Antes de la pandemia Yanina Cardone dejó su trabajo para cumplir el sueño de muchos: abrir su propio bar. El coronavirus pausó ese ímpetu con el que había proyectado Roulette, el bar inspirado en Las Vegas, ciudad donde se apuesta fuerte. Tuvo que barajar y dar de nuevo: en el medio, su proyecto tuvo que reinventarse y apostar al take away para no morir antes de ver la luz, que finalmente se hizo el 3 de diciembre, el día de la inauguración.
Sin dudas, reinventarse fue una de las palabras más utilizadas en 2020. Más allá de las obvias asociadas a la enfermedad, fue la que marcó el día a día de muchos argentinos, que se vieron enfrentados a la necesidad de revisar la forma de vincularse tanto desde lo afectivo como desde lo laboral. Que tuvieron que hacer de maestros de sus hijos, de cuidadores de sus padres, de pareja a tiempo completo. Que se pusieron a teletrabajar como si lo hubieron hecho toda la vida, y que descubrieron que el Zoom no solo servía para la oficina, sino también para estudiar, entrenar y hasta celebrar bodas, cumpleaños y más.
Seguramente nadie extrañará este 2020 que acaba de terminar. Muchos lo recordarán como "el peor año de la historia", según lo calificó la revista Time. Pero también fue una prueba de nuestra la capacidad de resiliencia, y de adaptación como la que atravesó Yanina y muchos otros que supieron surfear el tsunami de un año de confinamiento, y que se asoman a 2021 con herramientas nuevas, algunas incluso inesperadas. "Los argentinos tenemos un poder de resiliencia natural porque estamos acostumbrados a los cambios y las crisis, se vive inestabilidades de todo tipo y nos vamos acostumbrando a ellas . Lo positivo es que en toda crisis surgen oportunidades", reflexiona la psicóloga Beatriz Goldberg a modo de balance de este 2020 que ya es historia.
Un repaso por las tapas del suplemento Sábado muestra los cambios vividos a nivel social, familiar y personal. pero también ese gran poder de adaptación: la vecindad como nuevo espacio de colaboración y sociabilidad; padres y docentes unidos en pos de brindar la mejor educación posible a los niños; distancias que se acortaron con la tecnología y casas que se transformaron en refugios y que fueron revalorizadas desde la multiplicidad de usos (como oficina, gimnasio, escuela) y fueron blanco de reformas y mejoras para sumar bienestar.
En el medio, hubo que redefinir vínculos, prioridades y roles. "Mucha gente se centró más en lo que tiene y no en lo que le falta. Lo virtual permitió acercamientos entre las personas. Madres y padres se conectaron más con los hijos y el hogar pasó a ser el lugar prioritario. Varios se reconectaron con lo culinario, con su propia historia familiar haciendo las recetas de la abuela", resume Goldberg.
Para el psicoanalista y filósofo Luciano Lutereau, autor de Más crianza, menos terapia, el que pasó fue un año que puso la lupa en lo vincular. "Que este haya sido un año para repensar lo vincular ya es una ganancia enorme –asegura–. En todo caso lo malo u olvidable es que nos dimos cuenta de que estábamos muy poco preparados para sostener nuestras relaciones. Descubrimos que los vínculos eran más frágiles de lo que pensábamos, que soportan poco la tensión, la ansiedad, la conflictividad. Después un primer tiempo de cuarentena, se perdió cierta orientación que se juntó con el cansancio y generó tensiones. Hay situaciones que se volvieron difíciles de sostener desde lo vincular".
Por su parte, el psiquiatra y psicoanalista Pedro Horvat plantea que la cuarentena dejó al descubierto nuestras fragilidades y posibilidades. "Por empezar, la vida social se desestructuró, al igual que nuestros hábito.Nuestra manera de trabajar cambió y puso a prueba nuestra tolerancia a la frustración –resume–. En el plano vincular descubrimos que nuestras parejas no están armadas para convivir 24x7. Necesitan para ser viables del trabajo de cada uno, del deporte, de la vida social personal. Sin dudas la convivencia puso de relieve la dificultad para el diálogo. Pero también muchas parejas jóvenes se atrevieron al desafío de vivir juntos y eso les permitió que su relación creciera. En algunos casos, las parejas de mucho tiempo descubrieron que su vínculo se reforzó". En cuanto a lo filial, agrega el especialista, "muchos hijos se vieron beneficiados por el tiempo que sus padres pasaron con ellos y muchos padres descubrieron que podían sentarse al lado, enseñarles y acompañarlos".
Acaso la gran pérdida estuvo en el afuera: "A todos nos ocurrió de tener que prescindir de muchas cosas del mundo externo y al tener que hacerlo descubrimos cuáles son realmente necesarias y cuáles no; algunos aprovecharon el tiempo para rescatar alguna vocación olvidada con cursos y lecturas y eso también fue positivo".
En línea con esto, Alejandro Melamed, director de Humanize Consulting, destaca que con mayor tiempo disponible la pandemia "sirvió para darnos cuenta qué es lo que nos apasiona y nos gusta. Si estamos trabajando en algo que nos moviliza, si es un espacio de liberación de nuestro potencial o solo transaccional donde simplemente se recibe una compensación por lo que se hace. En este sentido, muchas personas se dieron cuenta de que no eran felices en sus trabajos". Pero tal vez el descubrimiento más poderoso fue que se podía trabajar de otra manera: "Nos dimos cuenta la cantidad de tiempo que se invierten en cosas totalmente inútiles y cómo el trabajo puede realizarse de una manera diferente, mucho más simple, ágil y productiva".
Sexting y autosatisfacción
Una de las cuestiones que más se resintió fue el deseo. Lejos del baby boom que muchos auguraban a fines de marzo, las parejas sufrieron, en muchos casos, la falta de intimidad sexual. Sin embargo, la contracara fue la autoexploración, que se convirtió en la mejor aliada para conectarse con el placer. "Hubo un momento de confusión al inicio, que generó que no supiéramos bien qué hacer. Muchos se animaron a técnicas que le resultaban ajenas como el sexting. Fue genial para empezar a abrir nuevas posibilidades cuando la distancia física impedía el encuentro –resume la psicóloga y sexóloga clínica Mariana Kersz (@lic.marianakersz), autora de Un viaje al placer–. Por otra parte, mucha gente empezó a descubrir su propio cuerpo. Hay mujeres que lograron reconocerse como seres sexuadas y deseantes, con más consciencia de lo que les gusta y les da placer. Muchas se permitieron hacer ese recorrido, en el que el orgasmo no sea una meta sino un proceso", sostiene Kersz, que asegura que la cuarentena despertó como nunca el interés por los talleres de sexualidad on line.
En definitiva, destaca la psicoanalista Susana Mauer, el año que acaba de terminar nos desafió como seres humanos: "Nos tocó gestionar con autonomía, con conciencia y con ingenio. Rescato el desafío de supervivencia creativa que puso en valor la convivencia íntima, la capacidad de autoorganización de la familia, la necesidad de cuidarnos colectivamente para preservar la vida". Y Horvat remata: "Hay una frase que dice: ‘cuando baja la marea se nota quien nadaba desnudo’. La cuarentena puso de relieve las posibilidades de cada uno. Pero nadie la sacó gratis, todos hemos perdido algo: personas queridas, trabajo, libertad. Todos pagamos un costo, pero los más afortunados pudieron rescatar algo para sí."
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