La mano del mercado deja de ser invisible
Existe una nueva forma de intercambio de bienes y servicios, con fines lucrativos o no, con fines lúdicos o utilitarios, con fines solidarios, o simplemente para hacer de éste un mundo mejor, que aprovecha las posibilidades de Internet y de desarrollos sostenidos en la Red. Es la economía colaborativa o sharing economy.
No se basa en la propiedad, sino en el compartir. Pero no es una cuestión de hippies: se puede obtener una ganancia de ello. En muchos casos saca provecho de los bienes que permanecen cierto tiempo ociosos: un auto en determinado rango horario, una habitación en cierto fin de semana, libros, películas y DVD durante una época. No sos el propietario del bien, pero podés obtener el beneficio de su uso, por un rato.
Por otra parte, se establecen otro tipo de relaciones de poder. Es un intercambio entre pares organizado a través de una red que aumenta y se da forma a medida que se van realizando los mismos. La economía colaborativa se afirma sobre cantidades enormes de información en tiempo real: sobre lo que se ofrece, lo que está disponible y lo que se busca. Si tenés apenas una idea de lo que querés, mirando la información terminás de conformar tu demanda. Pocos intermediarios o casi ninguno. El secreto del éxito es que esta información sea accesible. La colaboración es, justamente, juntar oferta con demanda. La mano invisible del mercado deja de ser invisible, y pasa a ser facilitadora y amistosa. Una mano colaborativa.
Las personas que participan en este intercambio, además, van construyendo su reputación. Como los bancos suizos, en la economía colaborativa el mayor valor es la confianza.
En la Argentina, hay varias iniciativas de este tipo. La mayoría apunta a compartir viajes cortos. También hay de finanzas colaborativas (crowdfunding) y que fomentan la solidaridad.
La revista Time considera la economía colaborativa una de las diez grandes ideas que van a cambiar el mundo.
Economista especializado en CyT
Agustín Campero