La pequeña gran judoca que sueña con ejercer la medicina
Sorprendió este año cuando en el Campeonato Mundial de Judo, en Astana, Kazajistán, se consagró con el título mayor cuando ni ella apostaba llegar a la final. Paula Pareto (29) sabe de luchas, de las que se dirimen sobre el tatami y también de las internas. Por eso, su mejor triunfo no fue alcanzar ese título internacional, tampoco la medalla de bronce de Pekín ni la inmejorable calificación para los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016. Su gran logro fue cambiar su forma de pensar.
Ahora, cuando está frente a su rival, piensa que todo es posible. Ganar o perder. Y a esa base le suma su mayor virtud, la perseverancia, y avanzar hasta lograr su objetivo. Aunque duelan las cervicales, aunque el juego no sea siempre tan limpio como desea.
Para quienes la conocen no fue una sorpresa que la judoca, además de entrenar en un deporte de alto rendimiento, se recibiera de médica. No fue fácil, confiesa. En aquel tiempo el judo todavía era un hobby y la medicina, la carrera de su vida, su vocación. Cuando los entrenamientos se hicieron más fuertes y las competencias más continuas, comenzó a viajar con sus libros y apuntes a cuestas. Estudiaba las casi tres horas de viaje que separaban su casa, en San Fernando, del club Estudiantes de La Plata, siempre que encontrara asiento libre en el colectivo.
Acortó el viaje en 2012, cuando los entrenamientos se mudaron al Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard), con Laura Martinel y Tigran Karhanya. Allí realiza hoy una pretemporada con mucha carga y volumen de trabajo. Los primeros meses del año próximo trasladará esa fuerza al judo con un único objetivo: llegar a Río al 100%. Deberá entonces aumentar el volumen de lances, ver diferentes variantes y probar nuevas técnicas en las competencias previas. Mientras tanto, entrena doble turno, de lunes a viernes. Y los sábados juega al fútbol con sus amigas de la primaria.
Además de sus entrenadores, el psicólogo deportivo Gustavo Ruiz es parte de su equipo desde hace 8 años. "Lo más importante el día de la competencia es cómo estás de la cabeza. Físicamente, llegamos todos más o menos igual. Hago ejercicios de respiración, energéticos, que van más allá de la práctica deportiva, y que de hecho me sirven para llevar a la vida diaria. Fue un año raro desde el punto de vista psicológico, porque 2014 había sido espectacular y desde diciembre hablábamos con Gustavo que en algún momento iba a bajar. Pero nunca pasó. Como dice mi psicólogo, me hago un juego mental: para mí cada competencia arranca de cero, puede ganar cualquiera. Y es lo que me lleva a no caer, porque si siempre arrancás de cero la rueda nunca va para abajo."
Y esa tenacidad también es la que convierte su metro cincuenta de estatura en una ventaja sobre el tatami, en su categoría de menos de 48 kilos. Como dice la Peque, ganadora de tres medallas en los Juegos Panamericanos: "Uno aprende a manejarse con lo que tiene (se ríe). La altura es un problema porque cuando te agarran de arriba, te bajan y es muy molesto ese agarre. Por eso evito esa situación, aunque claro que también hay formas de zafar. Pero a la vez me beneficia porque es más difícil tirar a alguien bajito, por el centro de gravedad más cercano al suelo."
Entonces, su altura se transforma en una fortaleza, como también lo es su capacidad de concentración. "En el judo tenés que estar atenta todo el tiempo y evitar que el otro te tire. Eso lo exploto al máximo. No me creo mejor que nadie, sé que todas tenemos posibilidades porque todas partimos de cero. He competido en torneos en los que estaban el campeón del mundo, el campeón olímpico, el número uno del ranking, y después ni sabés cómo les ganaste. En los Juegos de Londres, por ejemplo, han perdido campeones olímpicos en la primera lucha, y contra algunos que habían entrado por la ventana. El más atento a todo es el que tiene más posibilidades de ganar."
Lo que no acepta son las agresiones gratuitas durante el juego. "Pegar piñas y patadas no se puede, pero depende de la intención del otro y la del árbitro. El saludo inicial y el final es una forma de respeto, y si vos respetás el deporte que hacés no tenés por qué golpear a tu rival", dice seriamente. Por eso una de las victorias que más disfrutó fue cuando venció a una judoca húngara, muy dura y prepotente a la hora de luchar. "Se puede ser un poco torpe, pero la maldad no me gusta. Y me alegró ganarle y hacerlo rápido porque me pesaba su forma de juego."
Si de sorprender se trata, lo hizo al por mayor cuando aceptó posar desnuda para la edición latinoamericana el Body Issue de la revista ESPN. No fue una decisión fácil y la tomó luego de consensuarla con amigos y familia. Después tuvo que reconciliarse con su cuerpo, porque la espalda siempre fue objeto de sus traumas. Pero ahí, posando para la producción, se concentró en mostrar su físico de deportista, en un ámbito de deportistas, sin otro fin. Se animó y venció el pudor, aunque asegura que fue una experiencia para no repetir.
Así como el judo es un mundo de satisfacción que adoptó por primera vez a los 9 años, de la mano de su hermano Marcos, y que aún elige en cada entrenamiento y cada competencia, también le provocó en 2011 una protusión cervical y grandes dolores. Aunque la lesión es crónica, logró superar su fase más aguda y seguir avanzando en su carrera olímpica.
Tenaz y perseverante, así es Paula Pareto. En el tatami, firme, fuerte, previendo los movimientos de su rival. En la vida, parada siempre del lado positivo.
1986
Nace el 16 de enero, en Buenos Aires
2008
El 9 de agosto obtiene la medalla de bronce en los juegos olímpicos de Beijing
2015
El 24 de agosto se corona campeona del mundo en Astana
El futuro
En agosto próximo competirá con la delegación argentina en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, y luego se dedicará a la medicina, haciendo la residencia en Traumatología