La curiosa moda de tener llamas como mascotas
En Estados Unidos, muchos empiezan a elegirlas como animales domésticos por su carácter cariñoso y tranquilo
NUEVA YORK.- Los que tienen una llama de mascota no dudarán en ofrecernos buenas razones: las llamas son silenciosas, tranquilas y afectuosas, no precisan de demasiados cuidados, y para ser animales de exterior, no tienen tan mal olor.
Pero hay mucho más que eso: miren a una llama a los ojos y ella nos devolverá una mirada comprensiva con sus ojazos seductores y las orejas paradas, una mirada con la que parece entendernos y preocuparse por nuestros problemas.
La mayoría de la gente empieza con dos o tres, ya que las llamas son sociables y no les gusta vivir solas. Pero como descubrió Katrina Capasso, feliz propietaria de una llama de Ballston Spa, Nueva York, "son como papas fritas: cuando se empieza, es difícil parar". Capasso, de 49 años, recibió su primera llama como regalo de bodas de su marido en 1990. Actualmente tiene 55 ejemplares.
Esa cualidad irresistible tal vez explique su popularidad como mascota. Hasta hace un par de décadas, en Estados Unidos nadie había oído hablar de ese animal. En la actualidad, en el país hay alrededor de 115.000 ejemplares, según el Registro Internacional de Llamas.
"Son como perros, son tu mejor amigo", dice Pam Fink, que en su hogar de Georgia tiene 13 y espera 3 crías para agosto. Se sabe que los criadores de llamas han llegado a pagar hasta 30.000 dólares por un macho de la mejor calidad, pero una llama común para mascota se consigue por menos de 500 dólares. Y dada la demanda de pelo de llama, tan preciado como el de la alpaca por los tejedores, hasta es posible recuperar parte de la inversión.
Eso siempre y cuando uno no viva en Manhattan o en otro lugar donde no esté permitido tener "ganado". Pero si uno tiene la suerte de vivir en el lugar apropiado y de contar con un poco de espacio al aire libre, "las llamas te robarán el corazón", como dice Jerry, esposo de Pam Fink.
A Jerry y a Pam les gusta pasar las noches de verano en el porche de su casa, mirando pastar a sus llamas. "Yo las llamo decoración viviente de jardín", dice Jerry con orgullo.
Fink es empresario y tiene 65 años, la misma edad de su esposa. La pareja adquirió sus primeras tres llamas hace una década y Pam muy pronto descubrió que era una criadora de llamas enanas, una raza que tiene tres cuartas partes del tamaño de una llama estándar.
En el inmaculado hogar suburbano de los Fink, los retratos enmarcados de las llamas descansan sobre la chimenea junto a las fotos de los nietos. Pam acaricia las llamas a medida que las va mencionando, abrazándose a sus cuellos, levantando sus patas o rascándoles la lana del lomo, una manera de asegurarse que tengan su ración diaria de contacto humano.
Las llamas son animales de exterior, y los machos deben permanecer separados de las hembras, ya que de lo contrario el apareamiento es incesante. En otros aspectos, sin embargo, son de lo más mesuradas. Los propietarios deben chequear que no estén lastimadas o enfermas, porque son tan estoicas que rara vez se quejan. Según los dueños de llamas, todas esas historias de escupitajos son exageradas: las llamas se escupen entre ellas para establecer jerarquías sociales, pero a menos que se sientan amenazadas, rara vez escupen a la gente.
"Son inteligentes, y muy curiosas -dice Pam Fink-. Al principio, son un poco distantes, pero después no te las sacás de encima."
Tras alimentar y saludar a todas sus llamas, a Pam le gusta sacar a pasear alguna al bosque. "Son animales tan tranquilizadores... Son una compañía de lo más agradable", dice. La mayoría de la gente asocia las llamas con Perú, donde cargan bultos por las laderas de los Andes y cuidan rebaños de ovejas. En Estados Unidos, algunas llamas realizan tareas similares. Pero las que son mascotas suelen ser tratadas como miembros de la familia: mimadas, bañadas, acicaladas, exhibidas en competencias de llamas, entrenadas en escuelas, atendidas en hospitales y guarderías, donde esparcen su particular estilo zen.
Suelen ser silenciosas, pero eso no quiere decir que no hagan nada de ruido. Cuando un macho está interesado en una hembra, o quiere aparearse, emite un sonido parecido al de las gárgaras. En respuesta, las hembras chasquean. Y todas las llamas hacen resonar la garganta, en especial las madres con sus crías.
Es parte del proceso de vinculación entre ellos, dice Susan Morgan, de 54 años, enfermera y criadora de llamas enanas con su esposo George. "Se reconocen entre sí por ese sonido gutural", dice Susan, y agrega que dos meses después de dar a luz, una de sus hembras y su cría seguían "zumbándose".
Pam Fink tiene un gato y dos perros, pero según ella ninguno de sus animales le da tanta satisfacciones como sus llamas. "Cuando ya no soporto a las personas, me voy al establo -dice- y ahí siento cómo desciende mi ritmo cardíaco. Las llamas tienen todo lo bueno de los perros, y nada de su excitación."
Así que no debería sorprender a nadie que algunas llamas ofrezcan esos servicios de manera profesional. Hay llamas embajadoras que visitan escuelas, iglesias y bibliotecas. Hay llamas terapéuticas que pasan tiempo con los enfermos, los ancianos y los discapacitados. Y en algunas exhibiciones de llamas hay una categoría de competición llamada "relaciones públicas", donde se evalúa la capacidad de las llamas para ofrecer alivio a los humanos, con pruebas como por ejemplo saber bajar la cabeza para recibir las caricias de una persona en silla de ruedas.
La doctora Jane Rudd, una médica de Duluth, Minnesota, cuanta la historia de una llama especialmente sensible, llamada Amigo, que solía llevar de visita a las escuelas. Después de pasar una mañana con Amigo y un grupo de escolares, una maestra le preguntó si podía traer otro grupo con necesidades especiales. "Uno estaba en silla de ruedas", recuerda Rudd.
Amigo estiró la cabeza y condujo a Rudd hacia el nene de la silla de ruedas. "Recostó su cabeza sobre las piernas del chiquito, como si supiera que era quien más la necesitaba."
Capasso es propietaria de llamas de Ballston Spa, Nueva York, y hace presentaciones públicas con las más amigables de sus 55 llamas. Recientemente, llevó tres llamas a la biblioteca de Saratoga Springs, donde fueron recibidas por unos 100 niños y padres. Hope, Cinnamon y Ben, tres de sus llamas más educadas, se quedaron tranquilas mientras las rodeaban los chicos.
Hope "es muy calma", dice Capasso, mientras que Cinnamon es "majestuosa" y capaz "de sacarle una zanahoria de la boca a cualquiera".
¿Y Ben? "Es una de las llamas más educadas que vi en mi vida", dice Capasso. Y también una de las más "zumbadoras". Los niños habrán pensado que zumbaba de contenta. Las llamas suelen dejar esa impresión. Pero como dice Capasso, "lo más probable es que estuviera cansada y quisiera irse a casa".
Traducción de Jaime Arrambide
Jennifer A. Kingson
Temas
Más leídas de Lifestyle
“Se notaba que quería vivir”. Cayó del camión rumbo al matadero, no tenía chances de recuperarse pero alguien quiso darle una oportunidad.
Emocionante. La emotiva historia de Vaguito, el perro que espera a su dueño frente al mar y tendrá su propia película
Feng Shui. Cuántos granos de arroz hay que llevar en la billetera para atraer dinero y prosperidad