¿Qué tipo de persona sos al alimentarte? ¿Qué tanto pesan los hidratos de carbono en tu dieta?
La mayoría de las personas que están hinchadas cuando comen piensan que son celíacas responsabilizando a las harinas, y deciden erradicarlas de su vida. En la mayoría de los casos puede ser que la causante del malestar abdominal sea la harina, pero solo el 1% desarrolla la enfermedad celíaca. El 99% que tiene molestias, muy probablemente su cuerpo sea más parecido al Homo sapiens de la época de las cavernas con un perfil “cazador” y dificultad para el manejo de los hidratos de carbono.
El año pasado, me focalicé en investigar nuevos marcadores genéticos que nos permitieran entender qué le pasaba a la mayoría de las personas que sienten que las harinas le hacen mal, pero que los marcadores genéticos de celiaquía HLA-DQ2.5 y HLA-DQ8 eran negativos. Para realizar el diagnóstico de esta enfermedad autoinmune se necesitan 3 items:
- uno de los marcadores genéticos mencionados HLA-DQ2 o DQ8.
- la presencia de anticuerpos (transglutaminasa tisular IgA, péptido anti-desamidado relacionado con gliadina IgA e IgG, anticuerpo endomisial IgA) en sangre mientras la persona esté realizando una alimentación con gluten
- un patrón inflamatorio en una biopsia de duodeno (intestino delgado)
Pero, desde mi forma de practicar la medicina, necesitábamos darle una respuesta desde los mecanismos genético-moleculares y, por suerte,¡ la encontré!
No todo es celiaquía
En 2019, un grupo de investigadores publicó un estudio científico en la revista eLife demostrando que el gen CLTCL1 juega un rol importante en el metabolismo de la glucosa (“azúcar”). Los hidratos de carbono son la primera fuente de energía que utilizan nuestras células para funcionar. Cuando comemos algún tipo de azúcar, se dirige al cerebro y al hígado, como lugares primordiales, y luego al resto del cuerpo. En ese momento, nuestro organismo que está lleno de sensores (receptores), reconoce que hay un aumento de glucemia (“azúcar en sangre”), por lo que envía una señal al páncreas para producir la hormona insulina que es la encargada de bajar ese nivel estimulando la entrada de “azúcar” (hidrato de carbono) a la célula, principalmente a los músculos y el tejido adiposo (“grasa corporal”). Para que el carbohidrato pueda entrar desde la sangre a la célula, utiliza un tipo de “túnel’' llamado transportador de la glucosa (gen CLTCL1). Si este mecanismo es eficiente se logra un buen funcionamiento de la insulina, y un mejor metabolismo (procesamiento) de la glucemia, ya que entra con facilidad a la célula. Pero, si el funcionamiento no es óptimo, y como consecuencia, hay un mal manejo de la glucemia con altos niveles, es uno de los factores de riesgo para desarrollar diabetes tipo 2 (adulto). Cuando los médicos, en un análisis de sangre miramos los valores de glucemia es una herramienta para saber si este mecanismo genético-molecular está funcionando bien, y si ese es el caso, una persona tiene un nivel de azúcar en sangre en ayunas menor de 100 mg/dL. Si ese nivel es de 100 a 125 mg/dL se considera prediabetes. Si es de 126 mg/dL o más en dos pruebas separadas, tiene diabetes, confirmando que el transportador es ineficiente.
En los inicios de nuestra especie, los Homo sapiens comían lo que cazaban y recolectaban de los arbustos y árboles, y por lo tanto, no consumían hidratos de carbono complejos, como es el pan. Si aplicamos este concepto genético-molecular a nuestra evolución, en la actualidad hay personas que tienen una variante del gen CLTCL1 tienen un perfil “cazador” similar a nuestros antepasados de la época de las cavernas, teniendo una dificultad su cuerpo en la absorción y el manejo de los hidratos de carbono complejos. Estas personas tienen intolerancia a las harinas, sin ser celíacas. Cuando comen pan o panificados se sienten hinchados en el abdomen, cansados, con malestar y disconfort abdominal.
Los hidratos de carbono y su evolución
Con el paso del tiempo, las personas empezaron a formar comunidades ubicándose en lugares con un mayor acceso al agua, lo que permitió el desarrollo de la agricultura. Este sería el origen de la transición de nuestra especie de practicar de la caza a producir el alimento como agricultor. En este momento, empezamos a consumir un hidrato de carbono más complejo, como el trigo, y la elaboración del pan. Este cambio-genético evolutivo generó que el cuerpo pueda incorporar al pan como un alimento que hasta ese momento era desconocido. En este caso, hay personas que tienen otra variante del gen CLTCL1 (“dos genes agricultores”) que su cuerpo incorporó esta adaptación permitiéndoles una buena absorción de los hidratos de carbono complejos, y por ende, cuando comen pan y sus derivados no sienten ningún tipo de intolerancia a las harinas.
Existe una tercera variante del gen CLTCL1, en el cual las personas tienen un “perfil mixto” ya que heredan un “gen cazador” y un “gen agricultor” (tenemos dos copias de todos los genes, una de nuestra madre y la otra de nuestro padre). En estos casos, realizamos un análisis en la consulta para correlacionar con su relato si existe algún tipo de sintomatología con la ingesta de harinas. Si esto ocurre, esta persona tiene un “perfil mixto con una mayor expresión cazadora” (la mayoría de los casos), y trabajamos con el equipo de nutricionistas en esta problemática para sacar este malestar. Por otro lado, si esta persona tiene un “perfil mixto con una mayor expresión agricultora” confirmamos que su cuerpo tiene un buen manejo del pan y sus derivados.
El análisis de este gen nos ha dado muchas satisfacciones en el último año, ya que logramos una gran correlación entre las situaciones que refieren las personas y los resultados que encontramos en su ADN en el test nutricional. Lo más importante es que la mayoría confirmó, y se quedó tranquila que no es celíaca!
El autor es médico (UBA), especialista en anatomía patológica (Universidad de Yale), especialista en patología molecular & genética (Universidad de Harvard)
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