El vecino hizo una llamada al 911 para alertar sobre un movimiento sospechoso en el Monasterio Nuestra Señora del Rosario de Fátima sin imaginar que descubría uno de los casos de corrupción más resonantes del país que terminó con la condena del exfuncionario kirchnerista, José López
La imagen más contundente de la corrupción pública, la de “los bolsos de López”, fue fruto del azar. El ex secretario de Obras Públicas no debe creer en su pésima suerte. Si las monjas “orantes y penitentes” que estaban dentro del convento hubiesen atendido cuando el secretario de Obras Públicas tocó el timbre, su caso jamás hubiese trascendido. La Justicia lo investigaba desde 2008 por enriquecimiento ilícito y, hasta entonces, pese a que había multiplicado varias veces su patrimonio, no lograba una acusación formal. Como no obtuvo respuesta, José López (62) decidió arrojar los bolsos sobre el portón y saltar detrás de ellos.
Jesús Ojeda (54), un vecino del convento que no lograba conciliar el sueño, saltó de la cama cuando escuchó el motor del auto de López detenido cerca de su casa. Se asomó por la ventana para ver qué sucedía y observó toda la escena. Cuando vio que el intruso demoraba en salir, sintió miedo por la integridad de las monjas. Fue entonces cuando decidió llamar al 911.
“Llegué del reparto de pollos y me acosté a dormir, pero escuché unos ruidos afuera y salí a mirar. Había un auto y un hombre que tocaba el timbre que está al lado del portón. Él me vio, pero no me dijo nada. Tocó el timbre un par de veces y después empezó a tirar unas bolsas negras para el otro lado. En ese momento pensé que eran bolsas de residuos, porque no estaba bien iluminado, pero después resultaron ser los bolsos”, cuenta Jesús.
-¿Qué fue lo primero que pensó en ese momento?
-Pensé: ”¡Este sucio está tirando la mugre para el otro lado!”. Pero después vi que dejó el auto en marcha, se subió a la casilla del gas y saltó el paredón.
-¿Ahí decidió llamar a la policía?
-Sí. Esperé un ratito porque tal vez entraba para avisar que estaba con el auto afuera y volvía, pero no lo hizo. Ahí me dije: “Este le va a hacer algo a las monjas”. Y llamé a la policía.
“Ahí me mostraron los bolsos llenos de dinero”
Jesús cuenta que la policía tardó un cuarto de hora en llegar y que al principio se negaban a entrar porque no tenían una orden de allanamiento. “¡Pero cuando el hombre salga ya habrá asesinado a las monjas!”, les insistía Jesús.
Esa noche no volvió a la cama. En un momento, López salió del convento y la policía lo detuvo. “Él quedó acá, en la calle, custodiado por un policía, mientras otros agentes entraron para ver cómo estaban las monjas. Cuando vieron el arma en el suelo (por la carabina semi automática que el ex funcionario dejó junto a la puerta de la casa), le avisaron al que había quedado afuera que el hombre estaba armado y ahí nomás lo dio vuelta y lo esposó”, asegura.
De madrugada, antes del amanecer, Jesús salió a buscar a su esposa que trabajaba de noche en General Rodríguez. Era parte de su rutina diaria, así comenzaba cada día. A su regreso, se encontró con una nueva escena. Con entusiasmo, relata el diálogo que mantuvo con uno de los policías:
Policía: -Mirá, vení a mirar
Jesús: -¿Cómo están las monjas?
Policía: -Están bien, pero vení a mirar esto.
Jesús: -¿Y las monjas? ¿dónde están?
Policía: -¡Mirá lo que había en los bolsos!
“Y ahí me mostraron los bolsos llenos de dinero. Ellos no lo podían creer, pero yo estaba preocupado por las monjas”, cuenta Jesús. Y agrega que recién entonces descubrió que había una valija en el auto que tenía más dinero.
En la madrugada del 14 de junio 2016, gracias al llamado de Jesús Ojeda, la policía de la provincia de Buenos Aires detuvo a José López, ex secretario de Obras Públicas kirchnerista, mientras intentaba esconder 8.982.000 dólares en el convento. El ex secretario de Obras Públicas kirchnerista nunca pudo explicar el origen de esos fondos y fue condenado a siete años y medio de prisión por enriquecimiento ilícito y tenencia de arma. En noviembre del año pasado obtuvo la libertad condicional, luego de haber cumplido las dos terceras partes de su condena y presentado una caución de 14 millones y medio de pesos que le prestaron tres amigos.
-Jesús, ¿solía ver movimientos extraños en el convento?
-Sí, sobre todo cuando el obispo estaba vivo. Él era muy renegado y yo pensaba “menos mal que es cura”. Al principio se tomaba remis y se enojaba cuando no llegaban a tiempo, pero después, de un día para otro, ya tenía chofer con un buen auto. Siempre venían autos de alta gama a visitarlo.
El arzobispo emérito de Mercedes-Luján, monseñor Rubén Di Monte, residía en el convento pero falleció unos meses antes de que trascendiera el escándalo de “los bolsos de López”. Durante los 90, Di Monte tuvo un trato muy cercano con el ex presidente Carlos Menem y también construyó un vínculo muy estrecho con el matrimonio Kirchner durante sus gobiernos. A su vez, en sus últimos años de vida, se convirtió en el “guía espiritual” del ex ministro de Planificación Federal, Julio De Vido.
“Hermana deje de mirarme mal”
-¿Cómo fue su relación con las monjas después de aquel día?
- Primero me llevaba bien, pero después me enojé. Lo que yo hice fue pensando en su seguridad, pero ellas me miraban con una cara... Un día le dije a la hermana Inés: “Discúlpeme hermana, yo pensé que le iba a pasar algo a usted. Nunca me imaginé una cosa así”. Ella me respondió que estaba bien, que era bueno tener vecinos así, y ahí quedó todo. Pero después me seguían mirando mal, muy mal. Se paraba en el patio del convento y miraba directo para acá con mala cara. Entonces me cansé y le dije: “Hermana a mí no me mire mal, yo no me imaginé una cosa de estas, pensé que le iba a pasar algo a usted” y ella me dijo “no, está bien” y le respondí “bueno, entonces deje de mirarme”.
-¿Y dejó de mirarlo mal?
-Después se fueron. Dicen que viven cerca, a unas cuadras, pero yo no las vi más.
-¿Cómo siguió su vida después de aquella madrugada?
-Después seguí mi vida normal, repartiendo pollos, pero con cuidado. La gente te llena la cabeza: me decían que iba a tener problemas, que me tenía que cuidar... Hace ocho meses que estoy desocupado, pero parecen dos años. Se rompió la camioneta con la que repartía los pollos y el dueño no la quiere arreglar. Me dijo que no se puede repartir más pollos, así que ando buscando trabajo, de lo que sea. Más ahora por cómo está la situación del país.
-¿Recibió alguna amenaza?
-No, para nada. Gracias a Dios, porque la realidad es que tampoco fue algo que yo hice a propósito. ¡Yo no sabía quién era el hombre! Me preguntaron muchas veces si lo conocía o cómo no lo había visto en la televisión, pero yo no sabía quién era. Igual cuando salgo miro antes, si me tienen que hacer algo que me lo hagan a mí y no a mi familia.
-¿Quién vive ahora en la propiedad?
-Un muchacho que es de Pilar. Se pasa todo el día limpiando, juntando hojas y las quema. Parece buena persona y la mujer es cantante. El hizo una limpieza bárbara, porque los que habían estado antes dejaron una mugre bárbara.
-¿Si regresara a aquella noche actuaría de la misma manera? ¿Llamaría a la policía?
-Sí. Siempre digo si uno está en la puerta de una casa tocando el timbre, perfecto, no hay problema. Pero si nadie sale a abrir y esa persona salta el portón, yo voy a denunciar.