Diseño contemporáneo, funcionalidad y el estilo veraniego que imponen el océano Atlántico y la laguna de José Ignacio definen la morada de la artista plástica Laura Sanjurjo y el arquitecto Diego Montero
La casa de Manantiales no estaba mal, desde luego. Pero Laura Sanjurjo (artista plástica y alma máter de la tienda de arte y diseño 3 Mundos) y Diego Montero (arquitecto referente en Buenos Aires y Punta del Este) quisieron alejarse del movimiento creciente en la zona. Era una contradicción haberse ido lejos para, al final, volver a quedar sumidos en el ruido.
El estudio de Diego tenía, sobre las rocas en José Ignacio, una propiedad que había sido proyectada invirtiendo la disposición tradicional para aprovechar las vistas: el living, el comedor y la cocina en planta alta y los dormitorios, abajo.
Y así fue que se instalaron acá. Con la misma naturalidad con que hoy, cada mañana, los despierta el impagable graznido de las gaviotas.
Balanceándonos suavemente en las hamacas de mimbre hechas por un artesano de Punta del Este, damos inicio a otro inspirador recorrido. Nos recibe una vista inigualable: la laguna, a la izquierda, y el mar, a la derecha, prólogo de un interior con la calidez que el entorno amerita.
Planta alta
“Me siento muy identificada con la claridad y los colores de los ambientes. Mi marido es arquitecto y siempre crea espacios muy luminosos. Para mí eso es vital: modifica las sensaciones que transmite un lugar”, comparte con nosotros la dueña de casa.
La centralidad la tiene un cómodo Sofá curvo (diseño de Diego) con almohadones a lunares (Melvill & Moon, Sudáfrica) y otros traídos de un viaje. Al lado, tal vez para facilitar la lectura cuando el sol cae, se dispuso una lámpara de pie del galés Ross Lovegrove.
Basta detenerse unos segundos para reparar en la enorme variedad de elementos que le dan su impronta al ambiente, como un tambor uruguayo, las esculturas de hierro (Lola Puig) y de aluminio roja (Jorge Blanco) o la tabla de surf (Surf for Art) ubicada en la parte superior de una de las paredes.
Todos ellos dejan en claro que la fundadora de 3 Mundos es una amante de los objetos. “Podría decirse que soy una materialista de alma: me gusta verlos y cruzármelos a lo largo del día”, nos cuenta. La unión que resulta del arte y diseño presente en toda la casa la convierte en un lugar alegre y bastante cambiante. Al respecto, Laura nos aclara que: "Nunca entendí eso de encapricharse con algo en la decoración: prefiero manejar una flexibilidad que, incluso, pueda modificar algunos hábitos”.
Integrado al living, el comedor tiene una gran mesa (encargada a un carpintero), con sillas apilables ‘Chair One’, de Konstantin Grcic, y la icónica lámpara ‘Artichoke’, del danéss Louis Poulsen.
Detrás, la biblioteca no sólo contiene libros, sino que además es el lugar destinado para objetos y obras de distinta procedencia, como un billete uruguayo pintado por Benjamin Cooper; una escultura de madera, de Alejandra Hoeffner, y un “retrato” del corazón del artista conceptual británico Marc Quinn.
Cuando la curiosidad permite despegar los ojos de todos esos tesoros, es posible visualizar la terraza, donde, luego de caminar unos pasos, encontramos una vértebra de ballena limada por el mar.
¿Cómo se convierte una casa de vacaciones en un hogar?
La respuesta para Laura es simple: priorizando el funcionamiento de la familia. “Los espacios continuos permiten más fluidez”, asegura. La cocina grande, abierta y extendida es un buen ejemplo de eso.
Debajo de la generosa ventana, hay una mesada de granito blanco, sobre la que cuelgan lámparas industriales compradas en un negocio de segunda mano en Montevideo. El toque final está dado por un cuadro firmado por Aldo Kodak.
Planta baja
Entrando por este sector se accede a un hall revestido con madera de demolición en una composición sumamente fresca y en agradable contraste con el piso de baldosas.
El rincón está signado por el diseño Mid Century, con un gabinete de madera, lámpara de techo múltiple y la silla ‘Molded plywoo’ de Eames.
Aquí, ni la escalera que baja desde el living a los dormitorios se queda sin su detalle. En el descanso se apoyó una pintura verde de Aldo Kodak y más abajo se colocó una máscara africana.
“Elegimos lo que nos gusta, nada más”, explica Laura sobre las obras que habitan la casa.
Ahora sí, es tiempo de descubrir los dormitorios. A tener en cuenta: al igual que el hall, todos tienen una pared revestida por maderas de demolición.
El principal cuenta con una cama diseñada por Diego y cuyos lados fueron embellecidos con pinturas de Laura. A sus pies, un plaid de lana de la colección americana de Pendleton, Estados Unidos.
Un sillón italiano de los años 40 y un armario escandinavo comprado en Montevideo dan paso a un portón corredizo de madera que lleva al baño en suite, al cual se le hizo un acabado de hormigón negro pulido en las paredes.
Por su parte, el cuarto que comparten Antonia y Azucena tiene camas de madera con fundas bordadas compradas en la tienda del hotel Lloyd de Ámsterdam. Las dos aguafuertes sobre las cabeceras son de Benveniste, una editorial y galería de arte con sede en Madrid.
“Los cuartos de las chicas se fueron armando con los cuadros y muebles que teníamos. Nos entendemos en ese sentido; las tres tienen inquietudes artísticas: dibujan, pintan, hacen collages y eligieron carreras vinculadas al diseño”, aclara, orgullosa, Laura.
A tono con el resto de la casa, un collage hecho por Laura cuelga sobre un sillón retapizado en cuero.
Una soñada playa propia
Durante la última renovación se eliminó una pérgola y se reutilizaron las maderas para un deck cubierto que mira a la laguna.
En la galería de la planta baja, vemos las puertas corredizas que dan a los dormitorios y, junto a la pileta, con interior de hormigón pintado con silicona transparente, a la hija mayor disfrutando de un día de sol.
Para relajarse al aire libre, el deck de la laguna tiene reposeras de madera diseñadas por Diego y construidas por un carpintero local, con almohadones hechos de un género traído de Kenia.
“Nuestras reuniones son muy relajadas: cocinamos, tomamos algo, escuchamos música y almorzamos afuera. La laguna, siempre llena de aves, ofrece una postal increíble”, finaliza Laura, dándonos un poco de sana envidia.
Texto: Lucrecia Álvarez
Eugenia Daneri y Wilma Custers / Features More
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