Las bandas sonoras de la Premier League
Del himno rockero detrás del Leicester campeón a la pasión futbolera de los rockstars británicos, el encuentro de dos planetas en las tribunas del único país donde se pueden juntar Mick Jagger, Ian Curtis, Elton John y el Kun Agüero
Es 8 de agosto de 2015. Primera fecha de un campeonato de la liga inglesa. Leicester City recibe a Sunderland. Nadie conjetura que aquí estará el próximo campeón. Ni siquiera se espera un partido interesante. Son dos equipos que generalmente se ubican de la mitad de la tabla para abajo. Sin embargo, Leicester gana 4 a 2 en un partido lleno de emoción y ensaya una recuperación de la temporada anterior, que lo dejó tambaleando en los últimos puestos.
En el banco de Leicester debuta un entrenador italiano, Claudio Ranieri, famoso por diseñar equipos sin grandes figuras, con hombres que defienden duro y delanteros veloces. El club lo contrató con un sólo objetivo: mantenerse en Primera. Eso sería un milagro para una institución que cuenta con uno de los peores cuatro presupuestos de una liga dominada por dos o tres clubes gerenciados por millonarios.
La mejor posición que había logrado Leicester en 132 años de competencia fue un segundo puesto en 1929. Desde 1977/78, con Nottinghan Forest en la First Division –nombre que mantuvo la Premier League hasta 2004– que no se registraba un campeón inédito en Inglaterra.
En el vestuario, preparándose para salir, los jugadores escuchan música, una práctica habitual de los planteles antes de pegar el salto a la cancha. Ranieri pide que suban el volumen para oír de qué se trata. Es Fire, de Kasabian, un grupo de rock británico oriundo de la ciudad. Su nombre proviene de Linda Kasabian, la adolescente que condujo a Charles Manson a la huida de la matanza que realizó en la casa de Sharon Tate. En armenio significa carnicero.
Sus canciones han sido usadas muchas veces en videojuegos de skate, de autos y de fútbol. De hecho, Club Foot, otra de sus canciones, sonaba en la intro de PES y otras formaron parte de la BSO de seis videojuegos. Fire es un hit con beats electrónicos, guitarras bien saturadas, coros repetitivos y bien pegadizos. Una canción marchosa. Probablemente los jugadores, que se divierten en las concentraciones con esas consolas, lo hayan adoptado de ahí. Si no, resulta casi inexplicable esta unión tan directa de un equipo dirigido por un entrenador consevador y paternalista y una banda de rock cosmoplita que es más popular en el resto de Inglaterra que en Leicester mismo.
Desde comienzos de su carrera, Ranieri entendió que cualquier música puede generar empatía con los futbolistas. En los entrenamientos en el Cagliari, uno de los equipos que dirigió, despertaba a los futbolistas con una cantinela: Ding-dong, ding-dong.El entrenamiento ya empezó, tratando a sus muchachos con el condicionamiento clásico de Pavlov, un tipo de aprendizaje demostrativo. Pavlov hacía sonar una campana, de modo que, cuando el perro la escuchaba, asociaba ese sonido con la comida y salivaba. Así, el perro estaba dando una respuesta (la salivación) a un estímulo (la campana).
Ahora los Foxes (zorros, en inglés), apodo nacido de la tradición de caza de zorros en la ciudad, imponen esa melodía de Kasabian como canto de guerra en la tribuna, un ritual que se fue repitiendo en cada partido "Les dije a mis jugadores que cuando escuchen Fire en la tribuna deben sentirse guerreros. Es bueno que los hinchas amen a los luchadores. Nosotros somos luchadores", declaró el DT con una dosis de oportunismo y autoayuda.
El himno de Kasabian funcionó como si Ranieri lo hubiera creado especialmente para sus jugadores. Ese groove se trasladó de las tribunas al campo de juego. Leicester alcanzó la gloria sin lujos, con un fútbol discreto y operativo (cuatro veces ganó 2 a 1 y otras tres, 1 a 0, los resultados más repetidos de su campaña), organizado con dos líneas de cuatro y dos atacantes veloces. Hasta que se coronó campeón, a dos fechas del cierre del torneo, sufrió sólo tres derrotas (dos con Arsenal y una con Liverpool).
El modelo Leicester
Nadie conocía a Leicester por su fútbol. Fuera de Londres es la ciudad con más diversidad de inmigrantes: africanos, asiáticos y caribeños, en su mayoría. En el censo de 2011, sólo la mitad de sus 330 mil habitantes se declaró como blanco británico. La convivencia en la ciudad es tan buena que se habla del modelo Leicester. En su fútbol se replica el ascenso de la ciudad, así como también sus limitaciones. Pasar los días en Leicester puede resultar tan placentero como decepcionante. La ciudad es modestamente próspera, pero muy aburrida. En el libro The Secret diary of Adrian Mole, una saga de literatura juvenil, su autora, Sue Townsend, describe a este lugar como una ciudad que no tiene glamour.
En Leicester nadie sabe explicar muy bien el campeonato obtenido por Ranieri sin dejar de utilizar las palabras astuto e inteligente. El factor racional no lo explica todo. Si bien algunos creen que es un genio, otros adjudican la victoria al rey Ricardo III, quien sacó a la ciudad de su letargo en 2012, cuando arqueólogos locales descubrieron su esqueleto en un estacionamiento subterráneo. Nadie esperaba que otra noticia generara un impacto semejante para esta localidad del centro de Inglaterra hasta que su equipo de fútbol se coronó campeón por primera vez.
Pero la convivencia entre fútbol y música en Inglaterra sí tenía antecedentes resonantes. En los años 60, los hinchas de Liverpool tomaron la delantera al adoptar uno de los grandes himnos de los estadios del mundo: You’ll Never Walk Alone, que popularizaron Gerry & The Peacemakers, es un viejo tema de los años 40. El himno, que se canta antes y después de cada partido, traspasó fronteras y fue adoptado por clubes como Borussia Mönchengladbach alemán y Celtic de Escocia. Incluso quedó inmortalizado en el final de la canción Fearless, de Pink Floyd, en el álbum Meddle.
Arsenal podría armar un equipo con estrellas de rock. Los Gunners –así lo llaman– cuentan entre sus seguidores a Mick Jagger, David Gilmour, Roger Waters, Ray Davies (The Kinks), Johnny Rotten (Sex Pistols, P.I.L.) y Roger Daltrey (The Who), quien hasta dio un puntapié inicial de un partido del equipo en su estadio, Highbury. Pero sus fanáticos, a la hora de llevar alguna melodía a la cancha, prefieren cánticos más llanos, como el We love you Arsenal. ¡We do! (Te amamos Arsenal) o el de Who are you? (¿Quiénes son ustedes?) similar al tradicional no existís en estadios argentinos.
Manchester es la ciudad del sonido, qué duda cabe. La cuna de Joy Division (su líder, Ian Curtis, era fan de Manchester City), Stone Roses, Mock Turtles y The Charlatans; las del club The Factory, reflejado en el film 24 Hours Party People, son sus mejores postales. El sonido baggy, capitaneado por Peter Hook (New Order) también hirvió las calles con los colores rojo y azul de sus dos equipos: City y United.
Cuando Manchester United sale al césped de Old Trafford suena This is the one, el temazo de los Stones Roses compuesto por Ian Brown, su líder, que es fanático del equipo. El amor profeso hacia el equipo hizo que los Colourfield, otro grupo de pop británico, hicieran coincidir sus conciertos con las ciudades en las que jugaba el conjunto rojo, algo parecido a lo que hacía Richard Ashcroft con su grupo The Verve. Los Wedding Present, grupo indie de la ciudad de Leeds, utilizaron al genial George Best (uno de los más irreverentes e indisciplinados jugadores del fútbol inglés, que falleció por alcoholismo en 2008) como portada y título de su disco de debut en 1987.
Al otro extremo de la bulliciosa ciudad está Manchester City. La rivalidad, inmortalizada en la película El sueño de Jimmy Grimble, llega hasta los acordes de los hermanos Gallagher. Ambos se manifiestan activamente como fanáticos del club, pero la actitud de Liam es considerada por muchos como la de un hooligan. En 2012, viendo a su equipo frente a Real Madrid, en la Champions League, fue expulsado del estadio Santiago Bernabeu borracho. Su pasión por los Citizen, apodo del City, provoca en los medios tanto eco como su música. En el estadio, además de cantar habitualmente sus temas, suelen recurrir mucho a Hey Jude, de los Beatles.
En su libro Fiebre en las gradas, Nick Hornby, hincha de Arsenal, cuenta que en los 70, en Highbury, el club no ofrecía música en parlantes como en otros estadios. "En los entretiempos, los hinchas de Chelsea [otro de los clubes de Londres] oían canciones de los Beatles o de los Stones. En Highbury, en cambio, nos entretenía la Banda de la Policía Metropolitana y un vocalista de rigor, el inspector Alex Morgan, que entonaba algunas operetas conocidas y musicales de Hollywood. En el programa que conservo de un partido contra el Derby indica que ese día interpretó Girls were made to love an kiss, de Lehár."
Los Housemartins, otro de los grupos de pop rock de corta duración, titularon su primer disco con un London 0-Hull 4. La ciudad de Hull era el lugar del que venían y su equipo, Hull, tenía una de las hinchadas más temibles de Inglaterra, expresión de la que puede valerse la contundencia del título.
El fútbol inglés, tras ardua lucha, logró sacarse de encima a muchos hooligans. Esa transición se desplazó también hacia la música, con la promoción de ritmos más lavados. En una versión patriótica y comercial, aunque sin abandonar el espíritu de la música house, New Order grabó para el Mundial de Italia 90 World In Motion, himno futbolero al mejor estilo de las publicidades que las empresas patrocinadoras preparan para las grandes citas deportivas. We're playing for England (In-ger-land). We're playing the song. We're singing for England (In-ger-land), dice el estribillo.
Echo & The Bunnymen, banda post punk de Liverpool, compuso otro (How Does it Feel to Be) para acompañar a la selección al Mundial de Francia 98. El video parece un comercial de zapatillas fallido, de esos que mezclan a futbolistas top jugando con chicos, sólo que éste parece rodado en la vecindad del Chavo. Allí se ve al vocalista Ian McCulloch y a las Spice Girls que patean balones mientras cantan junto a Sol Campbell o David Seaman, integrantes de aquella selección finalmente eliminada por penales por Argentina.
Los Beatles & Elton John
¿Quién puede imaginar a Elton John jugando al fútbol? En una foto de 1976 se lo puede ver pateando una pelota sin mucha técnica en el entrenamiento de Los Angeles Aztecs, una franquicia californiana de la época del Cosmos de Pelé, donde jugó George Best. Elton jamás escondió su afición por el fútbol y aquel mismo año adquirió el club Watford. Best, un gran amante del rock, regresaría a las islas británicas al año siguiente para jugar con Fulham, aunque al cabo de unos pocos partidos con los londinenses volvió a los Aztecs. Una de sus frases más recordadas parece extraída de la boca de un rockero de gira: "Como profesional, gasté mucho dinero en alcohol, mujeres y coches; el resto lo malgasté".
En el caso de los fabs four, muchas hinchadas los recuerdan con la melodía de Hey Jude, que suena en varios campos de la geografía británica. Cardiff City es el que canta la versión más popular, pero también el modesto Brentford, que hoy juega en la segunda división.
Muchas preguntas surgen sobre las inclinaciones futboleras de los Beatles (así como hay pocas certezas al respecto). Aunque es raro que cuatro jóvenes británicos de clase obrera en el Liverpool de los años 60 no se interesaran por el fútbol, parece probado que a ninguno de ellos les gustaba mucho el deporte. Las mejores historias nos enfocan en otras disputas entre John Lennon y Paul McCartney.
La primera se puede observar en Dig it, incluida en el álbum Let It Be y grabada a partir de una jam session en el estudio, con Lennon improvisando la letra. En un momento Lennon cita a Matt Busby, futbolista que integró el equipo de Liverpool durante la segunda mitad de la década del 30. Hay quienes quieren ver en la mención al jugador escocés una prueba más de la filiación roja de Lennon, es decir del club Liverpool, pero dado que Busby, una vez retirado, fue entrenador de Manchester United desde 1946 hasta 1969 (sobrevivió a la tragedia de Múnich en 1957 y se retiró un año después de ganar la Copa de Europa con George Best y Bobby Charlton), parece una simple referencia popular (en la canción también se cita a B.B. King, Doris Day y a la C.I.A.). ¿O quizá signifique que Lennon era hincha del equipo mancuniano?
La portada del disco Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band también contiene una referencia al fútbol. La tapa, obra de Peter Blake, es un mosaico que muestra a los Beatles rodeados de personajes pertenecientes a la cultura popular, desde Marilyn Monroe hasta Oscar Wilde, pasando por Marlon Brando, Edgar Allan Poe y Bob Dylan, entre decenas. A la derecha de George Harrison, entre la multitud y medio tapado por el cabello de Marlene Dietrich, aparece Albert Stubbins, el pelirrojo centrodelantero del Liverpool de los años 40 y 50. Según parece, fue Lennon el que sugirió que Stubbins apareciera en el collage de personalidades, mientras McCartney pretendía que el futbolista elegido fuera Dixie Dean, delantero de Everton, famoso entre 1925 y 1937.
Para dejar abiertos más interrogantes sobre Lennon y el fútbol, en 1967, al preguntarle por su filiación futbolera, se descolgó afirmando ser hincha de ¡Racing de Avellaneda! La razón es que en aquellos días se disputaba la final de la Copa Intercontinental entre Celtic de Glasgow (club del que es hincha Rod Stewart, del que entonan Sailing en las canchas) y la Academia. Lennon, que no tenía mucha simpatía por el equipo católico de la capital de Escocia, le dijo a la prensa: "Hoy somos todos hinchas del equipo de la camiseta celeste y blanca".