EDUCACIÓN. Juan José Llach: No se usa bien la plata
El ministro dice que no alcanza con aumentar la inversión, sino que hay que asegurar que el dinero llegue a las aulas. Parece que se pierde por el camino, por causa del estatuto docente
Mientras algunos gremios docentes se quejaban por el nombramiento del economista Juan José Llach y lo señalaban como un hombre del riñón menemista, una de las primeras cosas que dijo el flamante ministro de Educación fue: "Jamás hubiese imaginado que volvería a la función pública. Me ofrecieron lo único que hubiera aceptado..."
Habían pasado sólo tres años desde su alejamiento del Ministerio de Economía y cuando el presidente electo lo llamó estaba muy tranquilo en la Fundación Mediterránea, a punto de presentar la investigación realizada con Silvia Montoya y Flavia Roldán, cuyas conclusiones apuntan: "Los resultados medios de nuestra enseñanza primaria y secundaria no son ni blancos ni negros, sino de un gris abrumador". Sin proponérselo, Llach diagnosticó la enfermedad para la cual sería elegido médico.
Asumió el 10 de diciembre con el estigma de la carpa blanca, que desde el 2 de abril de 1997 formaba parte del paisaje porteño. Veinte días después, la carpa ya no estaba, y supo que había obtenido su primer crédito. Ahora sí podía empezar realmente. Salió a buscar fondos para su ministerio y convenció a los empresarios para que pusieran su óbolo en el Instituto de Financiamiento Educativo. Su próximo paso consistía en acordar un nuevo Pacto Federal Educativo, un poco más realista que el anterior. En 1993, las provincias habían firmado el que dominó la gestión justicialista, con la promesa del gobierno nacional de aportar 3000 millones de pesos, sumada al compromiso de todas las jurisdicciones de erradicar las escuelas rancho, escolarizar a todos los chicos de 5 a 14 años y disminuir un 50% el índice de repitencia. En eso está hoy, en la búsqueda de consenso para firmar un nuevo acuerdo.
-En el camino, el ministerio cambió de nombre y perdió la palabra cultura...
-Así es. Y me parece muy bien que haya un ministerio que se dedica sólo a educación. Creo en ministros interiorizados en los detalles y no sólo en las grandes generalidades. Y la cultura también requiere mucha dedicación.
-¿Cuáles son los principales puntos que no se cumplieron del pacto educativo anterior?
-Los compromisos de inversión. Se invirtieron alrededor de 1000 millones de pesos menos que lo previsto.
-¿Qué le gustaría cambiar de los estatutos docentes?
-Hay excesos que benefician a pocos y perjudican a muchos. Por ejemplo, el ausentismo y su correlato en un exceso de suplencias. Esto perjudica a la mayoría de los maestros, porque le resta recursos a sus remuneraciones. Y perjudica también a los alumnos y sus familias. No alcanza con aumentar la inversión en educación, es necesario que 95 de cada 100 pesos gastados lleguen a las aulas.
-¿Hoy cuánto llega?
-Bastante menos que eso. Es difícil saberlo, porque el sistema educativo no es totalmente transparente. Aun así, en la educación general básica las estimaciones marcan un sobrecosto burocrático del 17%, que representa 1200 millones de pesos anuales.
-¿Qué otras cosas cambiaría en los estatutos?
-Otro ingrediente fundamental consiste en convertir la capacitación genuina en el principal criterio de promoción y ascenso en la carrera docente y no, simplemente, el paso del tiempo. La mayoría de los estatutos actuales privilegia la antigüedad.
-¿Es eficiente el sistema actual de capacitación docente?
-No. Está estructurado sobre una suerte de supermercado de cursos, que los maestros toman para obtener un certificado. Incluso, hay una especie de mercado paralelo de certificados. En realidad, la capacitación debe programarse desde la escuela: el director de una escuela conoce a sus maestros y sabe, realmente, cuáles son los puntos que cada uno tiene que fortalecer.
-Usted se ha referido a la jerarquización de la carrera. ¿Eso incluye los salarios o hablaremos de maestros que recuperan la dignidad, pero no se alejan de la pobreza?
-Cuando hablo de buscar un financiamiento institucional y más permanente de la educación pienso en eso. Uno de los ingredientes es, lógicamente, la jerarquización salarial de la docencia. Aunque debe quedar claro que la responsabilidad está en manos de las provincias. El gobierno nacional dio una señal importante con el Fondo de Incentivo Docente de los años 2000 y 2001, poniendo el doble de recursos.
-¿Le parece suficiente? Hoy la carrera docente es muy poco tentadora...
-No debemos vender ilusiones y, evidentemente, no se van a conseguir aumentos sustanciales en el corto plazo. Pero en la medida en que se perciba un camino de progreso en la carrera y haya señales de que está cambiando, los chicos más capaces también se van a sentir inclinados a la docencia, y no la van a considerar una cuestión vocacional o de servicio social.
-¿El pago por resultados es mala palabra en educación?
-Hay que buscar un sistema que premie a los docentes que trabajan bien. Si una maestra se capacita, lleva material para sus alumnos, trabaja muchas horas en su casa y paga las fotocopias de su bolsillo, pero siente que la tratan igual que a una persona que está vegetando, es impensable una verdadera jerarquización de la docencia.
-¿Vale la pena extender los años de obligatoriedad escolar? ¿No alcanza con diez?
-La extensión gradual de la obligatoriedad en ambas direcciones es una buena política. No tiene la magia que algunos creen, pero ayuda. A mí me gustaría empezar a bajar gradualmente hasta llegar a la sala de 3 años, en el nivel inicial. Esto, lógicamente, implica más recursos. Lo que sí vamos a poner en práctica, en el marco del Programa de Escuelas Prioritarias, es un tratamiento pedagógico diferente para los chicos que fueron poco tiempo al nivel inicial.
-¿En qué consiste el Programa de Escuelas Prioritarias?
-En ir a escuelas seleccionadas de común acuerdo con cada provincia y ver cuáles son sus carencias. El objetivo es centrarse en los aspectos que tienen resultados en los aprendizajes, como la capacitación y los materiales didácticos. Queremos que formulen su propio proyecto institucional y año tras año midan su evolución. Por eso, trataremos de minimizar las inversiones en ladrillos, salvo que sean cosas imprescindibles, como un baño en mal estado. Este año empezamos a trabajar con 800 escuelas, y en cuatro años nos proponemos llegar a 5500.
-¿El portal educ.ar no aumentará la brecha entre los alumnos que tienen acceso a la tecnología y los que concurren a escuelas en las que ni siquiera hay luz?
-Ya estamos identificando a las escuelas que no tienen luz y teléfono, y haremos todo lo posible para incluirlas a todas. El objetivo del proyecto es dotar de computadoras y conectar a todas las escuelas, en un plan de trabajo que comenzará en el año 2001. Primero hay que poner el portal en la Red y conseguir que sea consultado por las escuelas que ya están conectadas. El segundo paso será la construcción de la infraestructura, empezando con las escuelas más grandes de las zonas más pobres. Le daremos prioridad a los que están más alejados de esta tecnología.
-¿Cómo van a capacitar a los docentes para que puedan aprovechar las computadoras?
-Para los docentes, la capacitación requerida será relativamente baja. Esta es una herramienta que tiene que llegar a las aulas. No hay por qué empezar enseñando computación en un laboratorio de informática. Incluso, estamos pensando en usar computadoras con servicios centrales. Que en el aula estén el teclado y la pantalla, pero los programas estén en el servidor. Además de la sencillez técnica, la actualización de software centralizada es más barata.
-La ley federal de educación ya tiene siete años de vigencia. ¿En qué medida los cambios que propone llegaron al aula y no quedaron sólo en los papeles?
-En todo el mundo, es extraordinariamente difícil conseguir que las reformas se traduzcan en aprendizajes concretos.
-Este año empieza la evaluación a los docentes...
-Es algo que debe hacerse por consenso, sin ningún sentido persecutorio. No se trata de ponerles nota y ver si sacaron cuatro, siete o diez. Queremos saber cuáles son las fortalezas y debilidades, para diseñar políticas de capacitación. La evaluación de los chicos y los maestros está orientada a ver en qué venimos fallando reiteradamente. Su sentido principal no es una tabla de posiciones. No se puede comparar el Colegio Nacional de Buenos Aires con una escuela secundaria del interior de la provincia de Formosa.
-¿El próximo paso será la evaluación de los directivos y los funcionarios?
-A mí ya me han propuesto evaluarme varios, y estoy dispuesto. Aunque pienso que la evaluación de los funcionarios es a través del voto y la opinión pública.
¿Basta de ingreso irrestricto?
-¿El Ministerio de Educación impulsará el arancelamiento de las universidades estatales?
-El arancelamiento no forma parte del programa de Gobierno del presidente Fernando de la Rúa.
-¿A usted tampoco le gusta?
-En educación no hay que cerrarse a nada. Hay que analizar las realidades. En Junín funciona un centro universitario regional, con extensiones de carreras de las universidades de Buenos Aires, La Plata, Mar del Plata y Rosario, donde cobran una cuota voluntaria, sin la cual el centro no podría sostenerse. Y la Universidad de Quilmes cobra las carreras a distancia de la Universidad virtual. Yo creo que hay que ver esas experiencias.
-¿Qué opina del ingreso irrestricto?
-En esta materia hubo un progreso. Quedan pocas universidades con ingreso irrestricto. En casi todas se toma algún examen, a veces bastante exigente.
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