El 17 de septiembre de 1980, hace exactamente 44 años, un comando guerrillero del Ejército Revolucionario del Pueblo asesinó al exdictador nicaragüense Anastasio Somoza Debayle en Asunción
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Anastasio Tachito Somoza Debayle tenía 54 años y una fortuna digna de un jeque árabe cuando fue emboscado y asesinado por un comando del ERP. Su cuerpo recibió más de 15 impactos de bala (las crónicas se debaten, mayormente, entre 18 y 25 tiros). Fue rematado con un cohete lanzado desde un RPG-2 concebido para detener tanques. Llevaba 13 meses de exilio dorado en Paraguay, al amparo de otro dictador amigo, Alfredo Stroessner, con escolta permanente. Sin embargo, no pudo escapar al destino trágico de la familia.
Su padre, Anastasio Tacho Somoza García, fundador de la dinastía de dictadores nicaragüenses, había sido asesinado por un poeta opositor que, en un acto suicida, irrumpió en una fiesta y desenfundó un revólver Smith and Wesson calibre .38 con el que acertó cuatro tiros sobre su pecho. Fue trasladado en avión a Miami y tardó cuatro días en morir. Su sepelio contó con la asistencia de la mayoría los dictadores de la región, tuvo la bendición papal y su familia recibió un sentido mensaje de despedida de la Casa Blanca. Aún hoy, 68 años después, el gobierno sandinista de Daniel Ortega rinde tributo al tirador Rigoberto López Pérez cada 21 de septiembre.
Su hermano, Luis Somoza Debayle, segundo dictador en la familia, había muerto de manera menos violenta: un ataque cardíaco lo sorprendió en la intimidad de su hogar.
LAS VERSIÓN DE SU VERDUGO, GORRIARÁN MERLO
La reconstrucción del asesinato del expresidente nicaragüense Anastasio Tachito Somoza en Asunción se basa, desde siempre, en los dichos de Enrique Gorriarán Merlo, líder de la organización guerrillera argentina llamada Ejército Revolucionario del Pueblo. En 1995, desde la clandestinidad, concedió una entrevista al periodista Néstor Machiavelli para Telefe donde volvió a referirse al atentado. A continuación, su versión del atentado, al que llamaron Operación Reptil:
-¿La decisión de matar a Somoza fue suya o se la pidió el Sandinismo?
-No, fue una decisión nuestra. Una idea nuestra que nosotros comunicamos a los sandinistas y tuvo aprobación.
-¿Cuándo se comenzó a planificar?
-Nosotros habremos comenzado a planificar a principios del 80. Fuimos a Paraguay… Buenos, hicimos una preparación previa en Colombia, me refiero a prácticas de tiro y de chequeos, porque lo único que conocíamos era que estaba en Paraguay. Cuatro meses y medio antes de septiembre ya entraron los primeros compañeros ahí… eran Roberto Sánchez y una compañera que hoy milita en el MTP.
Gorriarán Merlo se refiere al Movimiento Todos Por la Patria, cuya acción más promocionada fue el brutal ataque al Regimiento de Infantería Mecanizado 3 de La Tablada, el 23 de enero de 1989, donde murieron 39 personas. Uno de los abatidos fue, justamente, Roberto Sánchez, alias “El Gordo Farfán”, colectivero y camionero, que fue miembro del ERP. Se estrenó como guerrillero en Nicaragua, como parte del Frente Sandinista de Liberación Nacional, y tras el triunfo de revolución fue nombrado jefe policial en Managua. Murió en combate, en La Tablada, y en las últimas horas del intento de copamiento un blindado le pisó la cabeza.
Continúa: “Ahí participamos 8 compañeros en la operación. Lo que más costó fue ubicarlo. Entonces la compañera que milita en el MTP, se le ocurrió a ella, por iniciativa propia, una forma de averiguarlo. Ella estaba en un hotel ahí en Asunción y tomó un taxi y le dijo al taxista: “mire, yo estoy buscando una peluquería de mujeres que queda a una cuadra de la casa de Somoza”. Buscaron por ahí, no la encontraron, averiguó el taxista y le dijo “Ahí no vive más Somoza”. Y el taxista se fue con ella hasta una delegación de la policía en Asunción y le preguntó a la policía dónde vivía Somoza. Y la policía fue la que le dijo al taxista dónde vivía Somoza. Ahí detectamos la casa de Somoza.
-¿Después qué hicieron?
-Se nos ocurrió, para tratar de tener un conocimiento más profundo de los movimientos de Somoza, de comprar uno de los kisocos que había en la esquina de él. Y fue uno de los compañeros de ahí y le ofreció al kiosco de asociarse. Le dijo un cuento, que se estaba por casar y que la novia era paraguaya. Además le dijo que tenía tres mil pesos para invertir en el kiosco. Y bueno, el kiosquero aceptó y se hizo una especie de sociedad donde el compañero nuestro puso el dinero y permanecía todo el día en el kisoco, lo que le permitía ver los movimientos.
El grupo alquiló una lujosa residencia sobre la calle 18 de julio, frente a la cual Somoza pasaba regularmente. Se presentaron como empresarios argentinos, productores de una película que filmaría Julio Iglesias en Asunción. Le dijeron al propietario que el cantante era muy obsesivo y que enviarían un grupo de decoradores para ajustar algunos detalles “de acuerdo a sus caprichos de divo”. Los decoradores sería Hugo Irurzun, Roberto Sánchez y El Pelado Gorriarán Merlo. Sus herramientas de trabajo, contarían luego, eran una bazuca RPG2 de fabricación china, dos ametralladoras Ingram, un fusil M16 y dos pistolas Browning. Antes de firmar el contrato de locación, con la excusa de proteger la intimidad de Julio Iglesias, le exigieron al dueño estricta confidencialidad.
17 de septiembre de 1980
A las 10:10 de la mañana, el automóvil Mercedes Benz Clase S sedan blanco, chapa patente 177561, asoma por la avenida Generalísimo Franco (hoy avenida España). No está blindado. El chofer titular de Somoza, el general Genie Amaya, que fuera jefe de la Oficina de Seguridad Nacional en Nicaragua y a quien los sandinistas reconocen como un salvaje torturador, está de franco. Lo reemplaza un tal César Gallardo. En el asiento trasero va el exdictador junto al financista ítalo-estadounidense Joseph Baittiner, quien lo asesora en sus inversiones. Su amante “oficial”, Dinorah Sampson, quien acompaña a Somoza desde hace más de 20 años y se radicó a su lado en Asunción, no forma parte del grupo.
“Le pregunté si iba a volver para almorzar y él dijo que sí: ‘Siempre vuelvo a tu lado. Siempre estaré a tu lado Dinita. Estaré contigo toda mi vida’”, contó Sampson poco después de la muerte de Somoza al Miami Herald.
Desde el kiosco de diarios, en el cruce con la calle Santísima Trinidad, el guerrillero “Oswaldo” da la voz de alerta a través de un walkie talkie. Llegó a reconocer a algunos de los custodios paraguayos que escoltaban a Somoza desde otro vehículo. Durante su experiencia como falso diariero se había ganado la confianza de los guardaespaldas regalándoles revistas pornográficas.
-¡Blanco, blanco!, gritó.
Cuando el Mercedes Benz circula por la avenida España entre las calles Venezuela y América, una camioneta Cherokee se cruza en su camino y lo obliga a detenerse. Sigue Gorriarán Merlo, en la pantalla: “Ahí salía Santiago, que era quien le tenía que tirar con un lanzacohetes RPG-2. Cuando llega el momento de la acción, nosotros recibimos la señal de que viene Somoza. Hacemos todo como estaba previsto. Salgo yo, Roberto se coloca con la camioneta en la salida del garaje, Santiago se coloca en el jardín… Y cuando veo que tiene que ya le tiene que disparar, siento un ruido atrás y veo que no dispara. Entonces me doy vuelta y veo que él está en el suelo sacando un cohete y colocando otro. Porque teníamos solamente dos cohetes… Falla eso, Roberto corta el tráfico y queda el auto de Somoza justo enfrente mío, a tres metros mío. Yo tenía un fusil M16. Entonces me encuentro ante esa situación y yo tiro sobre él. Tiro todo el cargador, 30 disparos, sobre él y el chofer. Pero qué pasa, cuando yo estoy tirando la guardia se baja del auto, se pone en una tapia que dividía con la casa vecina y nos empieza a tirar a Santiago y a mí, pero a cinco metros, ¿no? Y en ese momento, el que nos salva la vida a los dos es Roberto Sánchez, porque él desde atrás de la camioneta dispara sobre la guardia con un FAL. Cuando él dispara con el FAL levanta varios ladrillos donde estaba la guardia y la guardia ahí se tira al piso… Porque además yo ya no tenía munición. Cuando nosotros vamos a la puerta del auto de Somoza no sé por qué razón, que estaba parado frente a la puerta de la casa, avanza un poquito así y se… bueno, queda contra la vereda a la altura del garaje de la casa, entre la camioneta y la puerta de la casa. Entonces lo voy a decir a Santiago que tire con el cohete, con el RPG7, y antes que le diga que tire él ya tira. Y ahí, bueno, lógicamente, le da.
Tachito Somoza murió en el asiento trasero junto a Joseph Baittiner. Sus cuerpos quedaron calcinados por la explosión. Los medios locales informaron que los médicos forenses tuvieron que identificarlos por los pies. César Gallardo, el desgraciado chofer, tampoco sobrevivió: su cadáver fue expulsado del vehículo y cayó decapitado sobre el pavimento.
La caída de “el comandante Santiago”
El grupo terrorista se repliega. Escapan en un auto, como habían previsto, que estaba en el garaje de la casa. En la huida, el vehículo recibe algunos disparos. Doblan en la primera esquina... y el auto se detiene. No quiere arrancar. “Hasta que apareció un auto de frente, lo paramos, hicimos descender a su conductor, y nos fuimos en ese auto. Los tres, Santiago, el Gordo y yo”, contó Gorriarán.
La banda se dispersa. Irurzun pasa a buscar al compañero “Oswaldo” por el quiosco de diarios y lo lleva al puesto fronterizo Ita Enramada para que abandone el país en una balsa. Él regresa a la mansión alquilada. La mayor parte del grupo cruza hacia Brasil. Así lo hace la guerrillera Claudia Lareu que en 1989, como parte del MTP, siempre bajo el liderazgo de Gorriarán Merlo, muere en el ataque al regimiento de La Tablada.
El mismo día del atentado, a las 20 horas, Hugo Irurzun es identificado como autor material del atentado. Su foto llega a todos los puestos fronterizos, por lo que ya no puede salir del país. Se distribuye, además, su frondoso prontuario. Allí se destaca que el “comandante Santiago” estuvo en la artillería Sandinista y tras el triunfo de la revolución fue asignado a Seguridad del Estado. Entre otros crímenes, se lo reconoce como el líder del grupo que asesinó al capitán Humberto Viola, en diciembre de 1974, en Tucumán, durante el gobierno democrático de Isabel Perón. El caso tuvo especial repercusión porque en el atentado los guerrilleros mataron de un tiro en la cabeza María Cristina Viola, de 3 años, e hirieron gravemente a María Fernanda Viola, de 5, las dos niñas hijas del militar. Fue una de las pocas operaciones sobre las que Gorriarán Merlo mostró arrepentimiento.
El 18 de septiembre, el día posterior al atentado, a las 22 horas, la policía paraguaya informó que Hugo Irurzun había sido abatido en un enfrentamiento. Gorriarán Merlo siempre sostuvo que su compañero “Santiago” había sido secuestrado por la policía en la mansión que habían alquilado en Asunción, sometido a varios días de tortura y, finalmente, asesinado. Su cuerpo nunca apareció.
El resto del grupo, tras permanecer oculto varios días, pudo abandonar el territorio paraguayo. En Managua, el frente Sandinista calificó el atentado como “heroica acción” y acusó a Somoza del asesinato “de más de 100 mil nicaragüenses”.
Los restos de Anastasio Tachito Somoza Debayle hoy descansan en el cementerio Caballero Rivero Woodlawn North de Miami, en Estados Unidos. Su cripta lleva su apellido, “Somoza”, y también “Portocarrero”, que es el apellido de Hope Portocarrero, quien fuera su prima hermana, su esposa y también la madre de sus cinco hijos, todos nacidos en los Estados Unidos.
Pese a haberse separado en 1976, luego de que el dictador mantuviese durante dos décadas una relación paralela con otra mujer, Hope -ciudadana norteamericana- fue quien solicitó al Departamento de Estado que su marido recibiera cristiana sepultura en el país en donde ella y los hijos de la pareja nacieron.
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