Los 100 del siglo
El puño cansado. Deportistas a distancia. Del LP al CD. Mujer y a mucha honra. La primera vez. El imperio virtual.
El derrumbe del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, es una anticipada alegoría del colapso soviético que sobrevendrá poco después. La glasnot de Gorbachov desnuda la verdad sobre la debacle económica de la URSS. Su perestroika despierta de golpe a los nacionalismos que Stalin había puesto a dormir un sueño cataléptico.
Es la hora de la disgregación. La política de Ronald Reagan y la acción de Juan Pablo II empujan con fuerza y oportunidad perfectas al otrora formidable enemigo de la democracia. Inesperadamente, al cabo de escasos sesenta años, el comunismo soviético se ha consumido. Gigantescos bronces de Lenin son arrancados de todos los pedestales por el proletariado, como si fueran estatuas de un zar.
Con definitiva lasitud, el puño marxista se abre y exhibe una palma vacía.
Deportistas a distancia
Muchos no pueden con su cuerpo, pero viven la pasión deportiva con las transmisiones por TV
Una cerveza -o, en su defecto, una botella de dos litros y medio de gaseosa-, unos buenos sándwiches, la tele encendida y ¡a alentar al campeón!
Hoy, como nunca antes, los encuentros deportivos tienen lugar en un campo de juego virtual, en la Cancha de Ninguna Parte que es la pantalla del televisor.
En el menú del cable, hay canales que se pasan el día entero emitiendo imágenes de personas transpiradas, en competencias furiosas, los músculos tensos, crispados, para que las vean otras personas de características más bien opuestas, lleguen a los límites de la imagen que presentamos en esta página o no.
La televisión, advertida de que el mercado es inagotable, ha hecho fuertes inversiones en el mundo del deporte, y maneja a su antojo la organización, los horarios y las pausas en juegos y torneos. Para las empresas, el negocio es multimillonario. Para los espectadores, el ejercicio es nulo, excepto el de recoger fragmentos de algún jarrón estrellado contra el piso durante el festejo descontrolado de un gol.
Del LP al CD
Se llevó la perfección el arte de irse con la música a otra parte
Naturalmente, sagaces lectores: ya Edison había descubierto cómo grabar discos (o cilindros) en el siglo pasado, en 1887. Pero no había dado sino un pequeño primer paso. Por algo la mayoría absoluta de los primitivos discos de jazz tenían un tema por cara, y cada tema duraba casi exactamente tres minutos. Tal vez, por limitaciones técnicas hemos dejado para siempre de escuchar larguísimas improvisaciones de King Oliver.
Los discos de larga duración, los LP, llegaron sólo en 1946. Eran de vinilo, material ya legendario, en vez de quebradiza goma laca, y giraban a 33 revoluciones por minuto en lugar de 78. Cada cara podía durar, más o menos, unos 20 minutos.
Pero, si bien la púa los acariciaba más suavemente que a sus abuelos, los LP se rayaban y hacían, maltratados y usados, ruidos insoportables. La historia cambió por completo con los discos compactos, lanzados comercialmente en 1982. Ahora el material es PVC transparente, y el placer es total. Además, vienen con unos libritos lindísimos.
Mujer y a mucha honra
Los anticonceptivos desatan la revolución sexual y apuran la liberación femenina
En los años 60, las muchachas empezaban a beber de un cáliz delicioso: el de la libertad. La píldora anticonceptiva las ponía ante la posibilidad definitiva de tomar posesión de sus vidas y sus cuerpos. El siglo XX fue testigo de una verdadera revolución sexual protagonizada por mujeres de todas las clases sociales, unidas en el reclamo de la igualdad de derechos y oportunidades. En los últimos 30 años, las mujeres lucharon por la no discriminación en todos los campos y la libertad de disponer de sus vidas y sus cuerpos.
La parte oscura de la moneda muestra que aún hoy es difícil encontrar mujeres en empleos jerárquicos (sólo hubo 24 jefas de Estado) y que a mismo puesto de trabajo ellas ganan un 50% menos que ellos, a pesar de que un tercio de las familias de todo el mundo está a cargo de una mujer como única jefa del hogar. Por eso, porque las cifras dicen que en el mundo mueren 500.000 en el parto y en nuestro país una por día debido a una mala práctica abortiva; porque de 900 millones de analfabetos dos tercios son mujeres; porque sólo dentro de 472 años se podrá hablar de igualdad laboral, en los años 60 la revolución de las mujeres no hizo más que comenzar.
La primera vez
En 1930 fue derrocado Yrigoyen, primer capítulo para la saga de los golpes militares argentinos del siglo
Dicen que el presidente estaba viejo. Que estaba cansado. Que estaba aislado. Hasta dicen que le imprimían el diario a medida, para hacerle creer que todo iba de perlas. Pero no. Iba tan mal que el 6 de septiembre de 1930, a las seis y media de la tarde, el general Uriburu se presentaría personalmente en la Casa de Gobierno a efectos de comunicarle a Hipólito Yrigoyen que había sido depuesto.
Tres horas antes, ya otro general, de apellido Justo, se había dejado ver por el Congreso de la Nación. Cuando se marchó de allí, habían quedado 30 muertos y la sensación de que algo no marchaba adecuadamente. Hasta último momento, Yrigoyen no creyó que su rutina presidencial pudiera alterarse profundamente.
Sensaciones parecidas, con diversos matices, experimentarían más adelante otros mandatarios constitucionales, como Arturo Frondizi, Arturo Illia y María Estela Martínez de Perón, actores de esa absurda escena final que tuvo estreno nacional en el año 30.
La tragicomedia de la política argentina en el siglo XX fue así: demasiados personajes que pasaron demasiado rápido, muy pocos inocentes y demasiados malos. Poner el pie en el freno y parar esa rueda enloquecida le llevaría al país demasiadas décadas. Hasta 1930, la rueda giraba a ritmo razonable. Yrigoyen no creyó que pudiera enloquecer de golpe.
El imperio virtual
La odisea de Microsoft y su monopolio de computadoras
Bill Gates abre en la pantalla de la PC las ventanas a la simultaneidad de las operaciones computadorizadas. El sistema Windows debido a su genio lo convierte en el hombre más rico del mundo, según las autorizadas listas de la famosa revista Forbes. Acusado de ejercer un monopolio porque él considera que su navegador de Internet, Explorer, es una parte inseparable de Windows, se defiende dando una batalla legal sin cuartel, respaldado en el poderío económico de Microsoft, su empresa, que factura diez mil millones de dólares al año.
Pero quizás el logro más espectacular de Gates sea esa cláusula matrimonial por la cual su cónyuge debe permitirle pasar un fin de semana con cierta ex novia suya cada primavera.
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