La pandemia lo impulsó a dar forma al proyecto propio; su gusto por el buen comer le dio las herramientas que necesitaba para hacerlo realidad.
Cuando hace dos años comenzó con un cambio en su alimentación, también puso en marcha una nueva forma de percibir el ambiente que lo rodeaba. Convencido de que las frutas y las verduras podían darle todo lo que su cuerpo necesitaba, ya no hubo vuelta atrás. Transitó un cambio físico y mental que le abrió los ojos. Así, comenzó a sentirse con mucha más energía y conforme con el estilo de vida que elegía llevar. “No se trataba solamente de un tema limitado a la alimentación. Cuando uno decide hacerse responsable del cambio que quiere en el mundo, empiezan, de alguna manera, a caer una a una las fichas de un modelo de vida que es respetuoso con nuestro cuerpo pero también con el ambiente”.
Nacido en Rosario, Alfredo Gálvez (29) se crió sobre el Bulevar Oroño, una importante arteria de esa ciudad, en la provincia de Santa Fe, que corre de norte a sur. Toda su infancia y preadolescencia vivió junto a sus padres y su hermana Jimena en un departamento sobre esa avenida, a la que define como una de las calles más lindas de la ciudad. Fue al colegio Maristas, que quedaba a unas pocas cuadras de su casa. Allí conoció a muchos de los amigos que hoy siguen en su vida y con los que compartió su otra pasión, el rugby. “No puedo estar más agradecido de la familia que me tocó, mis viejos fueron siempre un gran ejemplo a seguir y quienes me forjaron los valores con los cuales hoy intento desenvolverme en la vida”.
“Tengo una increíble relación con mi viejo”
Su amor por las frutas y las verduras comenzó desde pequeño y se afianzó durante su juventud, cuando tuvo la posibilidad de trabajar codo a codo con su papá en el negocio familiar. Los Gálvez comercializan frutas y verduras en el Mercado de Concentración de Fisherton. Pero, más allá del negocio, el papá de Alfredo siempre recurría a las preparaciones naturales a base de alimentos provenientes de la naturaleza para ayudar a palear cualquier dolencia.
“Tengo una increíble relación con mi viejo y ¡eso que trabajamos 11 años juntos! Es una persona de la que aprendo día a día y siempre está ahí para sacar lo mejor de mí. Trabajamos juntos por más de una década y siempre voy a estar agradecido por todo, absolutamente todo lo que hizo y hace por mi familia y por mi. Mi viejo es de esas personas que contagia con su actitud, es el primero en llegar y el último en irse, líder por naturaleza y sobre todas las cosas es noble, frontal y da la vida por los suyos”.
Por eso dar el siguiente paso en su vida le resultó difícil. El vínculo estrecho con su papá y el tiempo que compartían en el día a día inclinaba la balanza hacia los afectos, pero la curiosidad y el deseo de concretar el proyecto propio, pesaron más. “Extraño muchísimo los días de trabajo con mi papá. Pero estoy agradecido porque siempre me apoyó y sobre todo con esta decisión. Poder recorrer este camino, es en gran parte, gracias a él. Mi mamá y mi hermana Jimena -mi gran confidente y con la cual hablo absolutamente todo- son personas muy importantes en mi vida y me apoyaron desde el primer día”.
Una idea más allá de lo tradicional
Aunque hacía tiempo que venía gestando la idea en su mente, fue todo lo que generó la pandemia lo que lo impulsó a dar el salto y salir de su zona de confort. “En 2020 cuando arrancó toda esta vorágine de la pandemia y confinamiento, y cuando muchos nos empezamos a replantear algunos aspectos de nuestras vidas, decidí poner primera y salir de esa molesta zona cómoda y animarme a hacer lo que realmente quería. Arrancamos a cranear el proyecto y todo se daba de manera muy orgánica, cómo lo había imaginado. Tenía muchas certezas de que este era el camino correcto y de que iba a ser una idea que iba a gustar mucho, así que no hubo lugar para muchas dudas”.
El buen comer siempre había sido una de las costumbres de la familia. Y Alfredo aprendió aquella consigna desde pequeño. “Además tuve la suerte de tener una madre que siempre amó la cocina, así que en casa estamos habituados a comer comida casera. Con ella empecé a conocer la importancia de los detalles, la variedad de los ingredientes y el cuidado a la hora de preparar las comidas. Un poco del amor que hoy le tengo a la gastronomía se lo debo a mi mamá sin lugar a dudas”.
“Estar apurado no es excusa para comer mal”
Con la experiencia del buen comer en casa y el background con el que contaba gracias a los años de trabajo junto a su padre, dio forma a la idea de poder llegar al consumidor final de una manera natural, sana y sin alterar demasiado los procesos de los alimentos. Así, en noviembre y bajo el eslogan de Estar apurado no es excusa para comer mal, Alfredo abrió junto a su socio el empresario Reinaldo Bacigalupo -dueño de varios bares en la ciudad- Nato Comé Real, un negocio en la esquina céntrica de Santa Fe y Presidente Roca. Con la impronta del fast healthy, que se basa en opciones de comida rápida saludable, la propuesta gastronómica tiene mucho verde.
Aunque ofrecen un menú basado en plantas, la propuesta va más allá del alimento en sí. Alfredo asegura que quieren inspirar una transformación en la vida de las personas y el planeta, usando la alimentación como elemento primario. Proponen un tipo de alimentación consciente y equilibrada, basada en plantas, intentando aportar a los clientes productos de calidad, energéticos, nutritivos y que hagan bien al cuerpo y al planeta. El menú está pensado para que sea rico y saludable. La carta se renueva en función de las frutas, verduras y hortalizas de estación. Por ejemplo, el bowl Mediterráneo lleva espinaca, arroz integral, olivas marinadas, tomates y berenjena asada, hummus, granola salada y salsa reducción de aceto. También hay tostadas en pan integral de masa grande y varias opciones para elegir (se destaca el de banana, nibs de cacao, avellanas tostadas y dulce de coco).
También cuidan el foco de la sustentabilidad. Trabajan con más del 90% de packaging reciclable y/o biodegradable, adoptaron políticas “zero waste” y por ello se comprometen a reducir, reutilizar y reciclar. El agua que se sirve en el local es gratis e ilimitada. Y para reforzar el consumo consciente, no venden ningún tipo de bebida gaseosa. “Hace varios años quería emprender, desafiarme y tener esa motivación. Estamos convencidos de que nuestras decisiones y acciones hacen la diferencia y que el momento de actuar es ahora”.
Compartí tu experiencia
Si viviste alguna experiencia que mejoró tu bienestar y calidad de vida (puede ser médica, alimenticia, deportiva, un viaje, sentimental, profesional o de otra índole), y querés compartirla en esta columna, escribí a bienestarlanacion@gmail.com
Más notas de Bienestar
Más leídas de Lifestyle
Uno por uno. Los 11 alimentos de gran poder antioxidante que no pueden faltar en tu dieta
Eterna juventud. Cuál es el secreto de Chuando Tan, el fotógrafo de 58 años que aparenta tener 20
Curiosidades. Agua de coco: los beneficios, su efecto en la salud y las enfermedades que puede evitar
“Argentina no tiene precio”. Tras una casualidad asombrosa, hoy mira al país con otros ojos y destaca su mayor grandeza