Personajes. Ministros con swing
El canciller, Rafael Bielsa; el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, y en menor medida el ministro del Interior, Aníbal Fernández, comparten algo más que un proyecto político. Los tres son músicos casi profesionales: tocan instrumentos, componen canciones y hasta creen que su talento a veces puede ser útil en el ejercicio de la función pública
Esta podría ser una de las características más particulares del gobierno del presidente Néstor Kirchner. A saber: que su jefe de Gabinete, Alberto Fernández; su canciller, Rafael Bielsa, y en menor medida, su ministro del Interior, Aníbal Fernández, son, en paralelo con sus labores, músicos profesionales. O casi. Sí, Bielsa, Fernández y Fernández no conformaron aún un grupo, pero bien podrían hacerlo en el futuro, pues los tres tienen una cultivada formación musical y son fervorosos seguidores de grupos de rock, de bossa nova, de jazz, de tango y de folklore.
Sus despachos -por no mencionar sus hogares- están llenos de discos de sus artistas favoritos, que suelen sonar de fondo para distender el ambiente durante las jornadas laborales en la Casa Rosada y en el moderno edificio de la Cancillería.
Por si hacía falta aclararlo, todos ellos tocan la guitarra prácticamente a diario. Y, por supuesto, lo hacen literalmente... no en un sentido metafórico. Además, Bielsa ejecuta con inusitada destreza el clarinete y Alberto Fernández, el piano.
El particular perfil artístico de estos integrantes del Gobierno no sería digno de mencionar si no fuera porque son ellos quienes día tras día deben resolver los asuntos de mayor trascendencia de la vida del país.
Y por el hecho de que, desafiando ciertos prejuicios que el sentido común puede sugerir, luego de sumergirse a diario en un laberinto de expedientes, tratados internacionales, cuentas macroeconómicas, reuniones y reyertas políticas de todo tipo y tenor, regresan por la noche a su casa con una sola idea en mente: hacer magia con las seis cuerdas. O, por qué no, con las teclas de madera. "Toco alguna de mis guitarras o pianos todas las noches, regularmente -confiesa-. Es un desahogo, una terapia cotidiana. En realidad, lo hago desde que tengo 13 años, cuando me regalaron mi primera guitarra. Es una costumbre, un hábito que adquirí bien temprano en mi vida. Me ayuda a obtener equilibrio. Incluso cuando discutía con mi padre, solía volver a mi habitación a ensayar algunos acordes y todo volvía a la normalidad."
El jefe de los ministros tiene cinco instrumentos de cuerda en su casa y dos teclados.
Y son uno de sus tesoros más preciados. "Guitarras tengo: una Ovation, una Gibson, una Yamaha electroacústica, un guitarrón Aria de 12 cuerdas y una criolla de roble -enumera, con evidente placer-. Y pianos, uno de cola, en el living, y otro eléctrico."
Hermandad cultural
El caso del canciller Bielsa es más particular aún. Según el ministro -que siempre luce las uñas de su mano derecha largas, para rasguear la guitarra-, su inclinación musical no sólo no entra en colisión con el tenor de las tareas públicas que tiene a su cargo, sino que, por el contrario, es un plus que le permite lograr otro tipo de comunicación con sus pares de otros países. "Los lazos y las relaciones entre los países se potencian, se mejoran e incluso en algunos casos críticos se hacen posibles gracias a las expresiones propias de la cultura. Yo soy músico, y la música es una de ellas. Con Uruguay, por ejemplo, después de los momentos críticos que pasamos, lo que nos sigue manteniendo cerca es la hermandad cultural de nuestros pueblos -dice el ministro-. En un momento, durante la visita del canciller francés De Villepin, tuvimos un interesante diálogo acerca de La Marsellesa en el que algunas diferencias, como el reclamo por Aguas Argentinas, quedaron completamente relegadas."
Bielsa estudia música desde los 8 años. Y compuso canciones que fueron grabadas por el músico Juan Carlos Baglieto. Entre ellas, una denominada Señalada por el índice del sol. "Cuando me acuerdo, me doy una vuelta por Sadaic para cobrar unos pesos por derechos de autor", cuenta. Su más ambicioso plan, de todos modos, aún no terminó de concretarse. El canciller escribió 10 letras y se las ofrendó al catalán Joan Manuel Serrat durante una reciente visita del compositor.
"Lo invitamos a Serrat para condecorarlo en la Cancillería. Escribí 10 letras pensando en que él las musicalizara y se las di. Quizás alguna le interesa", se entusiasma.
Ministro amigo
Fanático de Los Redonditos de Ricota, el ministro del Interior, Aníbal Fernández, puede ser definido como un hombre versátil. Más allá de sus apetencias rockeras, no pasa una noche sin hacer sonar la guitarra criolla que tiene en su casa de Quilmes. Pero lo hace dando cauce a su otra pasión. Fervoroso devoto del folklore y de las payadas, suele rasgar las cuerdas y entonar versos gauchescos de contenido político. Versos que incluso son de cosecha propia. Como aquel denominado Querido ministro amigo, por el cual le pide a un colega del gabinete que acelere el curso de unos expedientes. Puede resultar atípico, pero la inclinación musical de los ministros es auténtica. Después de todo, si la política es un arte -el de lo posible, claro- no es tan raro que quienes la ejercen tengan algo de artistas.
Ranking
Tanto el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, como el canciller, Rafael Bielsa, hicieron para la Revista un ranking de sus cinco discos preferidos. Aquí se reproducen sus gustos:
- Fernández eligió: Melopea, de Litto Nebbia; México, de James Taylor; Tributo a Gershwin, de Peter Gabriel y otros; Invisible, de Luis Alberto Spinetta, y Norah Jones, de la misma autora.
- Bielsa optó por: Circulado Vivo, de Caetano Veloso; Tangos, de Fats Fernández; Concierto en Re, de Tchaikovsky; Long Play, de Juan Falú, y Romance de la muerte de Juan Lavalle, de Ernesto Sabato y Ricardo Falú.
Manos de pianista
"Yo tengo manos de pianista. Pero no pongas que toco, porque si alguien me llega a escuchar voy a dañar tu credibilidad periodística." La frase fue pronunciada por el presidente Néstor Kirchner durante un diálogo informal que mantuvo con la Revista. Luego de la afirmación, el jefe del Estado sonrió espontáneamente, reforzando la humorada.
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