Los estilos del vino argentino
Los vinos finos argentinos pueden clasificarse de varias maneras: blancos, rosados y tintos, varietales o de corte, con madera o sin madera, y por el precio, que no siempre es buen indicativo, etcétera.
Esta otra es más útil para clasificarlos:
1- Blancos jóvenes y livianos: vinos de año, pierden pronto sus virtudes; secos, con aromas y sabores suaves, no aclaran su composición en la etiqueta.
2- Blancos secos varietales o bivarietales: con un año de botella o menos, expresivos, y vivaces, aromáticos, merecen platos bien pensados.
3- Blancos secos de cuerpo: muy cuidados desde el viñedo, algunos varietales finos se elaboran en barricas de roble, como el chardonnay, o pasan por madera y pueden guardarse.
4- Blancos dulces de cosecha tardía: con ricas tonalidades además de dulzura, sobre todo con su tiempo en botella; para beberse solos –siempre fríos– o con productos complejos como foie gras y quesos azules.
5- Espumantes: identificados por las burbujas, sus características dependen de los vinos de base y el método utilizado; clásico o champenoise, el más legítimo.
6- Rosados: desde los blush hasta el rosa Dior, sus aromas dependen de las uvas –tintas– con que se elaboran; los secos son los más apreciados.
7- Tintos jóvenes y livianos: lucen aroma y sabor de frutas rojas frescas y flores; algunos se enriquecen con un ligero paso por madera.
8- Tintos de cuerpo mediano a pleno: necesitan algún tiempo en barrica y botella para revelar su interesante potencial; pueden guardarse.
9- Tintos de gran cuerpo: color concentrado, oscuros; de jóvenes muestran fruta y taninos dulces al mismo tiempo; son para guarda.
10- Vinos fortificados o de postre: estilo jerez y oporto, comienzan a elaborarse en el país.