Lo primero que resulta evidente viéndolos a los tres juntos es que se divierten. Que les basta una mirada de complicidad, un guiño o una sonrisa para entenderse, porque se conocen de memoria. Aunque quizás eso no debería sorprender, porque la love story de Osvaldo Laport (64) y Viviana Sáez (58) ya lleva cuarenta y un años de felicidad plena y vida en común, en la que comparten su pasión por la actuación y lo lúdico. Y así criaron a Jazmín (25) –la única hija
de ambos: amorosa, bella e inteligente– que, igual que papá y mamá, ama el teatro y jugar a ser otra, pero además canta como los dioses (el 18 de diciembre lanza su primer tema por todas las plataformas digitales) y proyecta un futuro arriba del escenario. Una familia de artistas, que vive por y para el arte.
–¿Qué chances había de que Jazmín fuera arquitecta, abogada o maestra?
Viviana: Al principio, hasta los 7 u 8 años, quería ser psicóloga o maestra. Después, tipo 10 u 11 se prendía en todos los actos de colegio. También es cierto que desde chiquita la llevábamos a todas las grabaciones y al teatro siempre que podíamos, pero es una vocación que ella descubrió y desarrolló sola cuando empezó a estudiar danza clásica. Una vez en la escuela me dijeron: "La que tiene claro qué va a ser es Jazmín. Ella va a ser artista: bailarina, cantante y actriz".
Osvaldo: Además, tiene una personalidad muy definida. Así como nosotros nos disfrazamos en la vida, ella era la que iba al colegio con sombreros, moños y un peinado nuevo cada día. Y la verdad es que siempre se lo tomó con seriedad y responsabilidad. Ayer, por ejemplo, que grabamos acá en casa el clip del que va a ser el primer tema de Jazmín, fue una verdadera fiesta, pese a la lluvia. Y ella fue la responsable de todo. Pagó con sus ahorros, se ocupó de buscar presupuestos, se reunió mil veces con las personas que la iban a ayudar, además de que compuso letra y música del tema… Tan responsable es que yo recién me enteré hoy que hizo sobrecitos con dinero y el nombre de cada uno, con su respectiva cartita de agradecimiento, para todos los que colaboraron desinteresadamente en su proyecto.
–¿Ustedes la aconsejan, la van guiando o dejan que haga su experiencia sola?
Viviana: Dejamos que tenga su total libertad, la misma que tuvimos nosotros de jóvenes. Y obvio que cuando nos necesita, nosotros estamos.
Osvaldo: Cuando ella decidió dedicarse a esto el único consejo fue: "Estudiá, estudiá", para que cuando se abra esa puerta (que no siempre se abre), estés lista y llegues ahí por tu talento y no por ser "la hija de".
–¿Cómo se preparan para el momento en el que se independice del todo y se vaya de casa?
Osvaldo: Jorobamos un poco con eso… pero porque tenemos una relación adulta. Sabemos que eso va a pasar y está todo bien, es lo más natural.
–Jazmín, ¿vos sentís que ser "la hija de" tiene ventajas o desventajas?
–Cuando era más chica me dejaba llevar mucho por los comentarios que escuchaba. Porque cuando uno no tiene tan claro lo que quiere, todo te afecta. Me pasaron las dos cosas. Hace diez años pensaba que iba a tener todo de taquito y, pese a que siempre estudié mucho y me preparé, creía que se me iba a hacer más fácil la cosa, algo que no sucedió. Tuve momentos como de montaña rusa, de mucha frustración, pero también entendí esto que decía mi viejo de la puerta: yo no creo que la puerta se abra o no se abra, yo creo que uno solito se la tiene que abrir. Y lo que la gente puede decir porque soy "la hija de", me tiene sin cuidado porque estoy tranquila con que me preparé y estudié toda la vida.
–¿Cómo se vive en una familia de artistas? ¿Hay horarios para almorzar cenar, dormir o cada uno hace lo que quiere en cualquier momento?
Viviana: Juntos, pero no revueltos. Por suerte tenemos el privilegio de vivir en una casa grande, en la que cada uno tiene su espacio y respeta el espacio del otro. Nos encontramos para la cena, para ver una serie, para disfrutarnos, pero estamos siempre cruzándonos por la casa. Sobre todo, en este tiempo de cuarentena. Después, cuando se normalice el trabajo, uno se va ordenando.
–Osvaldo, ¿te ocupás de las cosas de la casa?
–Uno, como hijo de una sociedad falsa machista, que por suerte ha roto estructuras y está empezando a alumbrar una sociedad más inclusiva, arrastra ciertos estereotipos que están relacionados con horarios y con quién cocina o hace esto y lo otro. Por suerte mis padres nos enseñaron a mis hermanos y a mí que las actividades dentro de la casa no tienen género, así que yo sé hacer de todo. Si bien no ejerzo normalmente, cuando ellas tuvieron Covid, por ejemplo, me ocupé de todo: cociné, lavé, planché. Y me encanta.
–Vivís con tres damas, tu mujer, tu hija y tu suegra, así que te deben mimar bastante…
–Mi compinche número uno es mi suegra, para ella no hay viernes ni sábado: me atiende y me mima muchísimo y todas las noches me sirve un vermouth.
–¿Sos celoso de los novios de Jazmín?
–No. Yo le he llevado el desayuno a la cama a ella con alguno de sus chicos.
–Y vos Viviana, ¿sos celosa de tu hija?
–No, con Jazmín siempre conversamos mucho y no hay celos entre nosotras, porque todo lo hablamos. Sí me sale la tanada cuando veo algo que no me gusta. Me tocás a mi hija y me pongo como loca. Eternamente la voy a cuidar, la voy a defender, y no voy a dejar que nadie me la toque. En eso soy muy leona, tanto con mi hija como con mi marido.
–¿Se imaginan siendo abuelos?
Jazmín: ¡La pregunta es si yo me imagino siendo madre! A mí me encantaría ser madre, pero si pudiera elegir una fecha, me gustaría mínimo dentro de diez años.
Osvaldo: Hay una relación con nuestras familias, con los sobrinos, de mucho afecto y de mucho entendimiento. Entonces esto de ser abuelos medio que ya viene incluido en esa relación, porque es como que ya somos abuelos de nuestros sobrinos nietos. Pero sí, nos encantaría tener un nieto.
–Ustedes llevan más de cuarenta años juntos, una verdadera rareza en estos tiempos. ¿Tienen la fórmula de la felicidad?
Viviana: Cuarenta y uno. Somos los dos muy temperamentales, muy pasionales, con carácter fuerte. Hemos tenido nuestros altibajos, incluso estuvimos un año separados, y eso nos sirvió para potenciar el amor y las ganas que teníamos de seguir estando juntos. Cada tanto, cuando viene alguna que otra pelea, esperamos que pase y disfrutamos del reencuentro. Seguimos apostando a este amor diariamente, y seguimos seduciéndonos, esperándonos y sorprendiéndonos.
Osvaldo: Hemos roto también con algunas estructuras y tenemos estrategias para superar distintas coyunturas. Por ejemplo, ya sabemos cómo frenar una discusión antes de que se convierta en pelea, y también sabemos que en el diálogo está el silencio. Igual nos costó y nos cuesta, porque somos muy diferentes.
Jazmín: Ojo, que ellos dicen: "Somos diferentes". ¡Pero son recontra diferentes, son el agua y el aceite! De verdad. Obviamente que tienen cosas en común y hay un lugar en el que se encuentran, pero son tan distintos que muchas veces nos reímos de eso. También somos muy extremos los tres, y eso no sé si está tan bueno. Cuando nos reímos, nos reímos a full, la pasamos bárbaro, y cuando estamos mal, estamos mal y arde Troya. Como que no hay grises en esta familia. Pero considero que somos un trío muy divertido.
–Osvaldo, hace más de quince años que sos embajador de Acnur. ¿Lo que viviste en tu contacto con esas crisis humanitarias cambió en algo tu vida?
–Llevo dieciséis años como embajador, sin contar los dos años anteriores que fui una suerte de acompañante. Evidentemente, algo debe haber cambiado en mí, pero lo curioso es que según mi madre yo de chico siempre hacía preguntas o comentarios poco comunes respecto a los demás chicos. Me dijo, por ejemplo, que yo decía que quería una goma para borrar los límites geográficos del mundo. Por eso creo que tenemos un destino marcado y está en uno no estar tan distraído como para dejar pasar las cosas. Lo que me pasa con cada uno de estos viajes que Acnur llama "crisis humanitarias" y yo llamo "crueldades humanitarias" es que, en cada regreso, me enojo mucho con nosotros mismos. Porque acá sí que estamos distraídos y no valoramos siquiera lo que es la paz. Frente a lo que he visto en esos lugares me da pudor la frivolidad con la que se vive aquí. A veces me siento como sapo de otro pozo con mi estilo de vida y mi manera de pensar.
Producción: Romina Giangreco para RFG Stylecoaching Peinado: Emmanuel Godoy Maquillaje: Patricia Lopez (@reinamadrespacio) Uñas: @derrucula Agradecimientos: Kosiuko, Herencia Argentina, Giesso, FdeFlor, Mishka, Renner, Las Juanas Night, Compañía de Sombreros, Graciela Marty Boutique, Porcelana @viviartedesinsok
Más leídas de Lifestyle
La pregunta clave. El exjefe de recursos humanos de Microsoft reveló lo que no se debe hacer en una entrevista de trabajo
Para los médicos era estrés, pero tenía un ACV “Me recomendaron hacer postrecitos caseros y venderlos para dejar atrás las situaciones complicadas”
No es para mirarse. La verdadera razón por la que los ascensores tienen espejos y seguro no conocías