Con aires tristes, como quien no sabe qué está pasando a su alrededor, Mira iba sentada rumbo a Caballito, en el tren Sarmiento, casi como un pasajero más. Aunque invisible a los ojos de la mayoría de los humanos que compartían con ella el vagón, cuando Martina Zamudio la vio supo que no iba a poder bajar de la formación sin hacer algo por la perra. "Un chico que iba hasta Moreno la acariciaba, y ella se dejaba, pero me aclaró que no iba a poder tenerla. Así que decidí que Mora bajara en Ramos conmigo. Ella muy contenta me hizo caso y le inventé en el momento una especie de correa con una bolsa de compras que tenía en la cartera".
Sin embargo, antes de llegar a su casa, Martina tenía que hacer unos trámites y la perra la acompañó. Mientras ella completaba papeles y pagaba cuentas, la recepcionista del lugar la cuidó. Faltaba una parada más antes de llegar al destino final: el consultorio del veterinario. Allí el médico pudo confirmar que Mora tiene entre dos y tres años, que ya estaba castrada y que iba a necesitar una dieta completa y variada para recuperar el peso que probablemente había perdido producto de sus días en la calle.
"A partir de ese día vivimos muchas cosas, nos fuimos conociendo y adquiriendo rutinas que Mora aparentemente nunca había tenido. Aprendió lo que es salir a pasear, a subir escaleras (los primeros días no se animaba), y especialmente, aprendió que se puede recibir muchísimo amor". Mora tuvo también que aprender a convivir con Vaquero y Penny, los otros perros de Martina. Sin embargo, al poco tiempo Martina descubrió que la mejor opción era no juntarlos en el mismo ambiente. "Lamentablemente no pueden compartir espacios. Vaquero es muy territorial, y Mora también con lo que siempre se armaba lío. En mi casa hay bastante espacio, así que hace más de seis meses que vivimos dividiendo los ambientes para mantener la paz entre todos los que habitamos el hogar".
Mora se adaptó rápidamente a la vida bajo techo y es por eso que Martina asume que la perra vivió en una casa en algún momento de su vida. Come dos veces al día, tiene dos paseos largos para tomar aire fresco y hacer sus necesidades y, como Martina es fotógrafa y tiene un trabajo free lance, pasa mucho tiempo con Mora. Juegan en la terraza, toman sol y la acompaña mientras ella edita imágenes o responde correos.
Pero en 15 días Martina debe viajar por trabajo y está buscando un hogar de tránsito. "Mora no es para cualquiera, porque ella hoy está recibiendo muchísimo amor, besos, paseos, abrazos, comida rica, juegos, risas y cuidados, por lo cual, la persona que quiera cuidarla, tiene que estar comprometida a mantener este alto nivel de amor que Mora (y el resto de los animales), merecen". (Los interesados en conocer a Mora pueden contactarse con Martina a través de su cuenta de Instagram).
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