Los baños multigénero ganan terreno
Bares, museos, universidades y restaurantes se enfrentan al desafío de repensar uno de los usos más básicos del espacio público
NUEVA YORK.– Antes de mudarse a su nueva sede en el Bajo Manhattan, el Whitney Museum convocó a un debate sobre los requisitos que debe cumplir un museo para ser un espacio seguro y acogedor. Entre las principales prioridades surgidas de ese debate figuraba el contar con sanitarios para el amplio espectro de géneros que existen en la actualidad.
"Invitamos a debatir a artistas con identificaciones de género de lo más variadas, y su respuesta fue contundente: lo que realmente quieren es tener acceso a baños de su opción de género", dice Danielle Linzer, directora de accesibilidad y actividades para la comunidad del Whitney. "En vez de andar con eufemismos decidimos atacar el problema de frente."
En los carteles indicadores de la nueva sede se lee "All Gender Restrooms" ("baños multigénero" o "para todos los géneros"), y Linzer comenta haber escuchado a mujeres que se preguntaban en voz alta si eso significaba que podían usar el baño de varones.
El Whitney no es la única institución que se enfrenta al desafío de replantearse uno de los usos más básicos del espacio público. Ahora que temas como la homosexualidad abierta en las fuerzas armadas o el matrimonio entre personas del mismo sexo han quedado mayormente resueltos, la lucha por los baños multigénero emerge como el más reciente reclamo de la comunidad LGTB, especialmente en lo que refiere a la "T" de esa sigla.
Escuelas y universidades, museos, restaurantes exclusivos o modestos: todos se están replanteando la división tradicional de baños para mujeres y para hombres, y el resultado suele quedar plasmado en una abrumadora y creativa variedad de carteles, redactados con un léxico muy particular.
En parte este cambio obedece a razones legales. Seattle, Berkeley, Santa Fe, Austin y Filadelfia son algunas de las ciudades que aprobaron leyes que exigen baños con boxes individuales multigénero. Filadelfia tiene la guía online Gotta Go, que muestra los lugares que cuentan con ese servicio, y la aplicación Refuge Restrooms ofrece la misma información pero a nivel nacional. Según Helen L. Fitzpatrick, directora de la oficina de asuntos para la comunidad LGTB de la alcaldía de Filadelfia, los negocios de la ciudad tendrán 90 días adecuarse a la norma, "pero el objetivo es que nadie llegue a ser multado", dice la funcionaria. "Mi intención es utilizar la herramienta legal como una forma de concientizar a la gente".
Una parte importante de ese proceso es la incorporación del nuevo léxico. En septiembre, Helen Fitzpatrick, se apersonó en un bar en cuya vidriera había un cartel ofensivo hacia Caitlyn Jenner. Tras conversar con los dueños, el cartel fue reemplazado por uno nuevo que dice: "Los hombres cisgénero de raza blanca aprendimos algo nuevo".
Las resistencias
Pero no faltan quienes desafían la nueva legislación, incluso después del punto de inflexión que significó el caso de Nicole Maines, del estado de Maine, un estudiante transgénero que el año pasado le ganó un juicio a su escuela por negarle acceso a los baños correspondientes al género con el que se identifica. En septiembre, la junta escolar del condado de Elky, Nevada, votó a favor de seguir impidiendo que los alumnos transgénero utilicen los baños que se corresponden con su identidad de género. Y en Wisconsin, dos integrantes de la Legislatura quieren exigirles a las escuelas que los baños sean exclusivos para cada género, entendiéndolos como "la condición física de ser varón o mujer". Y hace unos días, en Houston, los votantes rechazaron una medida conocida como "ordenanza sobre baños", destinada a prohibir la discriminación por identidad de género.
Aun así, de a poco, el cambio está ocurriendo, sobre todo porque para las instituciones es un tema de sentido común. "Hace demasiado tiempo que se les exige a los alumnos adecuarse a la opción binaria de géneros, desde jardín de infantes hasta 7° grado", dice Samuel Bass, director de la Escuela Primaria Miraloma, San Francisco, donde los baños de los grados inferiores ya son multigénero y el resto lo será a la brevedad. "Nos pareció lo más correcto. Además no afecta en nada al resto del alumnado. Los niños no saben de normas de género: somos los adultos los que se las enseñamos. Ante cualquier cambio, los padres siempre tienen inquietudes, pero cuando se les explica que el nuevo funcionamiento de los baños es igual a lo que ocurre en el hogar deja de ser un problema."
Muchas personas transgénero cuentan que deben planificar sus actividades diarias en función de dónde y cuándo pueden ir al baño. Si retienen la orina se exponen a sufrir infecciones, y si no lo hacen se arriesgan a ser blanco de acosos o de actitudes violentas. Genny Beemyn, director del Centro Stonewall de la Universidad de Massachusetts en Amherst, completó el primer estudio a nivel nacional sobre estudiantes universitarios que se identifican con una opción de género que no es ni varón ni mujer. ¿Adivinen cuál es el principal problema que manifestaron?
Pero la realidad siempre es complicada, aun cuando el objetivo es la inclusión. Según la ley de derechos humanos de la ciudad de Nueva York, las personas deben tener la posibilidad de usar un baño individual acorde a su identidad de género.
En el tapete
Los teatros de Broadway siguen tratando de resolver el problema, pero la sala del Ace Hotel, en el centro de Los Ángeles, instaló baños multigénero para el estreno con alfombra roja de Transparent, la serie ganadora del Emmy. (Esa serie digital cuenta la historia de un padre en proceso de transición hacia el género femenino, y en vísperas de la entrega de premios, la empresa productora de la serie lanzó una campaña para cubrir los letreros que refieren a un género específico en las puertas de los baños de los restaurantes, reemplazándolos por un nuevo cartel que dice "Sea Transparente".)
En los Estados Unidos, los baños de uso público casi no existieron hasta fines del siglo XIX. Una epidemia de cólera durante la Guerra Civil terminó de concientizar a la gente sobre los riesgos de arrojar por la ventana el contenido de sus bacinillas, orinales y pelelas, y se generó una fuerte corriente de compromiso con la higiene pública. Desde su aparición y popularización, los baños de lugares públicos fueron una curiosa piedra de toque de la lucha por los derechos civiles, ya fuese para los afroamericanos como para los discapacitados.
La discriminación contra las personas trans ha vuelto a poner el tema en el ojo de la tormenta. Pero la idea de baños compartidos no es nueva, como recordarán los seguidores de la serie Ally McBeal, aunque en ese programa, los sanitarios de la firma de abogados Cage & Fish solían ser monopolizados para jugueteos sexuales con Jon Bon Jovi o Robert Downey Jr. En la vida real, ese baño de la ficción con varios boxes individuales es mucho más complicado de llevar a la práctica, especialmente cuando son la única alternativa. Varios lugares están optando por algo menos controvertido: baños para un solo usuario. Y algunos prefieren cubrirse y seguir ofreciendo, además, los baños tradicionales para hombre y mujer.
En lo que se refiere al género autopercibido, hasta el léxico puede convertirse en una trampa: género neutro, multigénero, género inclusivo, género abierto, unisex…, hay de todo. La Universidad Barnard usa el término "Género Inclusivo" en las puertas de sus sanitarios, así como íconos de inodoros y canillas. La campaña de la universidad para educar a su alumnado también incluye un volante que proclama: "Queremos que todos puedan hacer pis en paz". La Universidad de Nevada en Las Vegas optó por tapas de inodoro multicolores y las palabras "Género Neutro" y "Unisex", aunque esos términos no son los que mejor le caen a la comunidad trans. "Para mí, decir género neutral es como decir daltónico", dice Genny Beemyn, del Centro Stonewall. "El género se ve. Negarlo es negar la realidad de la gente. Nuestro objetivo es que aumente el reconocimiento de la diversidad de géneros, y no borrarlos o confundirlos."
El término all gender ("multigénero") parece ser el elegido. Eso puede leerse en las puertas de los baños de la New School de Nueva York, junto a pictogramas de canillas e inodoros. En Utah, que no se caracteriza precisamente por ser un bastión del progresismo, la universidad del Estado cuenta con sanitarios multigénero. La Universidad del Estado de Illinois también se decidió por ese denominación, aunque con un prolijo agregado: "Cualquiera puede utilizar estos sanitarios, sin importar si género, identidad de género o expresión de género". El director de igualdad de oportunidades, ética y accesibilidad de esa casa de estudios señala que "no modificamos el uso que se le da a los sanitarios, sino que quisimos reconocer la existencia de todas esas identidades".
No es de extrañar que los estudiantes universitarios sean la punta de lanza de los derechos multigénero. Las oficinas internacionales de Nike en Oregon usan una imagen en blanco y negro de un inodoro, creada por un joven de 28 años llamado Sam Killermann, que se autodefine como un defensor de la justicia social. Killermann dice que se sintió motivado a crear esa imagen como forma de reacción ante el predominio de un rígido ícono estilo "Victor
Victoria", mitad pollera, mitad pantalones, una imagen detestada por aquellos que no se sienten la mitad de una cosa o de la otra. Una empresa de señalética de Brooklyn, SmartSign, se contactó con él y le ofreció comprarle los derechos de su nuevo ícono para puertas de sanitarios. Killermann les dijo que se los regalaba. Hasta ahora, SmartSign ha donado ese símbolo a hospitales, bibliotecas, escuelas públicas, universidades y hasta un circo.
Traducción de Jaime Arrambide
Aimee Lee Ball