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 • HISTORICO

Las dos caras de la incertidumbre

La incertidumbre tiene dos roles: el positivo ayuda a remover certezas anquilosadas; el negativo, paraliza.




El tiempo y el espacio son dimensiones demasiado enormes para que las personas podamos afrontarlas así como así, sin que la angustia existencial nos embargue. Tal vez por el temor a que eso suceda nos volvemos muy precavidas: nos acomodamos entre otras personas, nos sujetamos a ciertas creencias, habitamos un lugar determinado y, si hay viento a favor, ese combo funciona… Hasta que las cosas, por algún motivo propio o ajeno, se desacomodan.
Y cuando las cosas se desacomodan, muchas veces nos aferramos a argumentos sólidos y de los otros para no afrontar el temor de cambiar el combo. Ahí está bueno que aparezca lo que podemos llamar "incertidumbre positiva" y que debemos cuidar para que no se convierta en "incertidumbre negativa". ¡¿Qué?! Allá voy con un par de párrafos para describir estas dos caras de la incertidumbre.

La incertidumbre positiva

La faceta positiva de la incertidumbre es la que nos permite salir de la certeza anquilosada. Esa certeza dada por una seguridad que nos brindó cierto grupo, cierta manera de pensar, ciertos hábitos pero que es una seguridad vetusta que ya poco tiene que ver con quien hoy somos. Frente a esa certeza obsoleta la incertidumbre es la puerta de la duda, del cuestionamiento ante el orden establecido. "¿Qué estoy haciendo con esta gente?", es una pregunta típica de ese sacudón.
A veces esa incertidumbre aparece tímida; a veces es arrolladora; a veces evoluciona de goteo a torrente. Con frecuencia es acompañada por argumentos para acallarla, que no son otra cosa que una reacción conservadora. Es que la angustia de no pertenecer al combo que nos creamos o en el que fuimos educados está dejando lugar a la angustia de no saber si habrá un próximo combo posible en el cual sí nos sentiremos cómodos. Y ahí aparece, muchas veces, la otra cara de la incertidumbre: la negativa.

La incertidumbre negativa

Una cosa, entonces, es la incertidumbre que nos sirve para salir del letargo, que nos lleva a preguntarnos acerca de lo que damos por sentado hace tanto tiempo y de manera tan arraigada que merece una revisión, y otra distinta es la que no nos permite accionar. Esta otra incertidumbre, negativa, es la que se vuelve omnipresente o se limita a alguna cuestión particular pero anclada de manera profunda.
Un ejemplo de incertidumbre que todo lo abarca: "Hace un par de años que ya no sé si lo que quiero es cambiar de lugar de trabajo o de carrera o de pareja o de amigos o de tipo de vida". Y un ejemplo que parte de una única inquietud pero se ramifica en decenas de dudas: "Hace un par de años que quiero cambiar de lugar de trabajo, pero ¿y si me cambio y es para peor?, ¿y si el jefe nuevo resulta tan imposible como el actual?, ¿y si en el nuevo lugar tengo que pagar derecho de piso?".

Un camino posible

Para que la incertidumbre sea más traccionadora de cambios que paralizante, tres consejos:
Uno es empezar a despejar variables de incertidumbre, viendo de a poco qué resulta y qué no, para ir definiendo un camino a seguir. ¿Cómo despejar variables? Por ejemplo, en el caso de intuir que uno quiere cambiar de carrera, usar el concepto de "degustación laboral" que ayude a planificar un proceso de exploración sin altos costos.
Otro es asumir que las certezas ayudan en la construcción de cómo somos y qué hacemos pero son relativas: hoy son funcionales, mañana tal vez no. Tiene que ver también con entender la vida como ciclos. En esos ciclos las certezas van cambiando; se vuelven disfuncionales cuando nos encorsetan y no nos permiten evolucionar.
El tercero es que es importante no confundir incertidumbre paralizante con el tiempo necesario para madurar nuevas certezas. Por algo existen frases como "Tiempo al tiempo" y "Piano, piano si va lontano" ("Poco a poco se llega lejos"), y símbolos orientales milenarios como el Wu Wei, que muestran que no forzar no es lo mismo que ser pasivos.

Postdata sobre la incertidumbre positiva: Del fondo del mar a navegar en la superficie

En esta charla que di en El Mundo de las Ideas cuento sobre los peligros de la certidumbre. Las fosas marinas, que son pozos que tiene el fondo del mar (o sea, ¡son el fondo del fondo del mar!), brindan altísima certidumbre ya que allí no hay grandes cambios, porque la luz y la temperatura no varían. Pero no olvidemos que estamos literalmente en el fondo. En cambio, en la superficie, hay mayor variabilidad de luz y temperatura. Hay, entonces, mayor incertidumbre. Pero es donde se puede navegar, en lugar de estar hundidos.

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