Monti, el barrio de los romanos
Ropa vintage, sabores étnicos y aperitivos después de hora en las calles de moda de la capital italiana
ROMA.– Si uno desciende por Via Cavour unas ocho o diez cuadras desde Termini verá de un lado el Coliseo y del otro unas cuantas callecitas que se pierden sin gran destino (aparente). La mirada de los viajeros, lógicamente, se desviará hacia el máximo anfiteatro imperial, pero vale intentar al lado contrario. A simple vista, nada. Al menos, nada en especial teniendo en cuenta las grandes maravillas de la ciudad donde terminan todos los caminos. Pero uno baja por las escaleras divididas como aguas por la estación Cavour y empieza a descubrir un barrio donde increíblemente, en pleno centro, la mayoría no son turistas, sino romanos. Es el pequeño rione (barrio) Monti.
Por las mañanas de una jornada laboral –cambia mucho el lugar según el día y el horario–, el mayor movimiento es de estudiantes de música que toman clases en las escuelas de Via Cimarra y de algún madrugador con tiempo para probarse ropa vintage en locales de vidrieras angostas y paredes repletas de percheros. Para desayunar en este barrio antiquísimo –el primero de la ciudad, y a la vez, último espacio de vanguardia por descubrir–, la esquina de Serpenti y Panisperna (por panis et perna, del latín: pan y jamón) ofrece una panadería inevitable, Antico Forno ai Serpenti, con café de máquina (autoservicio) y mesas pequeñas, pero con panificados y dulces dignos de la mejor patisserie francesa con acento italiano.
También sobre Panisperna, a pocos metros, está el lugar más buscado para almorzar: Ai Tre Scalini. Abre también a la noche, pero es mucho más difícil conseguir entonces mesa o banquetas junto a sus dos barras. El lugar es, en origen, una bodega que desde su creación (en 1895) fue mutando hasta convertirse en este pequeño bistró con mucho movimiento.
Los platos con más salida son la ricota de búfalo con rúcula en miel de trufas y el cous-cous vegetariano, entre opciones que difícilmente superan los 15 euros –con vino de la casa incluido– y que se mantienen fijas en la pizarra-menú (los otros platos suelen variar por temporada). Justamente por las bodegas, conectadas en el pasado con el Coliseo, la zona era conocida como Sub Urbe (bajo la ciudad). Fronteras del barrio son también las vías Nazionale y Dei Fori, detrás del extraordinario Foro de Augusto, que desde que fue puesto en valor ofrece pequeños puentes sobre las ruinas que derivan directamente en Monti.
Para las compras hay arte contemporáneo en galerías como Fondaco y muchas rarezas, como un local exclusivo de trompos artesanales en Bacina 59 (tocar timbre), y otro de postales y fotos de los años 20 al 50 (Isola Novecento, en Via Madonna dei Monti 60). Ropa recuperada se encuentra especialmente en los doscientos metros de Via del Boschetto. El local de Pulp es tal vez el más famoso, Le Noru y Area Bzz tienen vestimenta original, y Tina Sondergrad ofrece modelos muy femeninos. God Save the Look, en Via del Cappoci, se presenta como local de antigüedades, pero se distingue por sus zapatos de altura. En el hotel Palatino (Via Leonina 46) todos los domingos se organiza el Mercado Monti, donde locales de ropa vintage tienen sus percheros y muchos artesanos del barrio ofrecen mercadería. Para regalos gourmet, Il Giardino del Te ofrece un centenar de tes del mundo, y la chocolatería La Bottega del Cioccolato es una verdadera delicia. Vale la pena entrar a este pequeño local para ver los envoltorios coloridos y disfrutar del intenso aroma.
A pasos de allí está la Madonna dei Monti. El barrio gira en torno de esta plazoleta central, con su Fuente dei Catecumeni. Cada tarde, antes y después del típico aperitivo (hay varios locales que lo ofrecen hasta incluso después de las 21), el lugar es punto de encuentro de los jóvenes, sobre todo, aunque los fines de semana también de las familias. Es una plaza seca, ínfima, con una fuente con unos escalones donde se bebe cerveza y muchos comen pizza en porciones, porque también hay de estos locales de comida al paso en la zona, como en toda Roma.
No tanta pasta
Desde la calle nadie da dos pesos por 2periodico. La entrada vidriada deja ver un café oscuro, con una barra corriente, frente a dos mesitas junto a una pared. Pero el movimiento es intenso, de gente joven, desde antes del atardecer. Ya en una mesa se oye música desde el fondo y la camarera argentina propone pasar al living. De comer hay sólo tartas, pero lo que importa es el ambiente y las bebidas. Mesas y sillones se reparten junto a un escenario de medio metro de altura, donde rotan músicos varias tardes y noches por semana. Valerio comanda una radio en vivo que se transmite también por Internet, especialmente las noches con cantautores.
Hay buenas cantinas en todo el barrio, típicas italianas, algunas con buenos precios. Un clásico sofisticado es Da Valentino, en la calle del Boschetto, con carne de jabalí y guisos de caracol. La Carbonara (Via Panisperna 214) y la Osteria Da Valentino (Via del Boschetto, 37) son trattorias bien conocidas por los romanos, con carne, pescado y buena pasta. Uno pequeño y muy valorado es La Taverna dei Fori Imperiali, un local familiar que hace gala –con fotos en sus paredes– de visitantes ilustres como Al Pacino y Robert de Niro. Además de buena mano en la cocina, cuenta con precios posibles y porciones generosas.
Pero en el barrio se destaca la cocina foránea, como el restaurante brasileño Temakinho (los dueños y empleados son de diferentes regiones de Brasil), repleto de grupos de amigos, dos propuestas indias sobre la misma calle Serpenti, y sushi al paso en Fish, casi frente a la plaza. Para bares, Casa Clementina propone estilo sixties desde la misma recepción con muebles de felpa y una barra madera de la época. Para después, convoca mucho público el ciclo de música acústica Más música, de nuevo en Vía Panisperna, para un final jazzero (la agenda, en www.unpluggedinmonti.com).
La gente de siempre, también
A este barrio de artesanos y cuentapropistas, con herreros, carpinteros y coleccionistas devenidos anticuarios, entremezclados con los hipsters que ahora llegan a toda hora, el director Mario Monicelli le dedicó un documental, Cerca del Coliseo está Monti. El film –última obra del director antes de morir lanzándose desde la ventana de un hospital– muestra el lado más popular y autóctono del barrio. Allí aparece gente mayor luchando contra las interminables subidas y bajadas de las calles, una barbería de 1923 con su clientela de siempre, un centro de jubilados con torneo de dominó... Se ve una misa al aire libre con vecinos recién levantados mirando por ventanitas y algunos trasnochados intentando abrir los ojos en el escalón de algún edificio.
Los habitantes de Monti no parecen inmutarse con el movimiento creciente. Al contrario, muestran rejuvenecidos en el film de Monicelli, que habla frente a cámara con los músicos de una orquesta mientras un luthier de la zona repara sus instrumentos en un pequeño taller junto a una verdulería. No hay cartel en un club de boxeo, metido bien adentro de unos edificios, ni en muchos otros centros sociales que el director decide mostrar como contracara del lado más cool del barrio, o la otra cara de una misma moneda. Hay también clases de tango, ferias de alimentos orgánicos y sobre todo espacios abiertos donde las distintas generaciones se encuentran sobre las históricas calles de piedras de la fascinante capital italiana.
Temas
Más leídas de Lifestyle
"Estoy viviendo un sueño". La periodista y abogada platense que a los 60 años va por el título de Miss Universo
“Creemos que vivía con una persona mayor”. Cruzó desesperada la avenida y movilizó a los vecinos que ahora buscan a su familia
Terror mundial. El error humano que generó la “Puerta del Infierno”: arde a más de 400° y no saben cómo cerrarla