Padres cómodos: ¿qué resultados esperan en el futuro?
Hace unos días salió un interesante artículo en LA NACIÓNsobre los hijos cómodos, y me dio pie para pensar en algunos padres que veo en el consultorio y que podría llamar cómodos, aunque ellos no se denominarían así.
Algunos tomaron al pie de la letra los lineamientos del movimiento de padres permisivos, no quieren que sus hijos sufran, ni esperen, ni se esfuercen ni se frustren. Están convencidos de que es un cambio muy positivo en relación con su propia crianza, sin darse cuenta de que ningún extremo es bueno. No todos los padres viran hacia ese estilo por una cuestión de principios, a veces lo deciden porque les queda cómodo, es más fácil y rápido decir que sí que decir que no, de paso le caen mejor a sus hijos, quienes se enojan menos con ellos.
Otros padres y madres me dicen que trabajan todo el día y que no quieren poner límites a sus hijos para pasar un rato agradable con ellos cuando llegan. Les da culpa haber estado afuera de casa tanto tiempo, pero probablemente también les dé pereza, les quede más cómodo decir que sí que decir que no porque el no después tendrían que sostenerlo.
Nuestros padres sabían que criar era una tarea ardua, trabajosa, que nos íbamos a enojar con muchas de sus decisiones, que educar llevaba tiempo y pasaban largos años ocupándose de intentar que nos convirtiéramos en personas de bien. Se levantaban de noche para atender el llanto de los chiquitos en lugar de llevárselos a su cama, decían muchas veces que no y sostenían esos no, no cocinaban menúes alternativos, no concedían todos los deseos, etc.. Al crecer los hijos íbamos teniendo más derechos y también más obligaciones y responsabilidades. Es cierto que nuestros padres no siempre lo hacían con buenos modos ni mostraban su amor incondicional y hoy reconocemos el valor de esto en la crianza, pero buen modo e incondicionalidad no son sinónimos de ceder indiscriminadamente.
Como decía Jaime Barylko los límite son como las líneas de la ruta, dan seguridad, muestran el camino, pero hay que ocuparse de dibujarlas y de hacer respetar esas líneas. Tenemos que lograrlo sin la arbitrariedad de los padres autoritaristas de otras épocas pero también sin el laissez faire (todo vale, hacé lo que quieras) de los padres permisivos, sin abandonar lo que nos parece importante y bueno para el crecimiento de nuestros hijos.
Veo en las consultas que estos padres que llamo cómodos a menudo eligen atajos y entonces aceptan que los chicos se pasen a la cama grande, que busquen otra comida en la heladera si no les gusta lo que hay, que no se peinen para ir al cole, que usen más tiempo de pantallas que lo que les hace bien… Lo hacen desconociendo el valor del camino largo que toman otros padres que entienden la sabiduría del dicho popular: "si el atajo fuera bueno no existiría el camino".
Mi preocupación es que en el altar del amor y del respeto al hijo vislumbro algo de abandono. Dejamos a los chicos tomar decisiones que no están preparados para tomar. Hacer las cosas del modo que nos parece correcto seguramente da más trabajo que dejarse llevar por la situaciones.
Es más cómodo esperar hasta que el hijo decida dejar los pañales, o salir de la cama de los padres, irse a bañar o salir de la bañadera, venir a la mesa a compartir la comida, irse a la cama a horas razonables, colaborar en los temas de la casa de acuerdo a la edad, etc.
Estos padres no se dan cuenta de algunas cosas:
1) No siempre los chicos van a tomar la mejor decisión, seguramente se dejen guiar por su deseo y la búsqueda de placer.
2) A veces desaprovechamos la "ventana de oportunidad" (el mejor momento evolutivo) para que la maduración ocurra en cada tema.
2) Estos "bordes" van fortaleciendo a sus hijos para tolerar el dolor, para no creerse el ombligo del mundo y madurar.
El gran problema de estos padres que llamo cómodos es que al poco tiempo se frustran y/o desilusionan porque las cosas no salen de acuerdo a lo que ellos planeaban (cuando los hijos no responden con esa misma buena onda), se enfurecen cuando se cansan de esperar que respondan, o se dejan tiranizar olvidándose de que los padres también tenemos derechos. Es decir que la comodidad a veces resulta con el tiempo en una mayor incomodidad para todos.
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