Los reyes del mate. Venden 50 mil por año y exportan a 8 países

Macarena Martínez de Sucre conoció a Matías Salgado mientras estudiaba, cuando ambos trabajaban en una empresa que confecciona mobiliario gastronómico. Durante un tiempo fue parte de esa compañía, hasta que terminó la carrera, renunció y planeó hacer un viaje largo, para encontrar lo que realmente quería hacer. Pero lo planeado se fue por la borda cuando, en la mitad de la aventura, sufrió un accidente que la obligó a volver a Buenos Aires para someterse a una operación de columna. La rehabilitación fue larga y, durante esos meses, entendió que era el momento para focalizar sus energías en el sueño que tenía desde chica: tener un emprendimiento propio. Primero se juntó con una amiga y empezaron a hacer unos banquitos que se entregaban al consumidor desarmado para que él mismo los armara y personalizara. Sin embargo, rápidamente se encontraron con la barrera comercial. Era muy difícil entrar en los locales y poder vender, así que el proyecto se frustró. Al tiempo, su amiga consiguió un trabajo y Maca siguió intentando ser parte del mundo de emprendedurismo. Sola, empezó a pensar qué producto chico que se encontrara en todas las casas podía comercializar. ¿Qué identificó? Que la opción más fuerte era la del mate. Gracias a un préstamo muy chico de su mamá pudo comprar y pintar 100 unidades; así comenzó, era el principio del éxito de Mijo.

Todo comenzó en el garaje de la casa de los papás de Maca, con la ayuda de Matías, su novio, quien después de su horario laboral se ponía a pintar los productos que ella diseñaba. El salto apareció a mediados de 2015, cuando los invitaron a ser parte de BIENAL, una feria que se lleva a cabo en la FADU: "Fue la primera vez que hicimos una producción grande, ahí nos presentamos oficialmente como marca. Nos fue muy bien y después de eso nos empezaron a caer consultas de locales que querían vender nuestros productos", recuerdan. Su gran vidriera fue mostrar los artículos que dejaban en consignación en locales de Palermo, porque, en ese entonces, Palermo era el corazón de la tendencia y todas las tiendas ponían el ojo ahí. Empezaron a pisar la cancha con fuerza.

Matías estudió marketing y de a poco fue conquistando espacios en Mijo. Arrancó dándole una mano a su novia, al tiempo empezó a trabajar solo hasta el mediodía y el resto del día se lo dedicaba al insipiente negocio, hasta que en 2017 se dio cuenta de que era el momento de saltar, renunció y direccionó toda su capacidad al camino del emprendimiento que de a poco se convertía en una empresa familiar. Gracias al conocimiento que había absorbido en su anterior empleo (en el que se desempeñó durante 12 años) supo llevar adelante la pata comercial del proyecto: "A mí me gustaba ayudarla, me veía útil, ella necesitaba ese tipo de ayuda y nos fuimos complementando", explica Mati y Maca agrega: "Dividimos bien las tareas: él se ocupa del tema comercial y proveedores y yo me encargo de todo lo que es producto. Está bueno marcar el límite cuando trabajás con tu pareja".

La primera línea que lanzaron eran varios productos de bazar, pero el que se llevó todas las miradas fue el mate, que representa el 70% de las ventas. Todos los diseños son pensados por Maca, quien en un primer momento mandaba a tornear los mates y después ella los pintaba a mano y armaba el packaging. Las puertas se abrieron cuando presentaron el mate en el sello al buen diseño y les dieron la distinción. Se incrementaron las ventas y participaron en PyMEs D, un programa que les dio asesoramiento gratuito durante un año de diseño gráfico. Trabajaron con un estudio, planearon un relanzamiento, cambiaron el logo y modificaron el packaging.

El nombre Mijo viene del primer emprendimiento de Maca, el de los banquitos. Como se trataba de productos que se amoldaban al cliente, quiso centrarse en esa personalización, en hacer sentir al consumidor que el producto era su hijo. Después llevaron ese concepto a todos los artículos que lanzaban, buscaron que todo sea personalizable por el usuario, por eso en su marca cada uno elige el color de la bombilla, del mate, etc.

En 2017 los convocaron para formar parte del primer grupo de diseño para exportación. Juntaron cinco marcas que tenían sello del buen diseño para hacer más amplia la oferta exportable y más redituable, económico y dinámico para el potencial cliente en el exterior recibir mercadería fabricada y diseñada en Argentina. En base a eso tuvieron que armar la SRL e inscribirse como Pyme.

Trabajan con una madera que se llama Caldén, que es de la región centro, proveniente de La Pampa y de San Luis. Sin tener conocimientos previos los dos se fueron hasta San Luis a golpear puertas, a conocer torneros, a aprender sobre la materia prima. En primera instancia torneaban en Buenos Aires, pero para eliminar los costos de logística y de cadena productiva, decidieron ir al origen y empezar la búsqueda para producir directamente allí. Consiguieron un proveedor (que es el actual), pero se encontraron con otro dilema: haciendo mates de madera, ¿estaban dañando al planeta? Para responder esa cuestión hicieron un segundo viaje, se juntaron con los integrantes de Recursos Naturales de La Pampa y ellos les explicaron que en realidad estaban resolviendo un problema, porque cuando hacen la limpieza de los campos para la ganadería cortan árboles, los dejan tirados y eso, que para ellos es basura, es lo que después incendia los campos, por factores naturales o porque los mismos dueños lo queman. "Lo que hacemos nosotros es comprarle ese desperdicio, entonces es rentable para el productor e importante para nosotros, porque no se cortan árboles para hacer nuestro producto", explica Matías.

Haciendo hincapié en el diseño y la sustentabilidad, Mijo crece año tras año. En 2019 van a duplicar al 2018, que había sido un año en el que ya habían triplicado al anterior. En enero tienen planificado mudarse a un espacio más amplio y, mientras, siguen escalando, abriendo nuevos canales de venta y sumando productos a la amplia oferta con la que cuentan. Sin dudas, el sueño de Maca se hizo realidad.