María del Carmen fue víctima de violencia de género, pero logró salir adelante. Hoy cuenta como fue su experiencia.
Cuando tenía 17 años, en 1983, María del Carmen Guerra Alves conoció a un hombre en un boliche bailable en la ciudad de La Plata. Él tenía 18. Durante los primeros años de noviazgo, dice, tenían una relación normal y una vida social activa.
En 1996 decidieron ser padres y quedó embarazada en noviembre de ese año. Aunque ella no lo menciona con esas palabras, el primer signo de violencia fue cuando él no la acompañó a ninguna de las ecografías ni a las consultas pediátricas una vez que nació el bebé.
Violencia verbal, psicológica y económica
“No recuerdo exactamente en qué momento comenzó a ser violento. Mi hijo tenía entre dos y tres años. Era violencia verbal, psicológica y económica. Me decía cosas hirientes, me insultaba, me menospreciaba. Frases como ´no servís para nada´, ´sos una fracasada´ o ´maestrita de cuarta´. Rompía objetos de la casa, golpeaba puertas de madera, hasta destruirlas con sus puños. Tiraba la comida si no tuviera ganas de comer lo que le había preparado”, relata María del Carmen.
Hasta ese momento, cuenta, no había sufrido violencia física y siempre había podido comentarles a sus amigos y a sus familiares lo que estaba sucediendo en su hogar. De hecho, está convencida de que “hablar te salva”. Sin embargo, lo peor aún estaba por venir.
Intentó matarme con un arma
Durante el tiempo que estuvo en pareja con el padre de su hijo, María del Carmen no pudo hacer una vida normal. Y siempre se las rebuscó para trabajar la mayor cantidad de horas para tener que verlo lo menos posible. Incluso, durante unos meses, en 2009, fue telefonista en una remisería en horario nocturno para protegerse estando fuera de su casa.
“En varias oportunidades intentó matarme con un arma que había registrado para defensa personal, en general estando los dos solos, pero en algunas estaba presente mi hijo que se quedaba petrificado. También me atacó con sus inyecciones de insulina (él tenía un nivel de azúcar normal y le hubiera traído graves consecuencias si llegaba a aplicárselas). Y más de una vez pudimos haber muerto a causa de un accidente de tránsito, mientras él conducía, dominado por su ira”, relata.
María del Carmen no podía defenderse físicamente, ella mide 1,50 metros y él más de 1,80 metros y pesaba el doble. “Tenía siempre preparada mi cartera con algo de dinero y documentación básica como para desaparecer unas horas. Muchas noches dormía en mi auto, en la vereda de algún vecino o cerca de la terminal de ómnibus, un rato antes de irme a trabajar”.
Comenzar una nueva vida
María del Carmen dice que perdió la cuenta de la cantidad de denuncias que hizo durante todo ese tiempo. “Mentía diciendo que estaba trabajando en CABA o viajando hacia o desde mi lugar de trabajo para ir a la Comisaría de la Mujer de La Plata a cualquier hora y al estudio de mi abogado”, confiesa.
En junio de 2010, por fin, intervino la justicia sacándolo a la fuerza de su casa y colocándole una restricción perimetral. Sin embargo, durante un tiempo siguió amenazándola de muerte mediante llamados a su celular o al teléfono fijo, hasta que ambos fueron intervenidos y tuvo custodia policial en su casa durante algunas semanas. A partir de ese momento, nunca más volvió a molestarla.
“Por supuesto que empezó una nueva vida. Una vez que me divorcié retomé actividades que había dejado siendo muy joven, como escribir y estudiar. Con él no podía ocuparme ni siquiera de mi salud. La violencia verbal deja marcas físicas”.
El amor después del dolor
María del Carmen cuenta, con orgullo, que hace dos años que está en pareja con un hombre al que conoció a través de una App de citas. “Le conté absolutamente todo, nunca tuve miedo de que se repitiera la historia porque a partir de mi divorcio jamás estuve con un hombre violento. No me costó confiar en él porque es un ser transparente. Me enamoré enseguida. Creo que el amor se da o no se da desde el principio. Eso de que llega con el tiempo para mí no es verdad. No hay dudas de que podemos vivir a pleno porque cuando nos conocimos, ambos teníamos la autoestima alta, nos amábamos y nos respetábamos a nosotros mismos. Y algo muy importante: éramos felices y nos sentíamos completos estando solos”.
Un antes y un después en su vida profesional
En relación a lo laboral en 2016 editó por primera vez (luego hubo varias reimpresiones) su novela Algo en común, cuyos temas principales son el bullying, el ciberbullying, el derecho a la identidad y la violencia de género. “Este logro fue un antes y un después en mi vida profesional”, asevera.
En 2017, a raíz de una firma de sus ejemplares, conoció a Celeste Alegre, colega, y luego de unas charlas comenzaron a gestar la idea de realizar un emprendimiento con la idea de ofrecer talleres de educación emocional en escuelas de todo el país.
En 2019 editaron juntas Divers@s, una novela basada en un texto que había escrito María del Carmen hacía unos años. “En lo profesional logré cumplir un sueño. Soy escritora para niños, adolescentes y adultos y trabajo para docentes de todo el país ofreciendo material y talleres”.
Hoy, María del Carmen comparte un mensaje esperanzador con aquellas mujeres que actualmente son víctimas de la violencia de género como lo fue ella en el pasado. “La clave, para salir del infierno que están viviendo, es trabajar sobre su autoestima y su autoconocimiento. El primer paso es respetarnos a nosotras mismas, saber qué es lo que queremos y qué es lo que no queremos para una relación. A partir de allí mirar para adelante y tener siempre presente que nunca es tarde para volver a empezar”.
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