Padres sub 25, un deseo a contracorriente
Lejos de quienes retrasan la paternidad para priorizar la profesión o el disfrute, muchos jóvenes ahora se animan a seguir el impulso y no postergar más
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"Mateo llegó en el momento justo, cuando tenía que llegar", dice Rodrigo Maside, flamante papá de un bebe de 11 meses. Para él y su mujer, Marina, maestra jardinera, "el momento justo" fue algo más temprano que el promedio de casi 28 años que muestran las mujeres porteñas cuando debutan como madres, según las últimas cifras publicadas por el Observatorio de la Maternidad, un centro de estudios sin fines de lucro que busca ponerle "números" al hecho social de traer una nueva vida al mundo. Cuando vieron la carita de su hijo por primera vez, Rodrigo tenía 23 años, y Marina, 24. Y para ellos tener un hijo fue un acto de amor planificado: "Sabíamos que podíamos ser padres en cualquier momento; siempre estuvo en los planes tener un hijo siendo jóvenes", dicen.
En una época en la que muchas parejas de clase media, especialmente las mujeres, buscan retrasar la maternidad en pos de cumplir objetivos profesionales o simplemente porque no aparece el hombre con quien desean armar una familia, existe una contratendencia de no postergar más. Así, parejas de veintipico se lanzan a la aventura de tener un hijo a edades que para ciertos sectores con acceso a mayores y mejores posibilidades educativas y laborales suelen ser tempranas.
La confesión de la actriz Juana Repetto de que se había sometido a los 27 años a un tratamiento de fertilización para poder ser mamá soltera abrió varias e interesantes líneas de debate. La primera, no tener que depender de una pareja para tener un hijo. Y la segunda, no gastar años de vida esperando que esa persona aparezca, a pesar de que la biología todavía estaba a su favor. "Lo que a cierta gente le molesta de Juana Repetto es que a una edad temprana busca un embarazo sin la necesidad de un hombre. La edad no está ni bien ni mal. Tener hijos es una necesidad a satisfacer, no un acto de bondad", dice el doctor en medicina Mario Sebastiani, especialista en obstetricia del Hospital Italiano.
Pero ¿hay una edad ideal para ser padres? O, en todo caso, ¿existe una edad biológica óptima y otra "socialmente" adecuada? Para Sebastiani, "las mujeres han disociado la edad social (más allá de los 30 o 35 años) de la biológica (entre 20 y 25 años). La social tiene una connotación histórica y cultural. Hace dos siglos, a los 14 años las mujeres ya tenían hijos. Hoy, la mayoría de las mujeres con educación, posición social y dinero posponen su maternidad a los efectos de no perder lo logrado. Maternidad es ganancia y pérdida", sostiene el médico.
En esto de ganar y perder, Rodrigo reflexiona: "Con Marina habíamos viajado mucho y habíamos hecho todo lo que queríamos hacer para no tener «asuntos pendientes». Tener un hijo es una responsabilidad grande, pero es hermoso", dice mientras se imagina momentos de complicidad con su pequeño confiado en que la cercanía generacional los hará más compinches.
Compartir su fanatismo por Boca, el equipo del que Mateo ya es socio, o tener salidas "de hombres" forman parte de las fantasías que Rodrigo se entusiasma con cumplir con su primogénito en un futuro. "Cuando él tenga 20 años yo voy a tener 43, es decir que todavía seré joven, y creo que no va a ser tanta la diferencia de edad entre nosotros. Creo que los padres que tienen hijos a los 50 se pierden más cosas. Ojo: no estoy cuestionando a los que son padres grandes, uno tiene que tener un hijo cuando lo sienta, sabiendo lo bueno y lo malo que tiene cada momento", reflexiona Rodrigo, que trabaja con su papá en logística y distribución para una empresa de electrodomésticos.
Sin dudas, uno de los motivos por los que las parejas deciden tener un hijo a una edad temprana tiene que ver con acortar la brecha generacional. La fantasía de cercanía con ese hijo y una supuesta mayor complicidad con él suelen ser algunas de las motivaciones para buscar la paternidad a edades más tempranas que las que la sociedad y la cultura establecen hoy por hoy en los sectores de clase media. Pero también, en muchos, se cuela la necesidad de no repetir historias familiares, donde los papás eran "grandes" y la distancia entre niños y adultos, también.
"Siempre digo que tuve los mejores padres del mundo, pero me duraron poco tiempo. Cuando nací, mi papá tenía 55 años, y mi mamá, 43. Meses antes de cumplir los 20 perdí a mi papá y cinco años después, a mi mamá. Lo sufrí mucho, tal vez por eso cuando conocí a mi mujer le planteé mi necesidad de ser un padre joven. Nos recibimos, nos casamos y tuvimos a Gaspar, los dos con 24 años, y poco después, a Valentina", cuenta el ingeniero Pedro Guzmán, que hoy, con 37 años, dirige una empresa constructora. "Lo que más me duele es que mis hijos, al menos por mi lado, no tengan abuelos", reconoce.
"Hoy tal vez llame la atención que un varón o una mujer quieran ser padres a los 25 años. Pero lo que me parece interesante es que cada uno escuche el deseo propio y que ese deseo no esté atado a un estado o época social. En muchos casos, querer tener un hijo antes de los 30 responde a la búsqueda de una mayor cercanía con ese hijo para acompañarlo por mucho tiempo. Ser papás jóvenes para tener hijos grandes que ya no los necesiten tanto siendo ellos todavía jóvenes es también una motivación", opina Marisa Russomando, psicóloga especializada en maternidad y crianza.
Claro que adelantar la paternidad anteponiendo el deseo personal por sobre otros objetivos, como los laborales, no es lo más frecuente en una sociedad ultracompetitiva que premia a aquellos que priorizan su desarrollo profesional en detrimento del personal o familiar. Sólo basta recordar la polémica suscitada en torno a Facebook y Apple, que ofrecen pagar 20.000 dólares (el costo del procedimiento médico y su manutención en un plazo de 20 años) a las empleadas que decidan congelar sus óvulos a cambio de retrasar su maternidad. Detrás de esta política, que fue presentada como un beneficio para las empleadas, los críticos aseguran que se esconde el objetivo real de que las mujeres más valiosas de la empresa posterguen su deseo de ser madres a cambio de alcanzar la cumbre profesional.
Pero ¿es realmente tan así? En este punto tampoco hay acuerdo sobre qué es lo mejor. "Es mentira que si tenés hijos a los veintipico no te podés desarrollar como profesional -plantea el ingeniero, papá de Gaspar y Valentina, Pedro Guzmán-. Mi mujer se dedicó primero a estar con nuestros hijos chiquitos y después empezó una carrera maravillosa dentro de una empresa de consumo masivo. Y en la compañía ven con buenos ojos que ella ya haya sido mamá y tenga chicos más grandes. Me parece que esperar a hacer carrera es sólo una excusa que oculta otras cosas. Además, creo que cuanto más alto llegás, más te cuesta dejar ese lugar para ser mamá. Y el estrés de cuidar a un bebé teniendo un puesto de responsabilidad es aún peor."
Uno de los ejemplos más renombrados de esta dificultad de "renunciar" al desarrollo profesional en pos de la maternidad lo dio hace poco la CEO de Yahoo, Marissa Mayer, que a los 40 años fue madre de gemelas (a los 37 tuvo su primer hijo) y anunció que iba a tomarse una brevísima licencia de dos semanas, tal como hizo con su primogénito. Aunque el ejemplo es extremo, no deja de ilustrar un conflicto real: son muchas las mujeres que ocupan posiciones de privilegio que sienten la presión de volver antes a sus puestos laborales para no perder el lugar que tantos años y esfuerzo les costó alcanzar.
Pagar los costos
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La psicóloga Marisa Russomando, por su parte, sostiene que está bien que una mujer quiera postergar su deseo de ser madre para un futuro no tan cercano. "La ciencia está a su favor porque puede optar por la maternidad diferida y congelar sus óvulos -dice-. Pero hay que saber que no es tan fácil tomar esa decisión, que suele estar acompañada de dilemas éticos, como qué hacer con esas células si no se usan. Y postergar el deseo también tiene un costo, que muchas veces es la dificultad de lograr un embarazo. Yo creo que durante años la gente creyó que no había costos o daba por sentado que ese hijo iba a llegar cuando ellos lo eligieran. Creo que ahora hay mayor conciencia de la paternidad en general y de los costos que implica postergar. Retrasar la maternidad no está mal si es un deseo propio, pero hay que ser consciente de que esa decisión puede tener consecuencias. Y creo que las parejas están más atentas a esos costos que pueden surgir".
Por su lado, Mariela Cacciola, psicóloga especializada en maternidad y autora del blog Dulce Crianza, sostiene que primero conviene reflexionar sobre el lugar social que se le asigna a la maternidad hoy. "En determinados sectores se transmite que primero hay que recibirse y construir una carrera, y la maternidad va postergándose en función de muchos otros intereses. Hay un sistema que no nos permite conciliar ambas cuestiones. Si la postergación fue deseada, bienvenida; el tema es cuando sos padre porque ya sos grande y se te acaba el tiempo. Lo importante de ser padres es tener las ganas, a la edad que sea. El hijo no debería llegar producto de una especulación, sino de un deseo genuino, que a algunos se les presenta antes que a otros."
En el caso de Paula Díaz y Pedro Ortiz Mugica, papás de Felipe, de tres años, ese deseo se les presentó temprano y de manera muy clara: ella tenía 22 años y él, 24. "Siempre supe que iba a ser un papá joven porque tuve padres jóvenes que se la pasaron jugando conmigo y mis hermanos y yo quería eso para mi hijo", cuenta Pedro desde Bariloche, donde pasa sus vacaciones con su mujer y el pequeño Felipe.
"Ser un padre joven está bueno por una cuestión energética: tener un hijo demanda mucha energía, hay que estar dispuesto a un desgaste físico y emocional importante. Felipe corre un montón de un lado para el otro; con 35 años no sé si podría seguirle el ritmo", confiesa Pedro, domador y entrenador de caballos de carrera y amante del polo, pasión que ya le transmitió a su hijo.
Los padres de Felipe son conscientes de que tomaron una decisión que va en contra de lo que son los mandatos sociales actuales, pero ellos la defienden. "Una cosa son los tiempos sociales y otra los naturales. Nosotros elegimos seguir lo que creemos que es lo más natural", explica Pedro. La biología parece darle la razón: según diversos estudios, la década ideal para concebir es la de los 20. A partir de los 30, cae la fecundidad y aumenta la cantidad de abortos espontáneos.
Sin embargo, a los 20 es difícil que alguien alcance la madurez o tenga resueltas algunas cosas básicas, como vivienda, trabajo y demás. A Paula eso no la altera: "Obviamente no tenemos resuelto todo a nivel laboral, pero eso no significa que no podamos resolverlo estando con Felipe. Yo estoy estudiando Medicina y después trabajaré como cualquiera. No creo que un hijo te limite la carrera".
Otra de las cuestiones que los papás jóvenes destacan como beneficio es la posibilidad de contar también con abuelos jóvenes, sanos, fuertes y dispuestos a cuidar a los niños y evitar así formar parte de la "generación sándwich" de la que ya hablan los expertos en demografía. Se trata de personas que rondan los cuarenta y pico y que deben cuidar a hijos muy pequeños y a padres muy grandes, con todo el estrés emocional y los costos económicos que eso implica.
Desde la otra campana, una de las ventajas de ser padre maduro, es la estabilidad tanto económica como emocional. "En líneas generales, puede decirse que aquellas personas que son padres más grandes vienen acompañadas por mayor madurez y responsabilidad. Son padres informados, que han transitado un largo trecho para convertirse en lo que son. En los jóvenes, aunque muchos afirmen que el hijo fue producto de una decisión pensada, hay mucho de impulso", afirma Russomando.
Lo cierto es que, retomando las palabras de Mario Sebastiani, obstetra del Hospital Italiano, ser padre siempre implica renunciar a algo. "Más allá de la edad, conviene preguntarnos por qué tenemos hijos. La mitad de los hijos de clase media no son planificados. No tengo dudas de que una sociedad es y será mejor si cada uno de nosotros se pregunta si tiene sentido tener hijos." Una pregunta que trasciende edades, culturas y realidades y que no siempre tiene una respuesta tan clara.
Famosos que se subieron a la ola de la paternidad joven
Juana Viale
Actriz
Tuvo a Ámbar a los 20 años, con Juan De Bennedictis, el hijo de Piero. La brecha generacional es poca y Juana suele declarar que, gracias a eso, existe mucha complicidad entre ellas.
Lionel Messi
Futbolista
El astro del Barcelona y la selección argentina fue papá primerizo de Thiago a los 25 años. Y con 28, acaba de ser otra vez papá de Mateo junto con su novia, Antonella Roccuzzo, que tiene un año menos que él.
Louis Tomlinson
Cantante
Uno de los integrantes de One Direction fue padre hace poco, a los 24 años. Aunque ahora ya no está en pareja, asegura estar "encantado" con el hecho de ser un papá joven.
Eugenia Suárez
Actriz
Fue madre a los 21 años con su colega Nicolás Cabré. Desde antes de tener a su hija, la "China" aseguraba que soñaba con ser una madre joven. A los pocos meses del nacimiento, se separó.
Producción de Florencia Nijensohn