litros demandará al menos un primer día de 9 a 10 horas
Hay varios locales especializados que venden las herramientas por separado o en combos (hay diseños hogareños para apenas 12 litros y otros para elaborar hasta 30), incluidas las ollas de aluminio con llave de paso, fermentadores de plástico (ideal si tienen tapa ancha a rosca que permita lavarlos para futuros usos) con canilla para el trasvase, espumaderas, enfriador de inmersión, densímetro, airlock, termómetro, botellas, tapas corona y tapadoras mecánicas, entre otros. Luego es el turno de los ingredientes: nuevamente es posible comprar kits ya diseñados para la cerveza que se quiera hacer, desde una IPA inglesa hasta una Belgian Blond, pasando por una Dorada Pampeana. O lo que se desee.
Esos kits traen la cantidad y combinación necesaria de cebadas, lúpulos y levaduras para seguir paso a paso la receta indicada. Algunos locales especializados que venden todo esto son Browers, Bierplatz, Cibart, Minicervecería, Silo Cervecero, Central Bier, IMP y Sótano Cervecero, entre muchos más.
La mise en place
Hacer cerveza en casa es fácil, pero requiere planificar el tiempo. Elaborar unos 30 litros, en una cocina hogareña (con la fuerza de fuego de una hornalla básica), demandará al menos un primer día de 9 a 10 horas full time.
Una buena idea es, al menos la primera vez, contar con un compañero al lado, ya que mover sin ayuda un olla de 30 litros con agua a punto de hervor puede ser complicado.
Es necesario contar con la receta leída de antemano, junto con una lapicera para hacer anotaciones de lo que vayamos haciendo, y tener también los ingredientes listos: nada peor que la llegada del momento de agregar, por ejemplo, el lúpulo y no saber dónde está guardado.
El proceso
Elaborar una cerveza requiere seguir pasos exactos en tiempos medidos. Es cuestión de organizar el proceso.
El primer día incluye, grosso modo, cinco etapas: la maceración (se coloca la cebada molida en agua caliente) para extraer los azúcares; la cocción, hirviendo el mosto resultante y agregando los lúpulos en distintos momentos; la adición del clarificante; el enfriado (etapa clave que debe hacerse lo más rápido posible); y el agregado de la levadura, para comenzar la fermentación.
A partir de ese momento, la química maneja los tiempos: una semana de fermentación, otra semana de maduración. Recién entonces se pasa el líquido a botellas, agregando azúcar extra para que refermente y genere el gas carbónico responsable de las burbujas y la espuma de esta bebida.
En botella habrá que esperar un mes más, para que la cerveza esté en su momento justo para consumir. Ya solo falta lo mejor: enfriar el envase unas horas en heladera o unos minutos en frapera; abrirlo, oyendo ese ruidito del gas que escapa bajo la tapa corona; servir la cerveza con un dedo de espuma; y disfrutarla, idealmente en compañía, para alcanzar un sabor único: el de la labor bien cumplida.