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 • HISTORICO

Islas Seychelles. Vivir descalzo, comer y dormir sin horarios




En el medio del océano Índico, alejadas de todo, con la mitad de su superficie declarada reserva natural y menos de cien mil habitantes, son las islas preferidas de los recién casados, los navegantes, los pescadores, los amantes del buceo y de quienes busque andar liviano por la vida.
En el largo viaje a las Seychelles con escala en Doha, leí que Ratnakara es el nombre en sánscrito del océano Indico, que quiere decir "piedras preciosas". Me pareció muy extraño, pero cuando finalmente aterricé entendí por qué: el Indico es el más azul de los mares, brillante y sedoso como un zafiro.

Día 1: llegar al paraíso

Aterricé en Mahé, la isla principal de Seychelles, una de las ciento quince que conforman el archipiélago y donde viven noventa mil personas. Junto al azul, las colinas verdísimas de enormes árboles de palo rosa, caobas, castaños de India, takamaka (una especie endémica), variedades de mangos y de palmeras, flores de vainilla, gardenias, hibiscos y santa Rita, eran un festival de colores para mis ojos urbanos.
"En Sésel tenemos tres idiomas oficiales: el inglés, el francés y el creole", explica el taxista camino al hotel, "pero la verdad es que francés e inglés sólo lo hablamos con los extranjeros, entre nosotros usamos el creole". Y fue por eso que dijo "Sésel", en creole, en vez de Seychelles.
Estábamos detenidos en uno de los dos únicos semáforos del país, en pleno centro de Victoria, donde está la Torre del Reloj y el bar Pirate's Arms donde los locales van a tomar una cerveza con un murciélago al curry, el plato nacional. Mi hotel estaba en el sur de la isla, en la exclusiva playa Petit Anse, una de las más de cincuenta que hay en Mahé.

Día 2: montañas, cocos y palmeras

A la mañana siguiente, tomé una lancha rápida desde el puerto internacional de Victoria a Praslin y La Digue, las dos islas más cercanas y donde reside el diez por ciento de la población. Una hora después avistamos Praslin y un centro montañoso elevado de 330 metros: es el Parque Nacional Vallée de Mai (valle de mayo), declarado Patrimonio de la Humanidad.
No se trata de un bosque ni de una selva como las que conocía: me rodeaban más de diez variedades de palmeras que solo crecen en este rincón del planeta, todas diferentes y de tamaño XXL: hojas que se abren desde el suelo en enormes abanicos de más de dos metros, otras de hojas redondas como sombrillas, intercalados con helechos gigantes y orquídeas. Entre las variedades está el coco de mar –coco de mer–, la semilla más grande del mundo, que tarda veinticinco años en germinar y puede pesar hasta 20 kilos. Cada palmera de esta especie está custodiada y quien se lleve un fruto puede ser encarcelado. Se venden solo unos pocos cocos al año, a más de quinientos euros, y para sacarlos del país hay que tener un certificado.
La flor que produce este coco con forma de pelvis femenina es curiosamente fálica, lo que provocó que el capitán inglés Charles Gordon viera en esas formas naturales una señal divina de que había llegado al Jardín del Edén. Hoy, en muchos lugares públicos apelan a estos símbolos para distinguir los baños de hombres y mujeres.
Si en Praslin viven 7000 habitantes, en La Digue, a media hora más de catamarán, tan sólo 2500. En la isla más fotografiada de Seychelles, el ritmo es el mismo que el de sus medios de transporte más usado: el carro tirado por bueyes y la bicicleta que alquilé en cuanto me bajé del barco. Me habían dicho que toda la isla se recorre en una hora pero, ¿cómo no parar y bañarme en cada una de sus quince playas? La atracción ineludible es la playa Anse Source d'Argent, con sus extrañas formas rocosas esculpidas a lo largo de millones de años por el mar y el viento, pero mi preferida fue Grand Anse, del otro lado de la isla, a la que llegué después de pedalear quince minutos por un camino cerrado de vegetación. Allí, en vez de turistas, había locales, jugando a la pelota y escuchando reggae.

Más Seychelles

También hay islas privadas, algunas convertidas en resorts de lujo como Denis o North Island. Denis recibe al visitante con un cartel que dice: "La isla es tuya, haz lo que quieras, mientras no molestes a los demás". Y la advertencia incluye no molestar a los pájaros, tortugas marinas y de tierra ni a los cómicos cangrejos amarillos. Los dueños de la isla, Kathy y Micky Mason, hicieron reintrodujeron especies en extinción, como la gygis alba, un ave esbelta, blanquísima y de ojos negros que vi en mis paseos en bicicleta. Anduve toda la mañana entre sus playas increíbles y senderos selváticos sin cruzarme con nadie. Y cuando me cansé de jugar a la sobreviviente en la isla desierta, almorcé en el restaurante de alta cocina a cargo de un chef australiano y dormí una siesta en mi bungaló de lujo.
North Island es una mucho más chica, un Relais & Chateaux de tan sólo once villas de 450 metros cuadrados, cada una con un mayordomo privado. Aquí pasaron su luna de miel George Clooney y Amal Alamuddin, también Kate Middleton y el príncipe William.
El concepto del lujo aquí es vivir descalzo, comer y dormir sin horarios, recorrer la isla en bici o carrito de golf y que Manjoula –mi mayordomo srilankés– me mime con una sorpresa cada día: un picnic al mediodía en la playa oeste, una manta, almohadones y un balde de champagne en una roca estratégica para ver el atardecer, una cena romántica en la arena rodeada de antorchas, mi villa llena de velas encendidas y tules al llegar la noche.
Desde que dejé Seychelles pienso muy seguido en mi partida de North Island. Manjoula seguía en la orilla, pies descalzos en la arena, saludando con las dos manos mientras la lancha me arrancaba de la isla perfecta. Y deseé que él guardara en su memoria nuestros días felices.

Cómo llegar

  • Qatar Airways tiene vuelos a Mahé con escala en Doha. Si la primera conexión supera las 8 horas, la aerolínea se hace cargo de una noche de hotel y la visa. www.qatarairways.com

Más info

Seychelles Tourism Board www.seychelles.travel.

Dónde dormir

Cómo moverse

Mason's Travel. Traslados y tours en avionetas, embarcaciones, vans colectivas o autos de lujo. www.masonstravel.com
Podés seguir los viajes de Silvina Pini en Instagram: @cherruttipinitravelers.

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