La camisa todavía es la reina indiscutida de la oficina
Ni Mark Zuckerberg se animó a presentarse en el Congreso de Estados Unidos vestido con su habitual uniforme de remera, jeans y zapatillas. Es cierto que sabemos cuál es la situación actual del joven millennial que no está demasiado propicia como para hacerse el canchero frente a las autoridades yanquis. Sin embargo, Mark podría haber elegido una camisa y un traje sin corbata tal como marca la tendencia hoy en términos de seriedad masculina, pero ni siquiera eso: la corbata negra hizo su aparición para comunicar toda la solemnidad y preocupación posible que implica el asunto del espionaje.
Así es que entonces el traje no ha terminado de perder vigencia en el sector laboral masculino que, al parecer, suele reservar la corbata para reuniones y eventos formales, porque la ropa comunica, además de cuestiones judiciales. "Ya van dos años que voy a trabajar sin corbata, es más, no tengo ninguna que me guste. Hoy hasta el presidente de la empresa viene en zapatillas. Cuando empecé a trabajar acá hace diez años veníamos de saco y corbata, pero ahora ese look es la excepción. En mi caso uso pantalones de gabardina azul, gris, beige y a veces bordó con camisas blancas o a cuadros -nunca leñadora-", cuenta Gonzalo, que se desempeña como mando medio en una organización del sector bancario.
El imperio de la camisa
Basta sólo con aventurarse a caminar cinco minutos por microcentro para darse cuenta de que con o sin pantalón de vestir y en zapatos o zapatillas, la camisa hoy parece tener el monopolio de la vestimenta masculina laboral. Se ven los dos tipos de camisa: la sport con bolsillo y la formal de traje sin bolsillo y quizás con cuello italiano elegida por los más elegantes. ¿Los colores? Predomina el blanco, el celeste, el rosa, los cuadros y las rayas sutiles. Lo que denominamos el look microcentro que puede o no incluir un saco, una campera o un chaleco."No tengo zapatos ni corbatas, si hay una reunión cambio la remera de siempre por una camisa y ya cumplo con el dresscode de formalidad", asegura Diego, responsable de comunicación de una ONG.
Eso sí, ni remeras ni jeans han logrado extender sus dominios como sinónimos de seriedad. Todavía, a excepción de ámbitos laborales informáticos o creativos, la camisa y el pantalón de vestir se imponen no sólo desde las empresas sino también desde los mismos empleados que conciben este look como uniformes que les ahorran pensar en qué ponerse. Juan es ingeniero y trabaja en una compañía petrolera, para él lo más cómodo es la camisa y el pantalón. "En las oficinas se busca cierta uniformidad que nada resalte y que dé buena imagen a quienes llegan desde afuera. A los altos ejecutivos les molesta estar ellos en corbata y que aparezca un pibe en remera y zapatillas. La ropa, en definitiva, se valora como sinónimo de prestigio, hay mucho de prejuicio pero es así. En mi caso, además, al trabajar en una empresa multinacional y, conocer gente de todas partes del mundo, la camisa y el pantalón me funcionan como el inglés: todos hablamos el mismo idioma. Ni el cadete viene en remera, zapatillas y jeans", indica Juan.
Otra variable que corona el reinado de la camisa sin corbata es el ámbito laboral en el que se trabaje. No es lo mismo ir todos los días a una oficina corporativa que a una industria creativa, se supone que los segundos tienen más libertad a la hora de elegir qué ponerse, de hecho, al contrario del corporativo la camisa, los mocasines y un pantalón formal es casi un pecado mortal.
Federico es administrador de empresas y trabaja en una automotriz con fábrica en zona norte: "el hecho de trabajar en una fábrica flexibiliza el código de vestimenta, el traje con corbata sólo se usa en ocasiones muy formales. Acá la semana se transformó en un casual friday continuo y el casual friday se convirtió en un día de creativos publicitarios: podemos venir en remera y en jeans", cuenta.
La corbata en retroceso
La leyenda urbana cuenta que las corbatas fueron perdiendo terreno en nuestro país desde el desastre sucedido en diciembre de 2001 cuando andar por microcentro con el nudo al cuello se convirtió en un verdadero peligro. "Si ibas con corbata te agredían porque eras sinónimo del corralito de los bancos, ahí fue cuando todos dejamos de usarla y empezamos a acostumbrarnos a lo que primero fue tendencia y hoy es una realidad: nadie usa corbata", explica Francisco, contador en una empresa de alimentos.
Tal es la creciente desaparición de la corbata -objeto inútil por donde lo miremos- que hasta uno de sus últimos supuestos bastiones, el de los abogados, una profesión por demás conservadora, también se ha subido a la ola de la camisa y el pantalón de vestir. "Salvo para ir a Tribunales, visitar entidades públicas y reunirse con clientes que son las ocasiones en las que se sigue usando el traje, en la mayoría de las oficinas dedicadas al derecho el uniforme ha cambiado y ahora la corbata brilla por su ausencia", concluye Nicolás, abogado asociado de un prestigioso estudio.