Nicolás Catena Zapata: pasión por el vino
De familia italiana, su visión pionera abrió el camino para lograr que la Argentina fuera conocida como región vitivinícola con posibilidades de competir con éxito en el mercado internacional
lanacionarMENDOZA.- Desciende de una familia de inmigrantes italianos que hace vinos desde hace cien años. Pero a la hora de construir su bodega, desechó el estilo italianizante que prolifera en las antiguas fincas mendocinas. También el estilo colonial español, demasiado utilizado por algunas bodegas californianas.
Tal vez lo más clásico y representativo hubiera sido imitar un château francés... Pero pensar eso sería no conocer a Nicolás Catena Zapata (de 63 años), el pujante y multifacético empresario que ha construido un imperio vitivinícola donde cada detalle, por pequeño que sea, tiene su impronta, su ideología de vida y de trabajo, su sello personal.
De modo que, plantado frente al imponente Cordón del Plata, en medio de la viña de Agrelo, en Luján de Cuyo, entre hileras de merlot y cabernet sauvignon de cuya alquimia sale ese Nicolás Catena Zapata que se vende en Londres y Nueva York a 120 dólares la botella, el hombre, el hacedor, el poderoso empresario de bajísimo perfil, y una humildad y sencillez admirables, decidió que el estilo arquitectónico de la bodega por levantar debía dar un mensaje. Debía decirle al mundo que la región donde se producían los vinos de la Bodega Catena Zapata era algo peculiar, un terroir distinto, capaz de dar un producto único, que no tenía nada que envidiarles a los grandes vinos del mundo. "Por eso elegí algo autóctono, algo no clásico, algo no europeo. Y lo más grandioso de la arquitectura americana, precolombina, no europea, son las construcciones de la civilización maya."
Nicolás Catena Zapata y el arquitecto Pablo Sánchez Elía se inspiraron en las ruinas mayas de Tikal, en Guatemala, y levantaron esta original bodega en forma de pirámide, realizada con piedras de canteras andinas cercanas a la bodega y escala imperdible en cualquier itinerario de las rutas del vino.
Abriendo surcos
Nicolás Catena Zapata es un pionero. Un hombre con una clara visión empresaria, que abrió el camino para cambiar la percepción de la Argentina como región vitivinícola con posibilidades de producir lo que en el mundo hoy se conoce como a world class wine.
"En 1963 empecé a trabajar en Bodegas y Viñedos Nicolás Catena SA, empresa familiar iniciada por mi abuelo Nicola -un inmigrante italiano que, en 1902, plantó en Rivadavia, Mendoza, sus primeras cuatro hectáreas de viña malbec-, cuyos únicos dueños en ese momento eran mis padres. Los negocios crecieron con mi conducción y a fines de los años setenta se había convertido en la productora de vinos embotellados más grande del país", recuerda Nicolás.
"En 1980 vendimos nuestras marcas de vinos de mesa y decidí concentrame en la producción de vinos finos. Saint Félicien -marca producida en nuestra Bodega Esmeralda- era, en aquellos años, mi mejor vino fino."
Pero, fiel a sí mismo, el empresario vitivinícola iría por más. La oportunidad se la daría su otra vocación, la del economista graduado en la Universidad Nacional de Cuyo y especializado luego en la Universidad de Columbia, en Nueva York.
En 1982, Catena Zapata -que se había casado en 1964 con la mendocina Elena Maza y tenían por entonces dos hijos, Ernesto y Laura- viajó a California como profesor invitado por el Departamento de Economía Agrícola de la Universidad de California-Berkeley. En esa ciudad nacería luego su hija menor, Adrianna. Junto a Elena, aprovechaban los fines de semana para recorrer Napa Valley, distante 50 minutos en auto de Berkeley.
"Lo que vi en Napa me produjo un shock. Los bodegueros californianos habían decidido competir con los mejores vinos franceses para igualarlos y, tal vez, superarlos. Investigaban, invertían y se observaba un entusiasmo por mejorar la calidad que yo nunca había experimentado. Napa fue la primera región del Nuevo Mundo que se atrevió a desafiar a la producción francesa. Inmediatamente pensé: ¿por qué no hacer algo similar en Mendoza?"
Así inició, en 1983, lo que a la postre sería su exitoso proyecto de producir vinos de calidad internacional.
"Al principio nuestro enfoque fue realmente experimental, pero pude producir, en la cosecha 1990, mi primer Cabernet Sauvignon y Chardonnay, que salí a vender con la marca Catena al mercado norteamericano", cuenta.
El precio fue de 13 dólares la botella para el Chardonnay y 15 para el Cabernet, cuando en ese momento el vino chileno más caro se vendía a 7 dólares la botella (Cousiño Macul) y el más caro de los argentinos, a 5 dólares la botella. Tuvo éxito. Vendió rápidamente toda su cosecha y la prensa especializada tuvo elogios que lo ayudaron.
"Interpreto que a partir de ese momento cambió la percepción de la Argentina como región vitivinícola con posibilidades de producir calidad internacional", dice hoy.
"Creo que éste ha sido mi principal aporte a la vitivinicultura argentina en los últimos 20 años: demostrar que era posible producir en Mendoza excelentes vinos para el mundo."
El resultado fue también que empezaron a llegar inversores extranjeros que compraron tierras y las plantaron, y construyeron bodegas con la última tecnología, de las que salen hoy algunos de los excelentes vinos con que la Argentina empieza a sorprender al mundo.
"Durante el período enero-mayo 2003, las exportaciones argentinas crecieron un 23 por ciento respecto del mismo lapso de 2002 y nuestra empresa creció un 52 por ciento -dice Catena-. En este período somos la empresa número uno en exportaciones medidas en dólares FOB."
Su raigambre bodeguera nunca logró apartarlo de su interés por la economía, que lo llevó a fundar y sostener el Centro de Estudios Macroeconómicos de Argentina, actual Universidad del CEMA. También dedica una parte importante de su tiempo a estudiar historia, especialmente el período de la República e Imperio Romano y el de la Baja Edad Media.
Pero si tuviera que resumir en un solo ejemplo las motivaciones que lo han impulsado en la vida, Nicolás Catena Zapata, el empresario vitivinícola, el hacedor, el hombre que ya ha dejado su marca personal en el hoy clarísimo boom del vino, dice que ése sería, sin duda, el impulso de no resignar el placer emocional de continuar lo que iniciaron sus antepasados.
"Nos empiezan a conocer"
En el año 2000 llegó a Mendoza Châteaux Lafite Rosthchild, de la región de Medoc, Francia, considerada la bodega de mayor prestigio en el mundo. En 2001 lo hizo Châteaux Cheval Blanc, de Saint Emilion, también reconocida como una de las mejores del mundo. Lafite se asoció con Nicolás Catena -crearon la empresa Bodegas CARO SA- y Cheval Blanc con Chandon-Argentina.
"No sé si los argentinos se han dado cuenta de lo importante que es que dos de los châteaux más famosos del mundo hayan decidido hacer un vino en Mendoza", comenta Catena.
De todos modos también reconoce que la Argentina, como región productora de vinos, como marca, es realmente desconocida por la masa de consumidores de vinos en el mundo.
"Estamos comenzando. Nos empiezan a conocer, pero ya estamos proponiendo una relación calidad-precio superior a la de los países competidores, como Chile, Australia y Sudáfrica."
lanacionarTemas
Más leídas de Lifestyle
Volantazo. Dejó Buenos Aires por un intercambio en Europa y quedó fascinada, pero advierte: "No todo es color de rosa"
De no creer. Llevó una torta a un restaurante para festejar su cumpleaños y le cobraron 25 dólares por cortarla
Vínculos. Aprender a desenamorarse: tres consejos para poner en práctica cuando las cosas no funcionan en la pareja