El editorial de enero de la directora de OHLALÁ!, Teresa Elizalde
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El año que pasó fue muy raro, ¿no les parece? Siento que estuvo muy cargado, que pasó de todo. En lo personal, hubo momentos maravillosos y otros más oscuros, más negros. Y fue en uno de esos días cuando le comenté esta sensación a una amiga. Pero, claro, no reparé en un detalle fundamental: ella estudia astrología desde hace cuatro años. Así que en cuanto le conté cómo me sentía, me dijo: "Pero obvio, qué esperabas, si tenés a Plutón que está pasando por tu Sol. Hace 248 años que no estaba en esa posición y ahora lo tenés encima. Y cuando pasa, es fortísimo. Pero lo bueno es que saca todo lo malo. Limpia. Vos, tranquila, que después vas a estar muy bien. Plutón es la transformación. Lo llaman el plomero del Zodíaco". ¿Qué? ¿De qué me hablaba? Yo fui con una cosa chiquita y ella me devolvió una bomba. Y la verdad, después de escucharla, ya no sabía si estaba mal por lo me que estaba pasando, si por Plutón, el Sol o mi ascendente, pero por algún extraño motivo, me tranquilicé. Después, me amplió un poco más el panorama, me explicó al detalle qué quería decir todo eso y hasta vio mi carta. "Tomalo o dejalo. La astrología está para ayudarte, es una herramienta más".
Yo no sé si a ustedes les pasa lo mismo, pero en mi caso, la astrología cada vez me pega más cerca. Además de la "consultada", tengo varias amigas que están estudiando astrología. Algunas porque realmente quieren hacer un giro en su profesión, otras porque encuentran ahí una fuente de conocimiento. Lo cierto es que muchas veces, cuando nos juntamos y alguna comenta algo que está viviendo, las "astrólogas" se miran y empiezan a decir cosas del tipo "...es que tiene Cáncer en Casa 4, viste?" y el resto se queda escuchando ese diálogo en lenguaje secreto con un poco de susto, miedo, ironía, alguna carcajada... Pero en el fondo, a todas nos pasa lo mismo: queremos que nos traduzcan y compartan esa información extra que tienen. Porque sabemos que en ese saber hay algo muy grande para aprender, para crecer, para evolucionar.
Es que la astrología es eso. Un camino para conocernos más, para conocernos mejor. Un viaje desde el exterior hacia nuestro interior y vuelta a salir. Ana Bilsky, astróloga que acompaña a OHLALÁ! desde el primer día, dice que es un lenguaje simbólico que posibilita la transformación personal, que no hay planetas buenos o malos y que lo que importa es encontrar la armonía entre nuestro interior y lo que nos rodea. De alguna manera, nos impulsa a aceptarnos, a aceptar lo que nos fue dado. Es la energía que somos, y eso no se puede modificar. Pero sí podemos conocerla, leerla, interpretarla, para sacar lo mejor de ella y así avanzar. Y nos da la posibilidad, además, de alinearnos con los ritmos universales, y eso, de alguna manera, trae descanso y paz, porque nos saca de nuestro centro y nos hace confiar en los ciclos naturales de la vida.
Ahora que estamos empezando un nuevo año, en mi pequeño círculo astrológico aseguran que será muy bueno. De florecimiento y cosecha. Que el cimbronazo que para algunos significó 2013 sirvió para eliminar algunas cosas malas y para que surja lo bueno. Que fue de aprendizaje y de crecimiento. Yo no sé si será cierto o no, pero lo que sí sé es que ese es mi mayor deseo. Y que si una pide con mucha fuerza, las cosas se dan. Porque ser feliz, sí, es una decisión. Así que ojalá que los astros se alineen para toda esta comunidad de mujeres que somos en OHLALÁ! ¡¡¡¡Que este año que comienza sea de pura luz y la mejor energía para todas!!!!