Mirror, el narcisismo en su máxima expresión
"Espejito, espejito, ¿quién es la más bonita del reino?" A pesar de que mi reflejo en los paneles opacos era favorecedor, y que yo llevaba los pantalones de gimnasia actuales que comprimen en los lugares indicados al tiempo que dan el look decontracté, la respuesta no era (lamentablemente) quien suscribe. Pero si continuaba mirándome en ese espejo –y obedeciendo sus instrucciones– estaría en el camino correcto a mi loable meta de verano.
Esa es la promesa de Mirror, un nuevo sistema de entrenamiento que The New York Times tildó de "el equipamiento de gimnasia más narcisista jamás inventado". A poco de ser lanzado ya es furor en la Gran Manzana y California, con Gwyneth Paltrow, Alicia Keys, Ellen De Generes, Kate Hudson y Jennifer Anniston entre sus más fieles fans.
Lady Gaga demostró, además, que el sistema no tiene edad y compró dos de estos espejos para sus padres. Según el matutino, si bien todos los sistemas de fitness exclusivos tienen sus seguidores, pocas veces uno logró volverse de culto para tantas celebridades. Pero, además, en un nivel mucho más pedestre, cuando uno va apretado como sardina acalorada en el subte neoyorquino, todo lo que se puede hacer es mirar las publicidades a la altura de los manillares. Y todas son de Mirror. Están vendiendo cerca de un millón de dólares en espejos por mes y tienen el showroom en Nueva York.
Tenía que probarlo
El showroom fue instalado en el Flatiron District, y en una ciudad donde cada decisión inmobiliaria es altamente simbólica, su ubicación es inmejorable. Está en la Quinta Avenida, lo cual da respetabilidad, pero en su parte baja, es decir, cool. Encima esa zona es conocida como Silicon Alley, el "pasillo" (en oposición al "Valley" o "valle" de California) donde están las startups tecnológicas de la ciudad, y, por ende, la gente joven pudiente y dispuesta a probar lo nuevo en pantallas y fitness. A su alrededor se conglomeran las tiendas de moda que venden todo tipo de indumentaria deportiva fashion. Cuando fui era la semana del Orgullo Gay y todas las zapatillas de las vidrieras eran multicolores o con un arco iris, pero de Nike a Cole-Haan ninguna bajaba de los 200 dólares.
Yo estaba mojada por una inoportuna tormenta estival, y, a diferencia de los otros clientes, no solo no tenía las zapatillas de rigor esa semana, sino que tampoco acarreaba el bolso negro enorme Balenciaga que es el must camino al gimnasio esta temporada y que todos en la tienda parecían llevar. Empujaba, en cambio, una valija desvencijada cuyo cierre venía de arreglar en el kiosco de la estación de tren. Aun así los vendedores, impecables, de look minimalista como todo el entorno, me trataron con enorme cortesía y comenzó el entrenamiento.
La base del sistema Mirror es un espejo "mágico" que habla e incentiva, pero un poco distinto del de Maléfica en La Bella Durmiente (y que cuesta unos 1500 dólares, más un abono mensual). Cuando está apagado luce como un espejo normal que no desentonaría en un living "design". Pero cuando se prende es una pantalla LCD de cuerpo entero, en la que al mismo tiempo que uno se ve reflejado puede ver, más pequeño, a un profesor de gimnasia que lo va guiando en la rutina a seguir.
Mirror ofrece cuatro niveles de clases, desde primerizo hasta experto, y las clases (de yoga, pilates, box, aerobics, etcétera) pueden modificarse según el tipo de lesión o embarazo que se tenga. Para esto, cada instructor graba movimientos alternativos que aparecen en la pantalla acorde con las preferencias del usuario ingresadas. Ya existe una biblioteca de cientos de clases, y el próximo paso será agregar profesores hablando en español.
Se puede también elegir el instructor que se desea y el largo de la clase que se quiere tomar, de 15 minutos hasta una hora y media. Además de las clases previamente grabadas se pueden seguir clases que se están desarrollando en vivo. Los asesores de Mirror me dijeron que uno puede enviar emoticones de apoyo a los otros clientes que siguen la misma clase y cuyos seudónimos aparecen en la base de la pantalla. La idea de recibir muchos símbolos de caritas sonrientes o bracitos flexionados mostrando músculo fue suficiente para volcarme por una clase pregrabada, pero el concepto era muy interesante.
La gente de Mirror quiere que sea una "tercera pantalla", después de la de la computadora y la del teléfono, con capacidad para todo, desde intercambio de fotos y chateos hasta asesoramiento de estilismo y atención médica. Por ahora, además de los emoticones, los usuarios pueden hacer un poco de shopping de indumentaria de fitness. Alarmada por el precio de las zapatillas aledañas, ni investigué esta opción, y comencé con el ejercicio.
Utilizando el control remoto (Mirror no es touch-screen para que no queden marcas de dedos) elegí 15 minutos de stretching ultraprincipiante para alguien con hernia y codo de tenista. Con esos datos ingresados básicamente era imposible hacer algo entretenido, pero la señorita de amarillo brillante en la pantalla (si los instructores quisieran usar un look más dark no podrían porque no se vería bien en la pantalla) resultó muy amena. Cada tanto hablaba de embarazo, lo cual me hizo dudar, sin embargo, si no habría apretado la opción incorrecta.
Salté entonces a una clase de box para principiantes con muy buena música. Me daban ganas de bailar en vez de seguir el movimiento de brazos indicado para hacer el jab o el uppercut y volver a la posición de guardia. De haber estado en una clase de box convencional el profesor sabría inmediatamente que mis movimientos eran de lambada, no para un ring. Pero Mirror va a solucionarlo.
El espejo tiene una cámara oculta, a través de la cual se podrá conectar, por 40 dólares con un personal trainer que haga un seguimiento absoluto. También van a ofrecer clases para chicos y eventualmente agregarán bicicletas fijas como ahora tiene Peloton (un sistema lanzado hace seis años y que ya está valuado en 4000 millones de dólares).
Por ahora, cada programa puede ser personalizado con datos del estado físico general y del peso que se quiere perder. El equipamiento monitorea el pulso al sincronizarse con el Apple Watch o el monitor bluetooth del usuario (¿hay gente interesada en el fitness que no los tiene?). Si uno "asiste" a una de las clases competitivas y el pulso comienza a caer, notificaciones verbales y visuales incentivarán a trabajar un poco más duro para mantenerse a la par de los demás.
Personalmente, lo más interesante resultó ver el conteo de calorías quemadas a medida que transcurría la clase, que aparecen enormes, al costado del profesor. Pasaban los minutos de estirar piernas y tirar puñetazos básicos y seguía por debajo del equivalente a media manzana. La tecnología hace la vida mejor, sin duda, pero también más frustrante.
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