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En una misma noche se realizaron dos encuentros centrados en este tipo de luchas. Cada vez son más los que las practican y los que asisten a las veladas del vale todo
Es sábado y, minutos antes de las 19, en la platea construida en el Palacio Alsina se aprieta un público fornido, carne de gimnasio aggiornada con tatuajes y piercings , entre cabezas rapadas que brillan como acero. Los espectadores estrujan latas de Speed y se hunden en una atmósfera densa, cargada de cierto aire ceremonial, algunas velas y música electrónica. En el centro, un ringside... yun ramillete de sahumerios encendidos que marca la cuenta regresiva para el comienzo de un nuevo torneo de Pancrase : Lucha Integral Deportiva. Pasen y vean.
Esta vez, el plato fuerte de la noche fueron nueve peleas a dos rounds (de cinco minutos cada uno), en que se enfrentaron luchadores de jiu jitsu, capoeira, taekwondo, judo, sipalki y muay thai. En disputa se encontraba la categoría C, hasta 75 kilogramos, fiscalizada por la Asociación Latinoamericana de Lucha Integral Deportiva. Para más datos, el reglamento en una lucha de este tipo contempla toda clase de derribos, retenciones, llaves y palancas, así como todo tipo de golpes de piernas ( altos o bajos ), rodillazos y patadas frontales. Las manos pueden usarse para golpear tanto de pie como en el suelo, pero es obligatorio el uso de la palma -mano abierta- al rostro. Está prohibido golpear con el puño cerrado o el codo a la cara, la cabeza, la nuca y el cuello. Tampoco pueden usarse golpes de cabeza.
Minutos después, el árbitro Ernesto Prieto reunió a los luchadores en el centro del ring y, enseguida, sonó la campana. "Dale con la rodilla, dale con la rodilla", aconsejaba como un padre el coach desde una esquina. "Pegale en la oreja, amasalo", gritaban desde la otra.
Hay que decirlo, durante el transcurso de la velada, que incluyó también un bonus track de kick boxing y dos Superfights -peleas fuera de competencia- a todo luces y cámaras, el Pancrase destiló violencia y una buena dosis de adrenalina, aunque también un profundo respeto entre los luchadores.
"Hay una sensación espiritual detrás de todo esto, muy vinculada con la Padeia , los ideales de la cultura griega. Es muy duro ser guerrero -concluye el árbitro-, y la lucha integral está relacionada con el desarrollo del carácter, el compañerismo y el respeto. Hay un momento en la educación griega en el que se interrumpe la formación académica en el Liceum, donde se realiza el estudio de las aritméticas, la ética y la filosofía, y se pasa al gimnasium, donde se trabaja en los campos, con el físico; se practican deportes y se desarrollan la voluntad, la fuerza y el compañerismo, una de las grandes omisiones en la formación de la cultura moderna."
Ese mismo sábado, pero tres horas más tarde, en el estadio de Obras Sanitarias se ponía en marcha el Argentina Fighting Championsip , un torneo de Vale Tudo que también integra diversas formas de lucha (jiu jitsu , judo, capoeira y boxeo, entre otras) y básicamente consiste en imponer la propia técnica sobre las demás en un combate con muy pocas reglas. Pero las peleas, pautadas a dos rounds de diez minutos cada uno, rara vez llegaron al final del primero, fundamentalmente por una disparidad abrumadora en la calidad y preparación de los contrincantes. "La selección de los luchadores se realizó con apuro, no hubo control antidoping ni una evaluación de la competitividad de sus protagonistas", señaló el árbitro Javier Broschini. El resto fueron silbidos y denuncias entre bambalinas que atentaron contra la actitud deportiva, y seguramente también, contra los ideales de la cultura griega.
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